jueves, 19 de septiembre de 2019

DIÁLOGOS CON EL PSIQUIATRA | El escribidor que se creía gato




DIÁLOGOS CON EL PSIQUIATRA | El escribidor que se creía gato 

—¿Explíqueme el por qué ha venido a mi consulta?

—Hace tiempo que me planteo acudir a un profesional de la psiquiatría para saber algo más de mí.

—¿Algo más de usted, pero hay algo que le preocupa, algo que le angustie?


—Pues no, no exactamente, me interesa saber el porqué de mis ensoñaciones.

—Correcto, dejaré que usted me explique lo que quiera así yo le iré conociendo y veré en que puedo ayudarlo.

—Lo que me pasa es que me gusta escribir doctor y todo empezó cuando me inscribí en el Facebook y tuve la posibilidad de explicar cosas que me fascinan y desde no hace mucho, también en Google+ y en Twitter.

—Curioso e interesante, pero siga usted.

—Pues, me gusta escribir historias y cuando las construyo me voy sumergiendo en ellas de tal forma que llego a creerme que soy el protagonista.

—Esto no es ningún problema, una de las facetas de los novelistas es hacerlo en primera persona, esto es completamente normal.

—De acuerdo pero yo he construido una historia de un gato y creo que soy un gato.., sabiendo que no soy un gato. Me entiende usted?

—No, pero explíqueme la historia, mientras yo tomo nota, intentaré entenderlo.

Pues, me encantan los gatos! Sé que para los gatos, y poniéndome en la piel de ellos, la vida en proximidad con los humanos representa una adaptación social que se ha ido desarrollando a lo largo de milenios formando una simbiosis perfecta, en la que tanto el humano como el gato sacan provecho de la vida en común. Desde un punto de vista etológico o de su comportamiento, se ha sugerido que quién tiene la autoridad sobre él, —me refiero el amo humano—, sustituye la madre del gato y que los gatos domésticos adultos viven en un tipo de niñez prolongada, una forma de adolescencia comportamental. Y este talante infantil y un poco alocado del gato me fascina.


—¿Quiere decir que no está entrando —en su historia— en consideraciones que corresponden más a un psiquiatra que a usted?


—Doctor, sé que no hay psiquiatras de gatos, lo entiende, ¿verdad? En todo caso tendría que ser psiquiatra de aquellas personas que se creen que son gatos y éste es mi caso.

—Sí, es verdad, ya me había enredado, siga por favor, explíqueme hasta el final su historia.

Como iba diciendo: Me gusta ser tan amigo de los gatos que, acercándome tanto cómo me sea posible, llegar a confundirme y parecerme a ellos. Ponerme en su piel haciendo, —en un acto de profunda introspección— llegar a conseguir como afirma la doctrina hinduista, el 'advaita', de Adi Shankara, la unión de dos almas, consiguiendo la unidad total entre dos seres... Todo es cuestión de proponérselo, quiero ser un gato sin serlo y me preparo para vivir esta experiencia fascinante. En mi viaje a esta nueva vida no dejo nada al azar, me encanta ser gato, pero quiero elegir la imagen de un gato preciso, me gustan los gatos de piel bruna, casi anaranjada, de pelo corto y de mirada profunda, que sea juguetón y, a la vez, como corresponde a mi ideal de gato, un pendón de tomo y lomo.

—Interesante, pero... ¿cómo soluciona ponerse en la piel del gato? Perdóneme, siga...

Ser capaz de interiorizarme dentro de él y sentirme más gato que el de verdad. En silencio apropiarme de su piel y delicadamente desabotonarla, cómo si fuera un pijama nocturno e introducirme dentro de la piel del gato y adueñarme de su cuerpo. Colocar las manos en sus patas delanteras y los pies en las posteriores. Acomodarme sigilosamente dentro de él hasta conseguir que mis ojos vean su mundo a través de los de él. Notar como mis orejas, saben perfectamente el camino para colocarse y, una a una, se vayan introduciéndose en las de él.., percibir los primeros sonidos mientras oriento los pabellones auriculares.


—¿Pero explíqueme qué ve cuando se pone dentro del cuerpo del gato?

Bien, es una impresión extraña, todo es negro, no veo casi nada, hasta que mis ojos miran a través de los del gato es algo fantástico, extraordinario, es como si de pronto lo viese todo con una claridad jamás vista, una nitidez del detalle casi abrumador y con una profundidad de campo jamás contemplada... y escuchar ya a través de sus orejas...

¡Qué diferencia, qué perfección auditiva!, es un órgano espectacular, me encanta poder orientar las orejas y transmitir la infinidad de matices de los sonidos al cerebro. Tengo que reconocer que la parte más difícil de encajar fue la cola, al final tuve que recurrir a un relleno postizo que diera la apariencia de una cola tiesa pero mórbida. Respirar y husmear de través de su nariz y empezar a detectar mis primeras sensaciones a través de sus bigotes. Lamerme para saber a que sabe mi nueva piel, limpiar mis patitas para que la gente de casa vean que mi conducta es la normal de un gato... ¡Qué no es un gato!

—¡Ostras!, ¡eso de la cola no lo había pensado! Lo siento, no me haga caso, continúe…

Dar mis primeros pasos, gatear por las paredes y en dos saltos subir por la cañería del agua hasta alcanzar el tejado y desde allí contemplar la inmensidad de la luna, señora de la noche y del alba. Y ser durante la noche más gato que nunca, sobre todo ante la presumida gata de rayas grises... Sentir la emoción de su mirada atrevida y al mismo tiempo vergonzosa, de ojos de mirada limpia y de incontenible deseo. Me encanta ser un gato atrevido, juguetón y descarado, ser ese gaturro que juega eternamente con la gatita atractiva y coqueta que sabe lo que quiere y, desde que el mundo es mundo, todos los juegos de los gatos, son para hacer el amor. Ya se sabe que los gatos somos muy enamoradizos. Observar los movimientos de su cola, ver como la mueve, de izquierda a derecha, elevándola haciendo oscilaciones totalmente intencionadas con movimientos conscientemente escogidos y dirigidos, un lenguaje con más corazón y coquetería que muchas de las palabras de los humanos. Ir al rincón escogido de la buhardilla de casa y mostrarle a mi gata con la mayor sutileza mi estimación...



Pasearme por todos los rincones de la casa y convertirme en el señor de sus aposentos, cotillear en silencio todos los secretos que hay en sus habitaciones, sigilosamente deslizarme por la alfombra junto a la cama dilatando las pupilas para ver en la oscuridad más absoluta la intimidad de un mundo mucho más complejo que el de los gatos. Orientar mis orejas y dirigir mis oídos hacia la percepción de los maullidos tan particulares de las personas, percibir su olor mientras se acarician en una danza frenética e incomprensible, sus danzas de amor son muy diferentes a los de un gato, son apasionantes contemplar su entrega, la profundidad de sus caricias, la intensidad de sus gemidos me doy cuenta que están en un universo superior; reconforta estar presente sin que ellos reparen en un gato, todo un universo nuevo que no sacia la curiosidad de un gato. Notar como la música que acompañaba su danza se desvanece y, poco a poco, el silencio penetrante se adueña de la habitación...

