lunes, 11 de noviembre de 2013

KENNEDY | JFK Una herida sin cerrar



KENNEDY / JFK: Una herida sin cerrar
Los que tenemos la edad suficiente para recordar el día del asesinato del Presidente Kennedy, —ahora hace 50 años— la mayoría lo recordamos como algo personal y, casi con seguridad, todos sabemos dónde nos encontrábamos cuando nos enteramos del trágico suceso; posiblemente a muchos nos marcó y forma parte de nuestras vidas en el que experimentamos, por primera vez, un suceso tan espantosamente noticiable, tan impactante que llegó a nosotros como un mazazo. Recuerdo que hacía pocos meses que era padre y, como una gran mayoría de los padres primerizos, aprendía ejercer el importante ‘oficio’ de progenitor y, mi aprendizaje lo hacía, —como muchos— a medida que se presentaban los problemas, intentando solucionarlos lo mejor que sabía.

Pocas horas después del asesinato —a las 22:00 horas en Barcelona (15:00 horas en Dallas)— me encontraba en la Clínica Corachán muy cercana a casa, sólo tuve que cruzar la calle, para pedir nerviosamente la presencia de un médico para que atendiera de urgencia a mi hijo de tres meses. Estando en la clínica a la espera de qué el médico me atendiera, me enteré por las enfermeras del asesinato en Dallas del Presidente Kennedy. Tuve la noticia de primera mano con el médico que iba a visitar a mi hijo. Mientras nos dirigíamos a casa y subíamos en el ascensor, el médico me comentó con tremenda excitación y desasosiego que hacía quince minutos había estado hablando con su hermano, médico también, residente en Dallas y médico internista en el Parkland Hospital. Su hermano le había informado de la noticia del atentado de Kennedy, explicándole las vivencias que estaba viviendo relatando el caos del hospital, del desorden que se había adueñado del personal sanitario, del histerismo de la gente, del caos policial, un magma anárquico de personas en que era difícil distinguir qué hacían y a quiénes protegían los distintos cuerpos de agentes de seguridad, policías, servicios secretos, personal médico y pacientes, todo el mundo era sospechoso, un tremendo desbarajuste irracional.

Ahora, cincuenta años después, este breve relato me sirve para rendir un pequeño homenaje a un hombre que, nos hizo reparar en él cuando en octubre de 1962 se desató la crisis de los misiles entre Estados Unidos y la URSS generado a raíz del descubrimiento por parte de Estados Unidos de bases de misiles nucleares soviéticos en territorio cubano. Esos días fueron cruciales para valorar la importancia de las decisiones de un hombre, las de un estadista, las del Presidente Kennedy que, desde mi particular apreciación, supo decir la última palabra frente a los halcones que imperan en los ejércitos de los USA. Viendo la osadía guerrera de este país, no quiero pensar qué hubiera decidido un Presidente como George Walker Bush; o tal vez, como me temo, se hubiera subordinado a las directrices del lobby armamentístico.

En esas fechas los diplomáticos soviéticos y estadounidenses realizaron urgentes y continuas negociaciones secretas en Washington y en Moscú, transmitiendo las propuestas de uno y otro bando para solucionar la crisis. El gobierno cubano había pedido a Jrushchov no ceder ante Kennedy pues una invasión estadounidense contra Cuba se consideraba como inminente. Tras las negociaciones, Kennedy y su gabinete aceptaron la oferta soviética. Este acuerdo se conoció más tarde, ya que Kennedy lo aceptó con la condición de no invadir Cuba ni apoyar grupo alguno con esa intención. El desmantelamiento de los misiles estadounidenses de Turquía no fue hecho público hasta que se llevó a cabo seis meses después. Posiblemente la conspiración contra Kennedy fue como causa de haber cedido, con su política de no agresión, en contra de los halcones que la propiciaban.

Los últimos minutos del Presidente John Fitzgerald Kennedy
Dallas, Texas: Viernes 22 de noviembre de 1963


11.40 (18:40 Hora española)    
El Air Force One aterriza en el aeropuerto Dallas Lovefield, Texas, después de un corto vuelo que ha realizado desde Fort Worth. La comitiva presidencial se pone en marcha hacia el centro de la ciudad de Dallas. Durante el trayecto la comitiva tiene que realizar varias paradas para que el presidente salude a la gente.


