jueves, 12 de abril de 2012

LAS PALABRAS SON COMO ANZUELOS...


Cada día me gusta más ese personaje que fue Groucho Marx. Sus escritos, sus películas y sus apariciones en televisión son una pequeña enciclopedia de ironía, de frescura y de ingenio. Mi reconocimiento, a través de esas líneas a Julius Henry Marx (Groucho Marx) desaparecido hace 36 años, por proporcionarnos ese tiempo maravilloso, a veces infinitamente tierno, otras sumamente cáustico que supo darnos su gran humanidad a través de su ingenio, de la mímica y de sus palabras. 

Mi pequeño homenaje y mi agradecimiento a ti, Groucho Marx, por dejarme usar tu imagen cuando celebré en abril 2012 las 25.000 visitas de Dialéctica. Ahora, en octubre del 2013 ya alcancé las SETENTA Y DOS MIL entradas de mi blog. Gracias amigo Groucho Marx por acompañarme tantas veces en mis escritos.

Hace diez años que me separé y, eso que de por sí no tiene ninguna particularidad excepcional, creo que ha influido en los textos de mi blog. Desde aquella fecha soy un ‘single’, pero me gusta más definirme como lo hacen los italianos —un ‘casalingo’—, es decir, un amo de su casa. Creo que todo el mundo que ha vivido en pareja, tendría que experimentar el vivir en soledad, al menos, desenvolverse por sí solo una larga temporada. Creo que es una experiencia que todos debiéramos conocer, al menos, una vez en la vida. Uno descubre, sin mucho esfuerzo, que fuera del matrimonio hay vida y que, aún es posible crecer como persona. Creo que escribir ayuda mucho a conocerse y a valorar cómo uno es en su auténtica dimensión, conociendo las miserias, las flaquezas y, también, aquellos valores que habían estado ocultos o dormidos, en una especie de diapausia, —un estado de baja actividad metabólica— durante  la hibernación matrimonial. El contacto con la gente, que no conocías hasta ese momento, te da el auténtico valor que despiertas en los demás.

Tener un blog es algo extraordinario y hacerlo con la libertad de un soltero, mucho más. Es un pequeño universo paralelo en el que coexisten realidades diferentes alejadas del presente cotidiano. Me siento como Robinson Crusoe, no me canso de escribir y mandar escritos dentro de imaginarias botellas, cada una de distinta forma y color. Me ilusiono depositando en su interior palabras que dan forma a una nueva historia esperando que, de alguna forma, sea interpretada y, más de una, descifrada por algún posible receptor. Mi identificación con Robinson Crusoe no es por escribir historias ficticias como hizo Daniel Defoe, sino precisamente por todo el contrario, mi pequeña isla, mi solitaria isla me permite contar vivencias y más de alguna verdad, casi ya no tengo necesidad de inventarlas.


En mi caso, escribir en el BLOG, me ha servido para reconstruir épocas vividas y, de alguna manera, a cada recuerdo personal he intentado construir paralelamente una historia que tuviera relación con mi experiencia y pudiera darle un mayor interés al contenido personal. Supongo que escribir en un blog es una forma —como otra cualquiera— para hacer amigos y, caso de hacerlos, poder extender esa comunicación a través del Facebook y de Google+ —las redes sociales— que yo valoro como la gran isla global con tantas playas… como países. Las dos herramientas —Blog y redes sociales— son complementarias y necesarias para tener una mayor perspectiva de las personas que te leen o se acercan al blog.

Siempre me ha gustado decir que las palabras tienen más poder que la mirada. Las palabras una vez las has pensado y se van plasmando sobre el soporte del blog, te das cuenta como las oraciones y conceptos forman párrafos con un contenido explícito dirigido a alguien que no conoces pero que tienes la esperanza que tu mensaje le llegue con la máxima claridad. Es como sí fuera un náufrago en mi isla desierta en la que, una vez terminado el mensaje, lo lanzas en una botella imaginaria al ciberespacio, deseando que esos párrafos, esas palabras sean como anzuelos en la inmensidad del etéreo océano y que atrapen a alguien. Todos mis escritos acompañados de sus imágenes están a la espera de unos ojos que me miren, me lean y se acerquen hasta la orilla de mi isla.