Ser el gato comprensivo o celoso, con el AMA según sea aquello que mis ojos puedan llegar a ver. Ronronear amorosamente al ser humano que me trata con afecto, notar en mi piel la mano amable y generosa que se pasea por mi lomo. Ser acariciado en la falda del AMA, notar el intenso calor de sus piernas que son un bálsamo para mi piel, confortablemente asentado en ellas y cuando se cansa de mí poder restregarme entre sus piernas para que se dé cuenta de que mi amor es recíproco y que me encuentro muy cerca de ella porque lo deseo, porque quiero... jugar como un gato sabiendo que no soy un gato.

—¿Cree doctor qué estos viajes introspectivos pueden causarme algún problema de doble personalidad?

—No lo creo, el que usted tiene es la necesidad de explicar historias y esto sólo tiene un peligro, el que no sepa distanciar la realidad de la ficción, porque entre las dos hay solamente una línea muy delgada. Pero el verdadero peligro no es para el lector, como es evidente, el peligro es para la persona que las escribe y, que sea él quién se crea sus historias. Si así fuera, nos encontraríamos dentro de una patología frecuente.

—¿No sé, doctor, sí por sus palabras tendré que empezar a preocuparme?

—No, no tiene por qué. Le daré mi diagnóstico acompañado de una recomendación. Yo creo que el qué usted busca es como la historia de Fausto pero a la inversa, así como Fausto está en plena búsqueda de la sabiduría y vende su alma al diablo como una vía para lograr el conocimiento supremo, usted ha idealizado la imagen del GATO en un estado superior de conciencia como un elemento receptor de afecto que necesita y que, de alguna manera, usted intenta parecerse a él porque las personas de su entorno le valoren, le quieran un poco más del que usted cree que las personas de su ámbito cotidiano lo hacen.

Yo como psiquiatra me interesa mucho su desdoblamiento positivo porque estoy construyendo una tesis en la que sitúo el alma del Gato, como ser superior... un trabajo científico que yo, posiblemente titularé como: En busca del Gat Amagat (Gato Escondido), que todos traemos dentro. ¡Todos queremos ser queridos, todos necesitamos el afecto de los demás!

Y una puntualización final, no referida al gato, si no a las personas que tenéis el gusano de escribir, son unas palabras de un gran escritor:

William Faulkner, decía haber descubierto que escribir y comunicarse es algo muy hermoso y aseguraba: "Hace a los hombres caminar sobre las patas traseras y proyectar una sombra enorme, si os fijáis en ella, comprenderéis que os pertenece y además, en el mejor de los casos, es capaz de dar sentido a vuestra vida.

Yo, interpretando sus palabras, me atrevería a asegurarte que Faulkner quería decir que esa sombra proyectada forma parte de quién escribe y se alarga una enormidad cuantos más lectores tienes que te lean porque, de alguna manera, son los que dan sentido a lo que tu escribes y has sabido transmitir.

—Con la sutileza con que me lo ha explicado he entendido perfectamente que mi predilección por el GATO, no es más que la búsqueda por acercarme a los demás y obtener su reconocimiento, creo que su explicación es bastante verosímil, ha sido una tarde provechosa, gracias doctor.

© Lluís Busom i Femenia


Esta versión de: 
“DIÁLOGOS CON EL PSIQUIATRA | El escribidor que se creía gato”  está
—mejor ordenada— pero es exactamente igual a otra igual escrita en años anteriores. En la versión antigua, “DIÁLOGOS CON EL PSIQUIATRA | El gato escondido que llevo dentro” en la que recientemente he unificado fotografías, contiene comentarios de los lectores y mis respuestas.




lunes, 4 de septiembre de 2017

LA RAYUELA DE LAS PALABRAS




Aclaración necesaria
Estos escritos que publico en mi blog, bajo el subtítulo de Cartas de una cercana lejanía y, alguno más con otros títulos, son escritos que forman parte de una correspondencia íntima entre dos personas —Josefina y yo— separados por 12 mil kilómetros de distancia que compartimos durante casi cuatro años y, sí ahora son expuestos a la luz pública, es consecuencia de querer ser fiel a la promesa que nos hicimos los dos: sí algún día faltase uno de los dos, publicaríamos en nuestros blogs una parte de nuestra correspondencia amorosa. Esta idea nació porque ya en vida de Josefina habíamos intentado publicar algunos de nuestros escritos, tal como lo hicimos los dos en nuestros blogs. Ahora, después de 20 meses de su partida, le rindo ese pequeño homenaje testimonio de mi cariño y recuerdo inmutable.


Querida Josefina:
En éste, mi primer escrito, quiero por tu parte, como lectora, un esfuerzo de imaginación, por el que a medida que vayas leyéndome imagines mis párrafos como si fuera ese juego tan popular que disfrutábamos cuando éramos niños. Ya sabes que mi divisa en el blog tiene presencia la frase de Nietzsche: —La madurez del hombre es haber vuelto a encontrar la seriedad con la que jugaba cuando era niño— y que tanto tú como yo hemos gozado jugando, me refiero a la Rayuela.  Sabes que el movimiento de la piedra representa el alma —en este caso la mía— transitando por la vida y que partiendo de la Tierra hay que alcanzar el Cielo. Siempre atentos en no caer en el Infierno. Éste es mi propósito y a tal fin te escribo. ¡Quiero alcanzar el cielo! Mi primer escrito es un planteamiento osado, un desafío a lo desconocido. Un atrevimiento descarado y deliberado para acercarme a la espléndida mujer que presumo que eres. Me encantas como mujer y, te encuentro muy atractiva, me gustas mucho pero tampoco sabría explicar el por qué ese atractivo tuyo —que lo tienes sin duda— ha penetrado tanto en mí. Me has cautivado y tu persona me ha hecho pensar mucho más lejos de lo que era nuestra cordial relación a través del blog. Decido escribirte sin preguntarme nada más y decirte todo lo que mi imaginación alcance para conquistarte y llegar a la más imaginativa intimidad expresada epistolarmente a una mujer.


Tus palabras comentando mis escritos en mi blog tienen consideración y aprecio. La reciente amistad virtual que nos hemos concedido por medio del Facebook ha permitido, en mi caso, conocerte a través de tus abundantes fotografías, de tus actividades, viajes y, constato por la prensa, lo buena jugadora de golf que eres. La media docena de mensajes privados que nos hemos cruzado han propiciado el que ambos nos demostrásemos un interés poco común y, una disposición cierta que alimentase un acercamiento personal e íntimo a través de una comunicación epistolar. Deseo que, con las palabras que te escribo en este momento, conocerte mucho más e intentaré corresponder la oportunidad generosa que nos hemos dado para relacionarnos mediante el correo electrónico secreto que me has facilitado.


