martes, 17 de septiembre de 2013

ÉDITH PIAF El gorrión de París



ÉDITH PIAF El gorrión de París
No es fácil hablar de Edith Piaf y, no lo es por la vida tan intensa y por los tiempos tan abrumadoramente difíciles que la vida le deparó. En este escrito —en mi pequeño homenaje— en el 50 aniversario de su muerte, quisiera plasmar con mis palabras aquello que gratamente permanece en mi memoria de su persona: el afecto por su fragilidad, su magnetismo, la profundidad en que penetraron en mí muchas de las letras de sus canciones y, en mayor profundidad, su inconfundible voz que fue capaz de llenar mi corazón en distintas épocas de mi vida. Personaje que con su voz me ha acompañado en los momentos de mayor sensibilidad personal en que la atracción y la seducción envolvían mi mente y mi cuerpo. Muchas veces sus canciones me conmovieron y fueron refugio desgarrado de amores tormentosos o el acompañamiento formidable como expresión gozosa que mi estado anímico reclamaba.

Tuve el privilegio, también los años suficientes para haber gozado personalmente de la voz de Edith Piaf, su persona, su presencia, la austeridad con la que vestía sus actuaciones y su inconfundible voz llenaron mi corazón y, su espíritu permanece en mi memoria para siempre. Eran tiempos en que por mi edad y, por la proximidad que siempre hemos tenido los barceloneses con París, la canción francesa y sus “chansonniers” era nuestra música preferida. Léo Ferré, Jacques Brel y Georges Brassens fueron cantautores, poetas de la posguerra que con sus canciones llenaron de música francesa mi vida.


Por aquel tiempo estaba en pleno auge la canción ‘Hymne à l'amour’, una canción escrita por Edith Piaf con música de Marguerite Monnot en 1950. Piaf escribió esta canción en memoria del gran amor de su vida, el púgil francés Marcel Cerdan, muerto en 1949 en un accidente aéreo. Hymne à l’amour de tono triste y profundo constituyó uno de los mayores éxitos de Edith Piaf y, tal vez hoy, evocados por algunos, los recuerdos del París existencialista de la post guerra y símbolo de una particular manera de afrontar la vida. Son recuerdos que me retrotraen al popular y mítico ‘Café de Flore’, café con más de un siglo de historia —al que posiblemente me referiré en otro escrito— del París intelectual y revolucionario, en Saint-Germain-des-Prés, cuna del existencialismo y de otros locales con alma revolucionaria en que su color rojo carmesí les distinguía, rojo pasión, rojo revolucionario, color que fue columna vertebral de esos locales de esa época y lugar de encuentro de los artistas y de la intelectualidad francesa, lugar emblemático frecuentado en esa época por pintores como Picasso o Modigliani, o a escritores como Hemingway y, la pareja, ambos escritores y filósofos Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir que lo convirtieron en su oficina para escribir confortablemente durante la ocupación nazi. También en otro relato compartido con Eva, hablamos de un encuentro y cena en el mítico restaurante "La Coupole" de Montparnasse.



La atracción por esa delicada mujer fue total cuando pude apreciar en persona su espectáculo, su lenguaje corporal y su extraordinaria voz en una sala de fiestas de Barcelona. Piaf vino a mi ciudad precedida de un éxito arrollador y universal; su vida, sus canciones, sus amores envolvían a la cantante de forma que la trayectoria de su vida la había convertido en el altavoz promocional de todos los actos, en definitiva, convertida en un personaje singular. Latía en Edith Piaf un ardoroso deseo de vivir, pero no a la manera mezquina de aquellos a quienes la muerte aterroriza, sino con el estímulo —casi trágico— de luchar siempre contra corriente pero con el apasionamiento total por la vida. Edith Piaf fue en un principio de su carrera la voz de los humildes, de los excluidos, de los abandonados, sus canciones reflejan un mundo lleno de poesía en el que nos cuenta sus esperanzas o sus desventuras. Son muchos los personajes tras de los cuales solía disfrazarse, o por el contrario, mostrándose al desnudo rodeada de una vida difícil e ingrata.

En Barcelona, en la céntrica plaza de Cataluña, donde se encuentra hoy en día los almacenes El Corte Inglés, existía un magnífico local, la sala de fiestas Rigat, con toda probabilidad el baile más céntrico y elegante de Barcelona. Rigat disponía de una amplia terraza situada en la acera de la plaza, donde era habitual la celebración de tertulias en la que era frecuente encontrar a personajes relevantes de la literatura y de las artes de Barcelona. Personalmente tenía predilección por los café concierto que se celebraban todos los sábados por la tarde, conciertos de jazz con orquestas que interpretaron casi todos los estilos: “New Orleans”, “Dixieland”, “Cool Jazz”, Blues, etc. y, por la noche, Rigat era la mejor sala de baile y de atracciones de Barcelona. Una noche, en esta misma sala, pude ver y admirar a Edith Piaf, la celebérrima cantante, el ‘Gorrión de París’.


Tengo un gran recuerdo de ese día, era tanto el deseo de oír y ver a Edith Piaf que cuando apareció en la penumbra su pequeña silueta vestida de negro llenó el pequeño escenario logrando que toda la sala contuviera el aliento y, al arrancar las primeras notas de su canción los aplausos de unos pocos contagiaron a todo el público. Aunque en la misma sala pude ver a otros artistas relevantes como Armando Orefiche, Juliette Gréco o Jaqueline François, ningún espectáculo, ningún artista, fue tan penetrante como el disfrutar de la voz de Edith Piaf, fue todo un privilegio que me llenó de entusiasmo y, al día de hoy al recordarla, me vienen a la memoria inmensos y gratos recuerdos de un tiempo gozado y feliz.

