lunes, 14 de junio de 2010

Afganistán, un tesoro bajo sus entrañas.


Uno que es más escéptico que creyente encuentra, en las noticias de los periódicos, pocas noticas que no estén condicionadas por algún interés económico y que, con toda seguridad, provienen de algunos de esos despachos ignotos y confortables en los que se decide casi todo lo que la humanidad consume. Toda decisión tomada por un gigante inversor tiene, por lo general una componente económica, un desmesurado aprovechamiento de los recursos naturales y en una planificación de su extracción fundamentada en la explotación y comercialización de esos recursos.

Esos recursos a explotar, por lo general ya pertenecen a alguien, posiblemente sin que él sepa lo que tiene bajo sus pies. Eso es lo que ocurre con muchas guerras y ocupaciones por estados poderosos de territorios que no les pertenecen. Hace un siglo o dos, todo era mucho más fácil, se conquistaban los territorios y se establecían unas compañía de ferrocarril que era una de las formas de hacer negocio, dando la aperiencia de contribuir al desarrollo del país ocupado. Pero eso ya es muy difícil, ahora se inventan guerras que nadie, en su sano juicio, entiende.
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Los estados se mueven guiados por esos poderosos gigantes inversores, de ahí nacen como si fuera la avanzadilla de una prospección de mercado, una guerra. Digo bien, una guerra en la que mueren muchísima gente, guerras que se hacen en nombre de la libertad, de la justicia, de la democracia, en fin, todo se hace en nombre de la humanidad, se mata para hacer el bien. Y muchos países ponen su Estado al servicio de esta causa, secundando con ayudas humanitarias, a contribuir en el desastre bélico.

Afganistán es un buen ejemplo, nadie sabe quién empezó y el por qué tenemos una guerra, o un conflicto, o un asesoramiento militar en ese país. Resulta que es un país miserable, sin carreteras, sin trenes, sin ciudades y todos allí para convencer a su población de que tienen que aceptar la democracia a sangre y fuego. Nadie entiende qué hacemos y, por qué pagamos un tributo en vidas humanas, sin saber el por qué de nuestras acciones.

Pero caramba, ahora descubrimos que en Afganistán, tiene una riqueza inmensa, que su tierra esta plagada de riquezas mineras y que hay una que la distingue de todas las demás: el litio. Resulta que, entre otros minerales, escasos y valiosos está el litio, un mineral indispensable para fabricar las baterías de los teléfonos móviles. Expertos americanos han dado una cifra del tesoro que encierra el suelo de Afganistán, dicen que puede alcanzar el BILLON de dólares. La industria automovilística necesita el litio para el desarrollo del coche híbrido combinación con el coche eléctrico necesitado de batería de litio, para los ordenadores, etcétera, dicen que es el mineral indispensable para el desarrollo de la humanidad...

Cualquiera puede comprender que si ese grupo americano se atreve a dar esa cifra descomunal, es porque sabe que hay muchísimo más. La cifra que ha saltado a la luz pública debe ser irrisoria con la riqueza que en verdad debe encerrar. Imagino que ya se ven extrayendo y distribuyéndolo por todo el mundo civilizado. Ahora ya somos muchos que comprendemos el por qué se está combatiendo en ese desgraciado país. Se lucha por lo de siempre, se masacra por lo de siempre, por el dinero, esa es la razón y no otra.

Luis Busom Femenia