No cabe duda que el juego amoroso de las palabras son, con toda probabilidad, el juego más usado por los personajes de los siglos XIX y XX y que, como hemos podido comprobar son, en la mayoría de las cartas de esos personajes, auténticas confesiones inconfesables pero no exentas de una gran belleza, pasión y sinceridad. Uno, que ya tiene muchos años y sabe que la cuestión en la vida no es saber mucho, sino olvidarse de poco, te escribo asumiendo el riesgo por la fuerte seducción que me produce tu persona; riesgo que valoro en su total dimensión. Desde hace unas semanas sueño contigo y me encanta hacerlo. Amo esos instantes en que pienso en ti, adoro estar escribiéndote palabras que sólo son para tus ojos, regalártelas, ofrecértelas como un ramillete de intenciones sinceras y que las considero necesarias exponerlas porque son auténticas. Hay momentos en que uno tiene el conocimiento pleno de sus actos, de sus anhelos, de sus ambiciones y éste, es uno conscientemente apasionado.


Sabiendo muy poco de ti, de tu situación personal y matrimonial, no quiero plantearme descubrir ninguna de las incertezas que, por tu entorno, me impedirían estar escribiéndote en la forma que lo estoy haciendo y que, deliberadamente, no me planteo. Meditar sobre la situación convivencial de tu persona en exceso comportaría valorarlas, sin duda reflexionar sobre ellas sería un ejercicio de prudencia, pero también, por consiguiente, limitativa. Tengo que pensar que tanto tú, querida Josefina, como yo, hemos prescindido de prejuzgar el tiempo venidero, algo que desconociéndolo sí intuimos que nos puede llevar a ser los primeros pobladores de un paraíso ignoto. Creo que partir de ese primer paso el camino que vamos a andar juntos únicamente ya dependerá de nosotros mismos. ¡Y eso es formidable! Lo que pretendo es que con mis palabras sentirme mejor por escribirlas, pero deseando tener la inteligencia y la habilidad de corazón para que a ti también te hagan sentir mejor, cortejada y deseada. Ya sabes que quiero alcanzar el cielo y esto sólo puedo conseguirlo enamorándote. En esta aventura la necesidad de escribir tiene que ser mutua, por un igual, me gustan las palabras concordia recíproca; de tal forma que, al recibir tus palabras llenarme de ti y que las mías te colmaran como persona y, por encima de todo, sentirte mujer, deseada y amada.


Nuestro mundo —la Rayuela de mis palabras— será un universo secreto, real y onírico a la vez, en el que nuestros sueños en el amor no alcanzados seamos capaces de intentar conseguirlos, porque todos soñamos en ser esa otra persona que, cuando éramos jóvenes nadábamos en un océano de ilusiones que no pudimos alcanzar. Todos sabemos que, muchas veces, la elección de lo que creímos que eran seguridades, con los años, nos dimos cuenta que ésas oscurecieron los caminos anhelados.

Me gusta tu sonrisa, me gusta tu pelo, es precioso, me gustas como mujer, mucho! Mis palabras tienen que penetrar en ti, —al menos lo intentaré— han de ser contagiosas, palabras que te sorprendan, te subyuguen y te enamoren. Quiero que mis palabras actúen como una pequeña catarsis que te haga olvidar la —cotidiana normalidad— para convertirla en excitación como cuando tenemos una ligera hipertermia, cuando nuestra piel es más sensible que otros días; predispuesta a someterte a unas caricias intensamente novedosas, un estado casi febril de nuestra dermis temerosa pero excitada por un sueño epistolar que, paulatinamente pueda convertirse en una sutil adicción que te haga gozar de la sensualidad de mis palabras.


Entiendo, por tus palabras, que el hechizo que te causan las mías sean para ti un bálsamo, entonces espero que el aroma de mis palabras te lleguen con fuerza y con delicadeza penetren en cada uno de tus poros. El mundo epistolar, al menos en el que yo quiero sumergirme, está representado por un mundo imaginado contigo, lleno de fantasía sensual que erice nuestra piel, un baño de emociones que, en cada una de nuestras frases, nos prometamos vida. Un universo en el que mostremos lo irreal o extraño como algo cotidiano y común, dando verosimilitud a lo fantástico e irreal de nuestra relación primigenia hasta conseguir que un día la virtualidad se vista con la autenticidad de nuestros ojos.

Y para despedirme, en ése mi primer escrito, deseada Josefina, un beso Moebius y un fragmento del capítulo 7 de Rayuela de Julio Cortázar:

Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.
Lluís

© Lluís Busom i Femenia




viernes, 7 de julio de 2017

CÓNCAVO CONVEXA | Cartas de una cercana lejanía




Cartas de una cercana lejanía
Dessins Auguste Rodin
Musée Rodin, Paris
Tout au fil de sa vie, c'est avec la complicité d'Eros que Rodin façonna son oeuvre. Ses sculptures comme ses dessins sont un hymne érotique, qui suscitèrent bien souvent le scandale en leur temps...

Cóncavo Convexa  
Buenos días tengas mi Dios, te correspondo con mi deidad otorgada. Ciertamente a esta altura de mi vida es tan halagador recibir un saludo tratándome de “Mi Diosa venerada” que descompones mi serenidad arrebatándome emociones y sentimientos. Pienso en todas las mujeres que desean ser mimadas, tenidas en cuenta, respetadas, valoradas por sus hombres y en las pocas que tienen la felicidad de ver sus deseos hechos realidad. Tus palabras dichas y escritas te imprimen mayor valor a lo que ya reconozco en tu escritura y en tu forma de expresarte; ese don que posees debo cuidarlo y, créeme que lo hago con devoción en mis respuestas. Afortunadamente sabes, y ya sin ninguna duda, que formas parte de mi vida, que te quiero a morir, que te llevo en mi piel y en mi corazón y que no son pocas las horas del día que te dedico. Es una maravilla como tú dices, gozar íntimamente este mundo secreto que nos hemos otorgado. Nos pertenece y debemos preservarlo de aquellos que nos rodean.


Leí un artículo sobre el gato del escultor Fernando Botero en la Rambla del Raval, de tu Barcelona, y de sus innumerables traslados y ubicaciones que ha sufrido dentro de tu ciudad. Me resultó muy entretenido de leer e informativo, si bien tú ya me habías puesto en el tema, el artículo por momentos me hizo pensar en mi cercano viaje a Barcelona. Quiero tocarle las pelotas al gato de Botero —no te pongas celoso— las tuyas también, porque dice la leyenda que quién se las toca volverá nuevamente a ver el gato y, por tanto, esa persona volverá a Barcelona. He estado en tu ciudad tres veces, me gusta mucho Barcelona, es después de París, la ciudad que más me gusta.(No te enfades!) Espero que en esa cuarta visita, Barcelona se convierta en mi preferida gracias a que tú serás mi anfitrión y, como tal, me brindes adecuadamente tu total atención a mi persona. Me encantan las sábanas de seda que has comprado y haberlas elegidas con dos tonos de gris, me parecen preciosas. ¿Cómo sabías que el color gris es el que más me gusta? Me encantará estrenar estas sábanas de seda, sos un capo Lluís, me revolcaré en ellas cuando en febrero esté en Barcelona. ¡Ya va siendo hora de que arruguemos las sábanas!