12:27 (19:27 H.E.)
Había muchos temores por el recibimiento de Kennedy en Dallas, poco a poco los temores se fueron disipando parecía que la mayoría de los ciudadanos que estaban en las calles de Dallas, aceptaban la visita del Presidente. Era posible que aquellas personas que estaban mirando el paso de la limusina presidencial fueran los únicas que estaban de acuerdo con la política del Presidente, sin duda Dallas había mostrado la cara más hostil a un Presidente pegando carteles por toda la ciudad en los que se podía leer WANTED FOR TREASON ( Se busca por traición)


12:28 (19:28 H.E.)
El aspecto de las calles empezó a cambiar. Entraron en un barrio de pocas tiendas, de bares y gimnasios, los agentes bajaron del estribo de la limusina con el propósito de poder controlar mejor la calle. El Presidente Kennedy saluda a la escasa gente que está cercana a las calles por donde transita, Kennedy saluda con la mano a cuantos le saludan o aplauden; Jacqueline le acompaña saludando y sonriendo a todo el mundo.


12:29 (19:29 H.E.)
Era un día espléndidamente soleado, nada hacía presagiar la tragedia que se cernía sobre el Presidente de los EE. UU., John Fitzgerald Kennedy. La limusina presidencial, un automóvil Lincoln descubierto circulaba a poca velocidad para que los ciudadanos pudieran ver y aplaudir al Presidente, salían de Main Street y entraban en Houston Street. En el automóvil viajan el Presidente Kennedy, la esposa de Kennedy, Jacqueline; el gobernador de Texas, John B. Connally, y su mujer, Nellie. En los asientos delanteros, el agente del servicio secreto Roy Kellerman y el conductor William Greer. El agente Clint volvió a subir al estribo para proteger al Presidente. Ante los de grupos de ciudadanos que aplaudían, la esposa del Gobernador de Texas Nellie se inclinó hacia atrás dijo: —”No puede decirse que Dallas no le quiera, señor Presidente”


12:30 (19:30 H.E.)
La limusina presidencial entra en la Plaza Dealey y avanza por la calle Houston, en ese momento lleva 6 minutos de retraso. En la esquina de Houston Street con Elm Street la comitiva debe realizar un giro de 120º a la izquierda, lo que obliga a la reducción de la velocidad de la limusina. Tras pasar Elm Street queda frente al edificio del Texas School Book Depository (Almacén de Libros Escolares de Texas), a una distancia escasamente de 20 metros. Se oyen tres disparos y el Presidente Kennedy es abatido. Jacqueline Kennedy creyó que era el ruido de una motocicleta. El Presidente Kennedy se inclinó hacia adelante cogiéndose el cuello. Kennedy estaba herido pero no mortalmente. Una bala de seis milímetros y medio había penetrado en la parte posterior de su cuello, había herido el pulmón derecho y, rasgándole la tráquea, había salido por la garganta, cortándole el nudo de la corbata.

La primera Dama se inclinó solícita hacia el Presidente. El rostro de Kennedy tenía una rara expresión, una expresión que ella había visto muy a menudo cuando su marido se enfrentaba con alguna pregunta difícil en alguna conferencia de prensa. Ahora, en un gesto casi mecánico Kennedy levantó la mano derecha como para echar hacia atrás los alborotados cabellos castaños. Pero el movimiento falló. La mano cayó sin fuerza. Había tratado de llevar los dedos a la parte superior de la cabeza. Pero la cabeza ya no estaba allí.