Edith Piaf, una pincelada de su vida
Edith Giovanna Gassion —Edith Piaf— nació en París el 19/12/1915 y el 11 octubre de 1963 Edith muere en Plascassier (Francia). Théo Sarapo, su último marido, lleva en secreto su cuerpo al domicilio de la pareja, en el número 67 del Boulevard Lannes, con el gesto afectivo de Théo Sarapo fue como sí volviera a sus orígenes. Su cuerpo descansa en el cementerio del Père-Lachaise, donde hay enterrados una infinidad de celebridades, tales como Balzac, Maria Callas, Chopin, Moliére, Pissarro, Modigliani y tantos otros.


Edith Piaf reconocida como una de las más célebres cantantes francesas del siglo XX. Es posible que los inicios de su vida, las dificultades que tuvo que sobrellevar durante su infancia, condicionaron a lo largo de sus primeros años de vida a templar y a fortalecer un carácter que le acompañó protegiéndola de su natural fragilidad física. Su delgadez y su estatura, 147 cm. nada hacía pensar que bajo su frágil apariencia se escondía un ser con el tesón y la extraordinaria fortaleza que le acompañaría el resto de su vida. Fue una niña abandonada, una alma herida que se construyó a sí misma, ofreciendo su amistad y su amor, —la insaciable sed de amor—, creyendo más que nadie en la poderosa fuerza de su espíritu. Su vida parece sacada de una historia felliniana, las circunstancias en que se le presentó la vida, así me lo parecen.


Hija de un acróbata, Louis Alphonse Gassion, abandonó a su madre en el mismo instante en que iba a dar a luz de la pequeña Edith. Su madre, Annetta Maillard, cantante ambulante vivía en condiciones de pobreza extrema, teniendo que afrontar el parto completamente sola y al salir a la calle para dirigirse a un centro sanitario no consiguió llegar al hospital y Edith nació en plena calle debajo de una farola frente al número 72 de la Rue Belleville en París. La carencia de medios económicos no le permitió criar a su pequeña Edith, teniendo que confiarla a su madre Emma (Aïcha) Saïd Ben Mohammed, de origen marroquí. Su abuela Emma la entregó nuevamente a su padre, pero la pobreza de toda su familia era, al inicio de la Primera Guerra Mundial, aún más lamentable y precaria. Por lo que, nuevamente su padre confía a su hija Edith a su madre, es decir, la abuela paterna dueña de una casa de prostitución en Bernay (Normandía, Francia), donde la pequeña Edith es criada por las prostitutas del burdel donde pasó su infancia. 

A los cuatro años de edad sufre una meningitis que le provoca una ceguera transitoria. Las mujeres del burdel, al ver la situación de su hija adoptiva llevan a Edith al santuario de Santa Teresita del niño Jesús también conocida como Santa Teresita de Lisieux, la curación de esa dolencia momentánea hizo creer a Piaf que algo le debía a la santa.


Al aproximarse el 50 aniversario de la muerte de Edith Piaf está siendo redescubierta por una nueva generación de franceses. No hace mucho se publicaron las memorias de Ginou Richer “Piaf Mon Amie” sobre los turbulentos años que pasó como amiga y compañera del Gorrión de París. (…) su amistad me llevó a compartirlo casi todo, me ocupaba de todo, de sus vestidos, de su maquillaje y de muchas pequeñas cosas que le eran necesarias. “(...) vivíamos juntas como si fuéramos una pareja, Edith siempre hablaba de ‘nuestra’ casa o ‘nuestro’ coche”.

Ginou Richer también ha asesorado en el guion de “La vie en rose”, tiempo dramático de la vida de la gran cantante, recordada en la película en infinidad de sus canciones, emotivas interpretaciones de canciones como: “La vie en rose”, “L’hymne a l’amour”, “Non, je ne regrette rien” interpretadas por Marion Cotillard.

Museo Édith Piaf
Le Musée d'Édith Piaf: es un museo poco conocido de París. Está ubicado en 5, rue du Crespin-du-Gast en el barrio de Ménilmontant, al noreste de París. El museo de Edith Piaf, es una pequeña colección, sin pretensiones de los recuerdos de la vida y obra de la cantante. Verdaderamente es uno de los museos insólitos, lo único que demuestra que estás ante el museo es la alusión a su ubicación desde el exterior es una placa rotulada con "Les Amis de Piaf", una asociación que mantiene este museo, así como la tumba de la cantante en el cementerio de Père Lachaise .

Bernard Marchois, quien se reunió con la cantante cuando era un adolescente se convirtió en un fan incondicional, dedicándole dos habitaciones de su cuarto piso —en el que aún vive— a su memoria. Se recibe a los visitantes de forma gratuita —aunque se aceptan donaciones—, y si el visitante lo pide, Bernard tiene una impresionante riqueza de conocimientos que compartir sobre Edith Piaf.


Sugerencia:
Una historia de amor entre el escritor norteamericano Nelson Algren y la escritora - filósofa Simone de Beauvoir. La última historia de amor vivida en París.

Canciones de una época que me hicieron vivir, sentir, soñar...




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