Son tantas y abundantes las cosas que me ocurren en un mismo tiempo que lo definiría como el torbellino de la vida. Somos una unidad cóncavo convexa, ambos somos mitad que nos abrimos para recibir a la otra. Nosotros estamos dentro y fuera de ese torbellino —fuera— con nuestras vidas separadas y nuestros entornos hechos  y —dentro— es donde nos encontramos tú y yo. Nos escribimos, nos acercamos, nos enamoramos y nos amamos. Es increíble nuestra historia, al menos lo es para mi y lo pienso por el hecho especial de ser mujer, tengo muy presente que a la mujer casada no se le permiten ciertos atrevimientos, siempre hago esa reflexión pensando que, como mujer, abrir una puerta a lo desconocido para acercarme a un hombre que me interesa es un camino peligroso, pero llevo la falda muy bien puesta y asumo el riesgo. Ya sabes, llegaste tú y quebraste todo lo que faltaba por romper de mi matrimonio, fue como en la canción de Chris Rea —Thinking Of You— tú eres como un verano indio en medio del invierno; me gustas como un caramelo duro con sorpresa en el centro... ¡Sos lo máximo!

La evolución de los sentimientos no se pueden manejar con lo que dicta la mente por los convencionalismos sociales. De los sentimientos, altos y bajos, se encarga el cuerpo y el corazón de actualizarlos, y de anteponer prioridades. Con los sentimientos sucede que sin proponértelo se desencadenan por factores que sobrepasan el confort de una estabilidad personal, incluso van más allá de las cuatro paredes de la espléndida casa en la que una pueda vivir. Más de una vez —como me ha ocurrido a mí— son factores externos los que determinan que los sentimientos se rindan a personas que están al margen de donde una cohabita; lo lamentable sería que los sentimientos los matáramos en pos de intereses propios y ajenos, buenos y mezquinos ya que, caso de aniquilarlos, sería una de las heridas más penosas que un ser humano podría causarse a sí mismo.


Con seguridad deben existir, en otras mujeres, tantas otras historias, mejores y peores, que han aparecido sorprendentemente en ese mundo de las redes sociales o como nuestra historia de amor iniciada a través de tu blog. Para mí, como para cada una de ellas, sus historias son únicas, son incomparables, son irrepetibles, son inimitables, en esas cualidades radica el valor que cada una de las mujeres puede llegar a lograr. Y esto es precisamente lo que me está sucediendo contigo. Me gusta estar compartiendo vida contigo, siento que nuestro universo es hermoso, cautivador, posiblemente lo sea por no serlo a plenitud. Universo adornado y armado de tantos detalles que no son nada comunes en la relación convencional de las parejas; eso hace que me sienta exquisitamente tratada, respetada y amada. 

También cuando a mi edad —con más de 30 años de matrimonio— matrimonio que he acotado el cauce y los límites del mismo y, en mi conformismo vital, esperaba poco de la vida en el sentido de que aquello que, como mujer sentí y anhelé de joven sin conseguirlo, pudiera aparecer algún día. Se presentó, fuiste tú Lluís, con tus palabras irresistibles, pujantes, intensas e indomables. Abrí una puerta a lo desconocido con la fuerza de un torrente desbordado, sin cauce, con la rapidez y la fuerza imparable de tus palabras que fluyeron como un regalo a mis oídos y penetraron anegando todo mi ser vibrando sincrónicamente con lo que toda mi vida había deseado en un hombre. Conseguiste mi fascinación de mujer, devolviéndome mi sueño como si fuera una dieciochoañera descubriendo aquello tan hermoso que un día, ya muy lejano, fue mi sueño de mujer.


Nuestra imaginación y nuestra expresión escrita y oral son el motor que lo hace posible, el factor distancia —doce mil kilómetros— es el que permite que se desarrolle tan espontáneamente. Tu voz a través del teléfono ha sido lo que ha dado el auténtico valor a mis deseos ocultos e inconfesos de mujer. Hay días en que pienso en lo osada que soy con mis respuestas, comentarios, acotaciones y acciones, seguramente la distancia que nos separa obra como un confesionario, no por nada alguna vez me prometiste amarme, vestido tú con ropa y anillo de cardenal, seguramente es así como muchas veces te sientes, mi confesor, mi protector, mi Pigmalión, bueno a decir verdad, has sido mi Pigmalión en los aspectos sexuales, si bien yo no soy virgen al encontrarnos, tú me has encaminado por senderos nuevos, muy alegres, muy festivos, muy atractivos, muy desconocidos y muy dulcemente degenerados; deseo siempre poder compartirlos contigo. A diferencia de la obra de George Bernard Shaw tú no me convertiste en una dama refinada, porque ya lo soy reconocidamente dentro de mis círculos en la sociedad a la que pertenezco; pero sí en una nueva mujer que ha aprendido a comportarse y a gozar con naturalidad el universo del amor, un calidoscopio afectivo y romántico de intensa vida contigo.


En mis celos incontrolados estaba absolutamente segura que no estaría dispuesta a amarte esta noche, contradicciones de una mujer que está atrapada por tu persona. Me molesta por ser nuevo en mí ser una mujer celosa, nunca lo fui. En el transcurso del día, gracias a tus escritos, fui recobrando todo mi amor y mi pasión por vos, con el nerviosismo propio de una mujer que desea morir por vos. Comencé a contar cada minuto que faltaba para la hora en que nos encontraríamos; pensé en la ropa que me pondría, en las palabras de amor que te diría al amarte, sólo uno de mis sentidos estaba expectante y el más esperanzado, hasta que al fin pude estar contigo, oír tu voz, fue el maravilloso corolario de la acción imaginada.

Piensa, Lluís que cuando cogí el teléfono para atender tu llamada para encontrarme contigo en esa noche en que podemos hablar porque son las horas en que estoy sola y en esta liberación de la compañía conyugal, mi intimidad imaginada contigo se agiganta. Deseosa de ti, mucho, pero esta noche me sentía distante y celosa por tantas mujeres que parece que te persiguen. Las primeras palabras mías no fueron de entrega incondicional, pero tu voz pausada y tus palabras convincentes de afecto y cariño obraron el milagroso cambio en mi disposición. Tus palabras conciliadoras fueron como un bálsamo para mi cuerpo y mi piel que, poco a poco y sin darme cuenta fue surgiendo en mi cuerpo la necesidad de abrazarte, de sentir la necesidad de amarte, de perderme contigo en esa hora mágica y virtual que es nuestro mundo secreto. Tu voz y tus palabras se confundieron con mis sentidos, todos estaban en alerta, mis ojos imaginando tu pelo, tu barba, tu boca y, en mi pensamiento, mi tacto jugando a acariciar tu piel —siendo la mía— mi boca deseando mezclar mi saliva con la tuya, siempre creo que tu aroma se unirá al mío transformándose en almizcle.

