Julios Cortázar (Ixelles, Bélgica 1914 – París, Francia 1984) Es considerado
uno de los autores más innovadores y originales de su tiempo, maestro del
relato corto, la prosa poética y la narración breve en general y, muchos
críticos, le comparan a Jorge Luis Borges y a Antón Chéjov. El hombre que amaba
escribir y hacerlo con la visión de un mundo excepcional con la
búsqueda constante de un lenguaje que va más allá de la realidad —su realidad
jugaba a la rayuela entre Buenos Aires y París—, detrás de la que se han
ocultado muchos mundos posibles.
Rescató tal vez como ningún otro la atmósfera bohemia de
ese París que le fascinaba, y que, a través de sus textos, fascinó a
generaciones posteriores. Criticó a la sociedad pequeño burguesa argentina en
su afán de ser europea, y plasmó en sus textos su amor por Buenos Aires, cuyas
calles y aromas lo perseguían en París. Admirado en París como centro de la
Europa intelectual y amado por los argentinos porque encajó perfectamente en su
sociedad. Cortázar salió de Argentina para irse a vivir a París, siempre
recordó con nostalgia que fue un latinoamericano que vivió en París.
HISTORIA VERÍDICA
A un señor se le caen al suelo los anteojos, que hacen un ruido
terrible al chocar con las baldosas. El señor se agacha afligidísimo porque los
cristales de los anteojos cuestan muy caro, pero descubre con asombro que por
milagro no se le han roto.
Ahora este señor se siente profundamente agradecido y comprende que lo
ocurrido vale por una advertencia amistosa, de modo que se encamina a una casa
de óptica y adquiere en seguida un estuche de cuero almohadillado doble
protección, a fin de curarse en salud. Una hora más tarde se le cae el estuche,
y al agacharse sin mayor inquietud descubre que los anteojos se han hecho
polvo. A este señor le lleva un rato comprender que los designios de la
Providencia y que en realidad el milagro ha ocurrido ahora.
Julio Cortázar
INSTRUCCIONES PARA DAR CUERDA
AL RELOJ
Allá en el fondo está la muerte, pero no tenga miedo. Sujete el reloj
con una mano, tome con dos dedos la llave de la cuerda, remóntela suavemente.
Ahora se abre otro plazo, los árboles despliegan sus hojas, las barcas corren
regatas, el tiempo como un abanico se va llenando de sí mismo y de él brotan el
aire, las brisas de la tierra, la sombra de una mujer, el perfume del pan.
¿Qué más quiere, qué más quiere? Átelo pronto a su muñeca, déjelo
latir en libertad, imítelo anhelante. El miedo herrumbra las áncoras, cada cosa
que pudo alcanzarse y fue olvidada va corroyendo las venas del reloj,
gangrenando la fría sangre de sus pequeños rubíes. Y allá en el fondo está la
muerte si no corremos y llegamos antes y comprendemos que ya no importa.
Julio Cortázar
EL DIARIO A DIARIO
Un señor toma el tranvía después de
comprar el diario y ponérselo bajo el brazo. Media hora más tarde desciende con
el mismo diario bajo el mismo brazo.
Pero ya no es el mismo diario, ahora
es un montón de hojas impresas que el señor abandona en un banco de plaza.
Apenas queda solo en el banco, el
montón de hojas impresas se convierte otra vez en un diario, hasta que un
muchacho lo ve, lo lee y lo deja convertido en un montón de hojas impresas.
Apenas queda solo en el banco, el
montón de hojas impresas se convierte otra vez en un diario, hasta que una
anciana lo encuentra, lo lee y lo deja convertido en un montón de hojas
impresas. Luego se lo lleva a su casa y en el camino lo usa para empaquetar
medio kilo de acelgas, que es para lo que sirven los diarios después de estas
excitantes metamorfosis.
Julio Cortázar
Capítulo 7 de “Rayuela”, de Julio Cortázar
INSTRUCCIONES PARA LLORAR
Dejando de lado los motivos, atengámonos a la
manera correcta de llorar, entendiendo por esto un llanto que no ingrese en el
escándalo, ni que insulte a la sonrisa con su paralela y torpe semejanza. El
llanto medio u ordinario consiste en una contracción general del rostro y un
sonido espasmódico acompañado de lágrimas y mocos, estos últimos al final, pues
el llanto se acaba en el momento en que uno se suena enérgicamente. Para
llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible
por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato
cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no
entra nadie, nunca. Llegado el llanto, se tapará con decoro el rostro usando
ambas manos con la palma hacia adentro. Los niños llorarán con la manga del
saco contra la cara, y de preferencia en un rincón del cuarto. Duración media
del llanto, tres minutos.
Aplastamiento de las gotas
Yo no sé, mirá, es terrible cómo llueve. Llueve todo el tiempo, afuera
tupido y gris, aquí contra el balcón con goterones cuajados y duros, que hacen
plaf y se aplastan como bofetadas uno detrás de otro qué hastío. Ahora aparece
una gotita en lo alto del marco de la ventana, se queda temblequeando contra el
cielo que la triza en mil brillos apagados, va creciendo y se tambalea, ya va a
caer y no se cae, todavía no se cae. Está prendida con todas las uñas, no quiere
caerse y se la ve que se agarra con los dientes mientras le crece la barriga, ya
es una gotaza que cuelga majestuosa y de pronto zup ahí va, plaf, deshecha,
nada, una viscosidad en el mármol. Pero las hay que se suicidan y se entregan en
seguida, brotan en el marco y ahí mismo se tiran, me parece ver la vibración del
salto, sus piernitas desprendiéndose y el grito que las emborracha en esa nada
del caer y aniquilarse. Tristes gotas, redondas inocentes gotas. Adiós gotas.
Adiós.
Julio Cortázar
Capítulo 7 de “Rayuela”, de Julio Cortázar
Toco
tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera
de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar
los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que
deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre
todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu
cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu
boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
Me
miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope,
nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre
sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se
encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la
lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene
con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu
pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como
si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de
fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un
breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es
bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento
temblar contra mí como una luna en el agua.
En el mes de junio de este año 2013, se han cumplido 50 años de la primera edición de Rayuela, con este motivo he escrito un pequeño homenaje a la novela cumbre de Julio Cortázar en un escrito que titulo: RAYUELA, 50 Años. La bella utopía de las palabras
En el mes de junio de este año 2013, se han cumplido 50 años de la primera edición de Rayuela, con este motivo he escrito un pequeño homenaje a la novela cumbre de Julio Cortázar en un escrito que titulo: RAYUELA, 50 Años. La bella utopía de las palabras
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ResponderEliminarHay un azar que no busco comprender, sólo importan las flores, los peces, los movimientos vivos, la fragancia oscura...
...y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella...
Eliminarcierto...
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