Algunos escritos de mi blog han tenido esa particularidad y la suerte de acercarme a personas que, sin conocernos, se encuentran —nos encontramos— en ese inmenso mar de Internet. Sorprende que mis mensajes primorosamente depositados en botella hayan llegado —desde la soledad de mi isla— a orillas tan lejanas como las playas de Santa Mónica, en California; las de Pedro Pessoa, en Brasil; en las playas di Barcola, en Trieste o las de El Saler y La Malagueta, en España; en las tan soñadas y blancas bahías de las costas de Argentina o, simplemente, aquellas que me son próximas y queridas y que, encontrándose muy cercanas, no es necesario moverme de mi ciudad. 

Pero la más sorprendente —de las botellas tiradas al mar— es una que llegó en plena montaña —donde no existe playa alguna— ésta se acercó hasta el Poniente catalán y, por lo visto, gustaron tanto mis palabras que hubo correspondencia —recibí yo también— una botella con bonitas palabras. Tengo que pensar que la fuerza de las palabras no sólo navegan por las corrientes marítimas sino que, alguna de ellas, se ha atrevido a surcar los aires… tendré que plantearme de nuevo los envíos, tal vez hay que pensar en mandarlos con cometas —bonitos cometas con largas colas llenas de lacitos multicolor— para que esos lleguen y exploren caminos aún por descubrir. 

Uno de mis últimos mensajes llegó con toda claridad en las costas de Argentina, desde allí una mujer, una espléndida mujer recibió mi mensaje, uno de mis escritos en su móvil mientras tomaba un aperitivo en su club de golf de Bahía Blanca, me leyó, se interesó y se acercó a mí mandándome un mensaje también y, ese fue el inicio de una maravilloso encuentro que ha durado muchos años, el cual, con las palabras de Julio Cortázar hicimos nuestra su frase: “Andábamos sin buscarnos, pero sabiendo que andábamos para encontrarnos.” 



Es reconfortante comprobar como alguna de esas palabras tiene el poder de captación y, poco a poco, un lector/a se enreda entre las redes de mis palabras y se detiene por un tiempo determinado. Después las afinidades y el destino darán forma a una incipiente amistad que, posiblemente en algún caso, conlleve a compartir deseos e ilusiones. Es como todo en la vida, en el ciberespacio, las palabras de los blogs hacen la misma función que el más selecto club de golf o de tenis, sirve para comunicar pensamientos, realidades y roces, es la magia de la palabra y, como a mí me gusta expresar: Las palabras escritas tienen el poder de decir —en la distancia— mucho más que un gesto y una mirada, cuando están escritas tienen la necesidad de expresar la esencia del ser que, incluso van más allá, a la de una mirada de ojos limpios...

Esta reflexión es porque he recibido VEINTICINCO MIL visitas, el crecimiento es exponencial, jamás pensé alcanzar —ni por asomo— una cifra de posibles lectores tan importante. Hace tan sólo seis meses me felicité a mi mismo por haber alcanzado la cifra de DIEZ MIL visitas y, como ayer, hoy también doy las gracias a todos aquellos que os habéis acercado hasta mi isla. 



Mi agradecimiento de verdad por compartir imágenes y textos. Gracias también a aquellos que en secreto y en silencio os acercáis a mi blog leyendo mis escritos. También, a aquellos que ya sois amigos, que ya habéis hecho un comentario, mi doble agradecimiento por vuestra amistad y por leerme. Por tanto hoy es un día de alegría y fiesta en mi blog. 

Hago un pequeño añadido para poder actualizar la cifra que al día de hoy, marzo del 2014, han visitado mi página 85.000 amigos, por tanto, es muy posible que dentro de unos meses pueda llegar —gracias a vuestras visitas— al número redondo de 100.000. Cuando llege ese día lo haré saber sobretodo para agradecer a cuantos amigos me siguen y, sobretodo, aquellos que dedican un tiempo para dejar un comentario. Saludos amigos, hasta pronto!  


Hoy, 29 de marzo del 2017, también hago un pequeño añadido para dejar constancia y agradecer, al mismo tiempo, a cuántos os habéis acercado a mis páginas de Dialéctica bien sea para curiosear o para leer alguno de mis escritos. Gracias amigos porque con vuestra presencia he logrado superar las 150.000 visitas. Gracias una vez más, ya que sin vosotros que os habéis acercado a mi blog, éste no tendría sentido.

¡Bienvenido/a lector/a!
Lluís Busom i Femenia



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