Amado mío, no dejo de pensar en nuestra conversación telefónica, tu voz me cautiva, necesito de este momento mágico, eres tan dulce y tan dueño de tus palabras que se van filtrando por mi estado de ánimo hasta que toda yo empiezo a morir por poseerte, sentía que no me era suficiente una boca para recorrer tu cuerpo, deseaba penetrar en tus venas, nadar en tu sangre, bebiéndote lentamente, gota a gota, dejando que entres en mi, tal cual eres, con todo tu amor y tus instintos. Mi cuerpo era una invitación a vibrar, a gozar, una invitación a morir de amor abrazándonos el alma. Todo esto lo provocaste con tus palabras, palabras sin ninguna carga erótica, simples palabras de cariño, de acercamiento, de contención, de interés, de paciencia. ¿Me explico bien, amor? ¿Te das cuenta de cómo vas penetrando en mí? Amor, con esas palabras hiciste que te deseara hasta el delirio, busqué en mi mente las descripciones que tan bien haces de todo lo que nos gusta cuando nos amamos y, oyéndote murmurar esas palabras de amor, pidiéndome más y más cercanía, cedí. En mi oscuridad habitacional premeditada, de la nada, como una luz apareció tu imagen a mi lado y me vine contigo abrazada a tu cuerpo, me colgué a tu voz, a tus suspiros como una gata caliente.

Fue un momento mágico, un momento vivido en otra dimensión, darte mi amor por teléfono fue perder el control de mi realidad, fue entrar en tu piel obviando la inmensa distancia que nos separa, fue amarte más allá de lo imaginado, fue sublime. Nuestras palabras hasta hace pocos días, mudas, únicamente escritas, desde hace pocas semanas están cobrando vida y sonido, obrando maravillas; oír la musicalidad del te quiero, en tu voz, le dio más vida a mi vida. Gracias mi amor por quererme, por ayudarme a ver el porqué de mis reacciones, por aceptarme con todos mis defectos. Aún no encuentro la manera de serenar mi espíritu, finalizada nuestra charla telefónica, me quedé tendida sobre la cama pensando en tu voz, en tus palabras, buscaba la forma de atrapar ese momento glorioso, no quería que ningún detalle se borrara de mis recuerdos y, de pronto comencé a llorar, no estaba triste, todo lo contrario, pero tampoco mis lágrimas tenían un origen en la alegría de ese instante compartido, no pude encontrar la razón de mi llanto, es extraño, pero no es la primera vez que me sucede, en otras ocasiones, después del éxtasis, de la pequeña muerte pensando en vos, en tus manos, en tus palabras, también he llorado.

Cuanta razón tienes al decir que el placer de nuestra piel se agiganta cuando conscientemente demoramos cada uno de los actos que nos llevan a la culminación de nuestros deseos. Coincides plenamente con tu enemigo que dice: "Lo lento, lo formal, lo ritual, lo teatral, eso es lo erótico. Es una espera sabia, la precipitación nos acerca al animal, más bien." Mario Vargas Llosa, en su libro Los cuadernos de Don Rigoberto.

Tus palabras describiendo nuestros  instantes culminantes son imaginativas, son una caricia; la forma en que me lo cuentas, tienen vuelo, tienen fantasía, puedo interpretar en mi piel las caricias de tu mano, seguramente de esa mano salió toda la energía que guiaba la mía en la búsqueda del éxtasis. Nuestros actos de amor tienen poesía, nunca imaginé poder amar de esta manera, ni en el más creativo de mis sueños pude encontrar imágenes de tamaña belleza. La delicadeza de nuestras palabras, la finura de la puesta en escena, la risa franca y despreocupada de ambos por los vocablos desvergonzados, puras barbaridades que conforman la belleza de nuestro acto de amor. Responder a tus palabras y, hacerlo con otras que estén a la altura de la tuyas, se torna una tarea de alto riesgo, es como caminar por un campo minado de besos, de azotes íntimos, de caricias libidinosas, es como encarar desafiante al viento de la pasión, es como nadar en un mar de secreciones amorosas, termino deseando remontar la ola del apasionamiento y el abandono más maravilloso en esos momentos brutalmente mágicos que una mujer puede sentir.
J.F. Delacroix
© Lluís Busom i Femenia
  

Dessins Auguste Rodin
Musée Rodin, Paris
Tout au fil de sa vie, c'est avec la complicité d'Eros que Rodin façonna son oeuvre. Ses sculptures comme ses dessins sont un hymne érotique, qui suscitèrent bien souvent le scandale en leur temps...



jueves, 20 de octubre de 2016

LA SOMBRA ENCADENADA




Ognuno sta solo sul cuor della terra, trafitto da un raggio di sole: ed è subito sera.  Solitudine | Ed è subito sera | Salvatore Quasimodo



La sombra encadenada
Cuantas veces en mis paseos solitarios, paseos de reflexión, tú te presentas de improviso acaparando mi mente. Un tiempo de íntimo recogimiento en que se agolpan tus palabras de ayer entrelazadas con las mías, también de ayer y las de hoy. Me gusta pensarte mientras paseo por nuestros jardines de Vil·la Amèlia, me encanta este nombre desde que ambos profundizamos en conocer la etimología de su nombre y, entre las varias que existen, escogimos la más afín a nosotros: nombre que deriva del griego amalh (amále), forma femenina de amalov (ámalos), que significa, tierna, delicada y sensible..

Jardines donde hace años adoptamos a nuestro amado árbol, el Ginkgo biloba, el árbol que tantas complicidades vividas esconde de nosotros. El Ginkgo es el símbolo de nuestra interpretación del realismo mágico, de él extrajimos la esencia de nuestros escritos en los que su finalidad no era la de suscitar emociones, sino expresarlas. Fue nuestra cómplice actitud frente a la realidad, hasta que tu rayo de sol inesperadamente anocheció y la fría oscuridad eterna te envolvió.

El Ginkgo, es considerado el testigo del tiempo. Darwin llamó a este árbol con toda propiedad —fósil viviente— pues está considerado como la especie superior viva más antigua del planeta. En la milenaria China es valorado por su carácter mágico y sagrado, pues es una representación viva del cosmos, con sus elementos sombríos y luminosos, dinámicos y estáticos, que están en continuo equilibrio entre fuerzas opuestas. El Ginkgo representa la dualidad del mundo: el principio masculino y el femenino, el cielo y la tierra, lo visible y lo oculto, el Sol y la Luna, el Yin y el Yang. La naturaleza es obstinada en sus enseñanzas, tiene muchos recursos y es sorprendentemente sabia. Las especies, para no extinguirse, mutan, se hibridan, se adaptan a nuestras agresiones, hibernan, estivan, las mejores y las más fuertes sobreviven. No todo está perdido.


Nuestro Ginkgo es un bello ejemplar de muy pocos años, unos diez. El Ginkgo es un árbol dioico, el cual tiene sólo flores unisexuales; existiendo árbol femenino y masculino. El nuestro, es un árbol masculino situado en el extremo Noroeste del recinto y, al caminar, en un día soleado, en mis paseos de íntima soledad, abstraído en mis cavilaciones de tiempos vividos, llego a imaginar que la sombra que proyecta mi persona, es la tuya. Es como sí nuestro Yin-Yang se fundieran en una sola dimensión, en una sola persona. Es como llevarte de paseo conmigo, un paseo placentero en el que no solamente me acompañas en mis pensamientos y en mis recuerdos, sino que la sombra proyectada en el suelo tú siempre estás cercana a mí. Unas veces por el efecto de la elevación cenital del sol, eres una sombra pegada a mí, intensamente pegada a mí; una sombra casi invisible para las demás personas y, en otras, al finalizar la tarde, eres una sombra muy alargada, descaradamente despreocupada, juguetona, casi una sombra exhibicionista e independiente de la mía, como sí el secreto que mantenemos de que no nos vieran juntos hubiera desaparecido.