La Comisión Warren concluyó posteriormente que el primero de los tres disparos no impactó en el coche. Casi todos están de acuerdo que Kennedy recibió dos disparos y que el último disparo le impactó en la cabeza y fue mortal. El primer disparo es desviado por un árbol y rebota en el cemento llegando a herir al testigo James Tague. 3,5 segundos después se produce el segundo disparo que alcanza a Kennedy por detrás y sale por su garganta, hiriendo también al gobernador de Texas, John Connally. El presidente deja de saludar al público y su esposa tira de él para recostarlo sobre el asiento. El tercer disparo ocurre 8,4 segundos después del primer disparo, justo cuando el auto pasa al frente de la pérgola de hormigón. Cuando el tercer disparo impacta de lleno en el occipital derecho de la cabeza de Kennedy, Jackie Kennedy, se abalanza a la parte trasera del auto, donde recoge una sección del cráneo del presidente. Un ciudadano de nombre Abraham Zapruder, que filmaba la comitiva presidencial, logró captar en su película el momento en que Kennedy es alcanzado por los disparos. Esta película es parte del material que la Comisión Warren utilizó en su investigación del asesinato.


12:38 (19:38 H.E.)
La limusina presidencial entra en el Parkland Hospital

13.00 (20:00 H.E.)
El Doctor Williams Clark del equipo médico del Parkland Hospital declara oficialmente la muerte del presidente Kennedy, con paro cardiaco y habiéndosele suministrado la extremaunción. "No tuvimos nunca una esperanza de salvar su vida", declararon los médicos. Según un estudio de la Universidad de Chicago el 68 % de los adultos de los Estados Unidos —más de 75 millones de personas— sabían que habían disparado sobre el Presidente Kennedy y, aunque, a esa hora la información era escasa, imprecisa y tergiversada, quedó claro que el crimen de Elm Street fue el mayor desastre que sufría Norteamérica desde Pearl Harbor.

13:38 (20:38 H.E.)
La muerte de Kennedy es declarada oficialmente. El gobernador Connally fue operado dos veces de urgencia ese día.


Conclusión, sin final.
Se realizaron múltiples investigaciones para resolver la autoría del asesinato del Presidente John Fitzgerald Kennedy. Tres fueron las investigaciones oficiales determinaron que Lee Harvey Oswald, un empleado del almacén Texas School Book Depository en la Plaza Dealey, fue el asesino. Una de ellas concluyó que Oswald actuó solo y otra sugirió que actuó al menos con otra persona.

La evidencia acumulada de que fue una conspiración es notoriamente aceptada. El mismo hecho de que Lee Harvey Oswald fuera un agente de la CIA se ha estudiado en varias oportunidades. Se inició con Victor Marchetti, quien en su libro “Cult of Intelligence” describió los programas de agentes dobles en los que se habría encuadrado Oswald. En su declaración a la HSCA en 1978, James A. Wilcott, ex-oficial de finanzas de la CIA, afirmó que Oswald fue reclutado entre los militares por la CIA con el objetivo de colocarle como doble agente en la URSS. Específicamente fue agente de la Office of Naval Intelligence.

El asesinato todavía está sujeto a especulaciones, siendo origen de un gran número de teorías conspirativas, pero trece años después se constituyó el (HSCA) U.S. House of Representatives Select Committee on Assassinations, (el Comité Selecto de la Cámara sobre Asesinatos) fue establecido en 1976 para investigar el asesinato del Presidente John F. Kennedy. Las investigaciones del comité duraron hasta 1978, y en 1979 emitieron el informe final. En dicho informe, concluyó, entre otros hechos, que el presidente John F. Kennedy fue asesinado como resultado de una conspiración, en la que estuvieron involucradas varias dependencias del Gobierno estadounidense. El Departamento de Justicia, FBI, CIA, y la Comisión Warren fueron severamente criticados por dicho Comité por su pobre desempeño en las investigaciones llevadas a cabo, cuando no del encubrimiento de algunos de los servicios esenciales de seguridad y, el Servicio Secreto, fue tildado de deficiente en su protección al Presidente.

John Fitzgerald Kennedy fue el cuarto presidente de EE. UU., asesinado, los otros tres fueron Abraham Lincoln, James Abram Garfield y William McKinley.


© Lluís Busom i Femenia



Fuentes:
The Death of a President 
(Muerte de un Presidente) de William Manchester. Harper & Row 1967
National Archives: 
JFK Archives Assassination Records