En mi paseo tranquilo y cuando el sol ya está declinando y queda poca gente en el recinto de los jardines, mi pensamiento se sobresalta porque te percibo más provocadora y despreocupada que nunca, ya que en ese momento aparece en ti todo el vigor de mujer coqueta y desenfadada. Tu risa se hace presente, tus guiños cómplices me apabullan, pienso en la mujer juguetona que siempre has sido, esa mujer osada y cariñosamente atrevida y descarada. Has sido una mujer transgresora que encuentras vida en todo lo que te rodea. Eres una sombra encadenada pero juguetona, revoloteas alrededor mío separándote de mis pies, haciéndome enfadar, provocándome hasta el infinito para que mi nerviosismo del momento se vaya acrecentando. ¡¿Cómo explico yo a la gente que pueda vernos que mi sombra no está unida a mis pies?! Mi enfado es transitorio porque sé que después en nuestro íntimo recogimiento lo aplacarás con todo el cariño y, mi enfado provocado por ti, será el acicate de todo ese proceso maravilloso de mimos, caricias y tú, que sabes pedirme perdón con toda picardía, me desarmarás como otras tantas veces hiciste en vida. Ahora tu lúdico acercamiento me hace recordar tus generosas y amorosas palabras de siempre: lo mejor de nosotros está en las reconciliaciones.


Estar contigo por unas horas Smot —aunque sea en mis pensamientos— tal como tú me decías: no es poca cosa. Sin duda esos momentos de íntima reflexión tienen la grandiosidad de que pervives, todavía existes y estás cercana. Tengo que reconocerte la feliz influencia que has tenido y has proyectado en mi vida. Perdurable y vivo es el afecto y el cariño que nos tuvimos.

—Amado mío, tus palabras, —las que  ahora forman tu escrito—, me llegan y me reconfortan saberlas desde la fatal lejanía impuesta e irreversible, pero no desde el olvido. Seré, sí tú lo deseas, tu Josefina, tu fiel amante y me tendrás junto a ti para siempre. En este etéreo contacto todavía percibo la ternura y el afecto que hay en tus palabras. Gracias amado mío, déjame terminar este extraño escrito tuyo con unas palabras mías cuando —nuestra lejanía era cercana— tu me escribiste una bellísima reflexión bajo el epígrafe “cuando se acabe el mundo” y yo te decía: Me encanta tu razonamiento y tus palabras y, sí pudiera firmar un contrato para que el final de mi vida fuera el que tu me describes, lo haría. Recuerda, amor mío: mon manège à moi c'est toi!!!
© Lluís Busom i Femenia





lunes, 10 de octubre de 2016

EL JARDÍN SECRETO EN UN TEJADO DE PARÍS


Le jardin caché sur le toit de Paris
El jardín secreto en un tejado de París es un jardín que se esconde en el corazón de la ciudad de París. Es el jardín elegido por dos amantes para entregarse su amor por primera vez. Es un jardín suspendido, encaramado sobre el tejado del edificio de la casa Hermès, en el número 24 de Faubourg Saint-Honoré, en el VIII Distrito de París situado en la orilla derecha del río Sena. También es conocido como distrito de l'Élysée, dado que en él se encuentra la residencia del presidente de la República. 

El amor consiste en dos soledades que se protegen, limitan y procuran mutuamente hacerse felices.  Rainer Maria Rilke.

Que hayas usado tu faceta de escritor, en lugar de proponérmelo por teléfono, es divino. Lo encuentro romántico, tierno, dulce como el mejor de los sabores dulces. Tus palabras escritas con la premisa "Propuesta", son para mí una cesta repleta de flores, diferentes flores a descubrir y a disfrutar. Por otra parte me gusta tanto este mundo del negro sobre blanco y de su consistencia en el tiempo que he aprendido a valorar cada letra, a respetarlas como si tuvieran vida, como sí no precisaran de mí para formar las palabras que necesito. Tus palabras escritas cada día las quiero más, ya que me ayudan a estar cerca de ti. Son ellas las responsables de nuestro encuentro, de nuestra continuidad y, ahora, son portadoras del mejor mensaje de amor que pudiera esperar.

Seguramente mi comentario sobre "Le jardin sur le toit de la Maison Hermès" era subliminalmente una invitación a encontrarnos en ese jardín, no lo sé con certeza pero fue un sueño que imaginé mirando ese mapa de la Rue Faubourg Saint-Honoré, seguramente pude hacerlo porque es tanta la fuerza con la que vivo nuestros escritos que tengo alas en la mente. Como siempre lo nuestro se engrana como los eslabones de una cadena. Tú, amado Lluís creas ese mapa que encuentro adorable y yo me enamoro de la imagen. Me haces volar con el pensamiento, vuelo muy lejos y describo mi vuelo como mujer, como tu mujer y el sueño se agiganta. Es evidente que tú con tu propuesta le sumas más eslabones a lo que ya era nuestro sueño y adquiere consistencia, como siempre entramos en nuestro mundo Moebius.

Me sorprendes, me ilusionas, me conmueves y te lo escribo con toda la emoción del momento, la misma que sigo sintiendo en ese instante mientras te escribo. Ahora estoy adivinando donde están las letras porque no puedo ver las teclas, ya que estoy llorando, no me preguntes, porque no sabría decirte que fibra tan íntima has tocado para que me pase lo que me está pasando. Soy tan romántica, boluda, que se me ocurre pensar en los amantes del Siglo XIX y en sus cartas con alguna señal de una lágrima sobre el papel y me pregunto: ¿Dónde van las lágrimas de nosotras las amantes por Internet?

Por cierto tu propuesta, como corresponde, está esperando una respuesta; es cierto que ya la conoces, pero te debo confirmar que estoy feliz y que, como siempre, pienso que un sí es una palabra muy poco contundente. Lluís, amor mío, quiero con todo mi corazón hacer realidad tu propuesta, quiero pasar unas horas, unos días a tu lado, quiero amarte con todo mi cuerpo, quiero impregnarme de vos y me dure el resto de mi vida, aunque no podamos vivir juntos porque nuestras vidas están demasiado hechas, pero no renunciemos del todo, dejemos una ventana abierta a lo posible, no te quiero renunciar... Quiero, con toda mi alma, realizar este sueño, seamos inteligentes, sabios, precavidos y discretos en cada uno de nuestros gestos, de nuestros actos para que mi entorno familiar no me descubra; soy una mujer casada y debo guardar las apariencias. Amor mío, más allá de la poesía y del romanticismo que me ha prendado esta noche, más que otras, te digo abiertamente que acepto con todas las consecuencias tu propuesta con todo mi corazón. París será nuestra ciudad.

Mi vida, siempre seré tu Smot, ese término cariñoso con el que me bautizaste. Ahora que ya sabemos donde se han de dirigir nuestras almas, ahora que ya sabemos el día de nuestro encuentro dame tu mano y caminemos unidos en el pensamiento, andemos inmersos en las ilusiones, andemos unidos para complacer nuestros deseos. Mis ojos son los tuyos y en tu consentimiento, los tuyos son los míos; miremos la vida con ojos jóvenes, sintamos la omnipotencia de poder grabar eternamente este instante como un deseo único y perpetuo. Debes saber que valoro mucho tus escritos, amado Lluís, que admiro tu ingenio, para mí eres luz, te quiero amado mío. Créeme, estás en mi, todo el tiempo y, cada vez que puedo vuelvo sobre tus escritos y me sumerjo en ensoñaciones; nos entendemos con palabras, nos abrazamos con palabras, nos amamos con palabras, por suerte tú tienes tantas para darme que me siento amada y una mujer privilegiada. Quiero hacerte sentir lo mismo que tú me provocas dándote las mías. El sol ya no tiene lugar en esta historia, son las tímidas estrellas que cortejan a una tenue y pálida luna, testigos de nuestro deambular parisino en busca del mejor de los jardines que nos acoja y nos dé la intimidad buscada. Ese lugar donde podemos sentir que nuevamente somos Eva y Adán, sin el peligro de la serpiente y con la libertad de saborear los frutos del árbol del bien y del mal.


   Notre livre Rayuela et una feuille de Ginkgo biloba du Parc Monceau Paris

Al igual que los personajes descritos por Julio Cortázar en Rayuela, — la Maga y Oliveira—, en su rítmico desenfreno sensual y en su convulsa vida de amantes, nosotros —los protagonistas— compartimos, en nuestro encuentro parisino, la atracción de visitar locales, itinerarios y hoteles que están descritos en Rayuela. Participando de sus lecturas: (...) "a la Maga había que besarla profundamente, incitarla a nuevos juegos y con la reconciliada, crecía debajo de él y lo arrebataba, se daba entonces como una bestia frenética, los ojos perdidos y las manos en el cuerpo de Oliveira exigiéndole las servidumbres de la más triste puta, le hizo beber el semen que corre por la boca como desafío al Logos, le chupó la sombra del vientre y de la grupa y se la alzó hasta la cara para untarla de sí misma en esa última operación de conocimiento que sólo el hombre puede dar a la mujer y la tuvo entre los brazos amándola intensamente." (Rayuela - Capítulo 5)

Estamos embebidos de los personajes de su novela y buscamos un marco especial para culminar nuestro encuentro en una tarde noche de amor apasionado. En nuestra búsqueda construimos pequeños mundos paralelos que son en esencia como nuestros escritos envolventes, en que la piel y los sentidos, conforman un universo propio. Ahora, en París, los dos juntos somos amantes de pleno derecho, se acabó la virtualidad, ahora tenemos la ocasión de entregarnos físicamente a nuestro amor. Llevamos años soñando con este momento de encuentro, para realizar en el jardín elegido el mismo sueño descrito en palabras en nuestra intensa relación epistolar; palabras que nos han permitido saber de nosotros, un todo y una nada, un todo íntimo y una nada de vida en compañía, pero todo un universo de sentimientos. 

Ahora, amor, el tiempo de la ilusionada convivencia es nuestro, nos pertenece. Amor, Je suis fou de toi, me siento maravillosamente bien contigo, me gusta cuando jugamos a quitarnos la ropa, cuando mis palabras van describiendo lo que estoy haciendo con tu cuerpo y siento en mis entrañas lo que tú haces con el mío, adoro ese tiempo infinito en que tú dedicas a mi cuerpo. Cada segundo que tus labios besan, mordisquean o lamen mi piel me sumerjo en un tiempo cóncavo convexo delirante de placer. Son espacios de tiempo sublime en los que encajamos a la perfección. Me gusta tanto cuando terminamos abrazados notando tus jadeos y el calor de tu cuerpo; en ese instante el mundo se podría acabar, y me daría igual porque lo que experimento contigo es realmente el goce supremo.

J'adore qu'on se chuchote tout bas des mots d'amour. Me fascina que me hables en secreto murmurando cuando tus palabras susurradas nacen del fondo de tu ser y tienen un tono sombre, un peu obscur, tienen algo de prohibido. Me encanta jugar con mi hombre y abrir esa camisa rosa; eres ma petit pervers, ma petit salaud, le roi de la débauche. Me siento pequeña, me siento felizmente indefensa esperando en mi estruendoso silencio te comportes como un verdadero degenerado...

Mon chou, el jardín es nuestro! Nuestros deseos íntimos tantos años alimentados en explícitos escritos, por fin estamos en París para culminar nuestro amor. Es tiempo de mirarnos a los ojos, de abrazarnos y sentir el calor de nuestros cuerpos. Caminar asidos de la mano vamos adquiriendo, en ese encuentro premeditado, el inevitable nerviosismo y el apasionamiento de un amor secreto en una tarde noche de verano que es consumado en un escondido y secreto jardín parisino... le jardin caché sur le toit.

La ciudad, nuestro París ha oscurecido y el jardín secreto queda únicamente iluminado por unas guirnaldas de bombillas entrelazadas en los árboles del jardín; un manzano, un peral y un espléndido magnolio florido, da al jardín la calidez y la fragancia envolvente de sus flores; un acogedor rincón que permite pensar que estamos en el corazón de un pequeño paraíso. Las flores de magnolia son muy perfumadas y su delicado aroma predispone nuestra piel para un abrazo de lo más íntimo.


Este amor que sentimos lo hemos vestido durante años de virtualidad con alas de nuestra imaginación, alas etéreas, translúcidas y livianas pero increíblemente poderosas cuando remontamos el vuelo en busca de la pasión; en el paseo por nuestro jardín eso lo saben, son testigos, los dos querubines que franquean la pequeña escalinata del jardín sobre el tejado de París, lo saben y nos envidian, porque desde su estatismo glorioso, desde su mueca de alegría y superioridad han sentido el calor de nuestros besos poderosos, besos tan apasionados como si fuera el beso de Chagall a Bella, al igual que la representación en su cuadro, nos permiten flotar entre las rosas, manzanos, perales y magnolios de nuestro Edén particular.

Abrázame amor, piérdete en mi pelo y yo lo haré en tu barba, me encanta despeinar tu pelo blanco, juguemos a descifrar nuestros aromas, nuestros olores, fusionados con el perfume de las últimas magnolias blancas del fin del verano y de las escasas peras y manzanas que se resisten a caer de sus árboles. Bésame amor, embriágate con mi aroma de mujer, de hembra deseosa de tu cuerpo, siente como mi boca, espera a la tuya, palpita mi entrega en un beso, antesala de mi rendición total, siente mi lengua como se acaricia con la tuya, como le dibuja los mimos y los roces que nuestros cuerpos reciben sedientos de placer. 


—Trágame amor, soy tuyo Josefina, bébeme en exceso, quiero que los ángeles se derritan de envidia o echen a volar henchidos de placer. Esta noche parisina ya es sólo nuestra, nos pertenece; la hemos soñado tanto, la hemos sublimado tanto que, ahora, sí podemos decir con rotundidad que la realidad es más imaginativa que la ficción. Ahora, sí estamos unidos los dos en uno, como la hoja del Ginkgo biloba descrita en el poema de Goethe.

Ven amor, volvamos a perdernos entre las hojas, los pétalos y los frutos de nuestro paraíso. Quiero llevarte debajo del manzano, quiero ser tu venus sumisa, quiero regalarte la mejor de mis caricias, esa que ambos siempre deseamos, esa caricia que como premio tiene la esencia de tu amor. ¡Siénteme, siénteme con todos tus sentidos! Mírame radiante de lujuria, toca mis cabellos y mi piel, vibra con mis caricias, amor te estoy amando, relájate en este hermoso banco mientras tu Venus de rodillas te venera, soy eternamente tuya, dame todo lo tuyo que es mío, dámelo amor y piérdete en mí, entrégame tu alma. ¡Te quiero mío! Aquí entre las rosas y bajo este cielo parisino. Soy tuya amor, mientras percibo tu esencia en mi boca, alas de mariposa fluyen y me embriagan rendida a tu amor. Soy tu amante y lo soy en cada una de todas las palabras que te dedico, un beso Chagall, ese que puede hacernos volar, ese que gracias al amor permite que los amantes despeguen los pies de la tierra.


Ven amor mío, caminemos abrazados entre las plantas de nuestro jardín, acerquémonos al vigilante caballo y a su orgulloso jinete y junto a ellos, en ese vértice que señala el límite de nuestro universo, apóyame contra las columnas de la baranda, vivamos estos momentos irrepetibles con nuestros cuerpos abrazados. Permíteme que mi cara mire la luna, mientras tu cuerpo de hombre marca su presencia en el mío, apriétame mi cielo, y vuelve a besarme, con un beso azul, un beso monocromo, un beso que nos funda y nos transforme en cielo, en ese trozo de firmamento donde la luna ilumina nuestros cuerpos. Mi vida, he volado en lo más hondo y en lo más alto, tan alto que casi he tenido una pérdida de consciencia, “la petite mort”, la llaman los franceses, pero muy grande ha sido que matándome me ha hecho renacer todavía más mujer.
© Lluís Busom i Femenia



Josefina & Lluís

El relato que acabas de leer podría ser el final de una historia de amor, no lo es, si fue la consumación de un deseo mutuo, pero no el final. Muchos otros escritos hacen referencia a la misma persona, a Josefina, algunos, son escritos compartidos y la mayoría en homenaje a ella, a la gran persona con la que compartí vida. El escrito sobre el encuentro en un jardín parisino fue únicamente el final de una etapa, un tiempo maravilloso culminación de muchos sueños escritos de una relación epistolar y telefónica hasta que la convertimos en realidad en el encuentro en París. Ciudad en la que pudimos conocernos en una estancia de muy pocos días. Después la relación prosiguió por los mismos caminos como los que iniciamos nuestro vínculo.
.
En mi blog los relatos se han ido escribiendo a los largo de varios años —una gran parte escritos hace pocos meses— y que, en su conjunto dan forma a una historia de amor entre dos personas, separadas por doce mil kilómetros de distancia: Josefina, residente en Argentina y el que escribe, catalán, residente en Barcelona. Una aventura amorosa iniciada por Internet y que, a la edad que nos empezamos a escribir parecía una temeridad —temeridad que analizada por ambos— no nos quedó ninguna duda que era una maravillosa temeridad a la que no queríamos renunciar a nada. Emprendimos nuestra segunda juventud, teniendo plena conciencia de nuestra situación, ya que nuestras vidas estaban totalmente encauzadas y hechas. Todo y así nos adentramos en un universo de sentimientos que produjo entre nosotros una intensa vida paralela a la que cada uno de nosotros vivía.
.
Hay un cierto orden cronológico en mis escritos, a excepción del escrito sobre el fallecimiento de Josefina que está en primer lugar y el escrito ‘El Jardín secreto sobre un tejado de París’. A partir de estos dos primeros todos los demás están ordenados cronológicamente. Todos los relatos aunque están separados como argumentos únicos, no lo son. Forman parte de un historia real, vivida con una mujer que, por desgracia ya no está entre nosotros. Todas las narraciones juntas forman parte de las vivencias con ella, son las palabras que dos personas —las de Josefina y mías— que compartimos mediante escritos diarios y conversaciones telefónicas durante muchas horas a la semana durante casi cuatro años. Una historia de amor fructífera, que a los dos nos enseñó que en la vida todo empieza y nunca se termina hasta que como dice el poema de Salvatore Quasimodo “Ed è subito sera” Ognuno sta sul cuor della terra, trafitto da un raggio di sole: ed è subito sera. “Cada uno está solo sobre el corazón de la tierra traspasado por un rayo de sol: y de pronto anochece. 
© Lluís Busom i Femenia



   Adiós Josefina | Adiós Smot
  29/01/2016
  Necrológica: El día que el cielo bajó a la tierra y la noche envolvió tu alma.


  El jardín secreto en un tejado de París
  10/10/2016
  Recuerdo póstumo de un tiempo vivido. Culminación de un sueño.



  Cóncavo convexa | Cartas de una cercana lejanía
  7/07/2017
  Correspondencia de tiempos intensamente felices.

  

  La Rayuela de las palabras
  4/09/2017
  Declaración de amor. Rememorando mi primer escrito.



  La sombra encadenada
  20/10/2016
  Recuerdo póstumo. 
  Caminando por los jardines donde adoptamos el árbol Ginkgo biloba.



  EVA & ADÁN | Un día en el Paraíso
  25/08/2015
  Un escrito con aportes de Josefina. 
  Queda reflejado en Eva el fuerte carácter de  Josefina. 
  Adaptación de la obra de Mark Twain, The Diaries of Adam and Eve (1893)



  Oda al Ginkgo biloba | A los amantes Goethe & Marianne
  18/12/2015
  Un escrito de Josefina y mío. Publicado dos días después de su muerte.



  Nadie encuentra lo que no está buscando.
  22/12/2015
  Escrito póstumo. Pensando en cómo nos encontramos, por qué nos conocimos.



  Nelson Algren & Simone de Beauvoir | El cosmos ficticio
  8/03/2014
  Un escrito compartido con Josefina. 
  Los personajes somos nosotros enmascaradamente.
  De Barcelona a París, dos cuerpos que traspasan un cuadro. 
  Una metamorfosis inexplicable que nos permitió adentrarnos en París.



  Eva & Adán, 24 horas en París
  18/01/2013
  Escrito a dos manos por Josefina Basualdo y Lluís Busom
  Al final del escrito hay el Making-Of, explicando nuestras complicidades.
  Tiempo en que lo redactamos, ya fuera por teléfono o por escrito.


  El capitán Voltarén
  29/11/2012
  Un viaje por el alambique del amor hasta la ventana de la casa de Josefina.
                                                                                                                    

  Amar a un ruiseñor...
  24/09/2012
  Escrito declaración de amor a Josefina y propuesta de escribir juntos.


  GINKGO BILOBA, Quiero a ese árbol...
  3/09/2012
  Mi primer escrito a Josefina y al amor que sentía por el árbol Ginkgo biloba


  Cala Piccola
  30/06/2012
  Un sueño posible construido con palabras y deseos de Josefina.