miércoles, 27 de julio de 2011

VICENS, UN SOLDADO DE LA QUINTA DEL BIBERÓN

 
    Fotografía de Robert Capa
   
Busco en la muerte la vida, salud en la enfermedad,
en la prisión libertad, en lo cerrado salida y en el traidor lealtad.

Pero mi suerte, de quien jamás espero algún bien,
con el cielo ha estatuido que, pues lo imposible pido, lo posible aún no me den.
[Busco en la muerte, vida. Cervantes]


En aquest escrit en el qual parlo principalment sobre la vida i l'afusellament d'un familiar meu —Vicens— sentència dictada pels judicis franquistes de l'any 1940. També parlo sobre la sentència del President Lluís Companys i Jover, avui, 29 de juny del 2017 s’ha fet reparació a tots els familiars pel Parlament de Catalunya en que ha anul·lat per unanimitat els 63.961 judicis franquistes en una decisió històrica. El parlament ha fet un gest de sobirania contra una legalitat imposada.

En este escrito en el que hablo principalmente sobre la vida y el fusilamiento de un familiar mío —Vicens— sentencia dictada por los juicios franquistas del año 1940. También hablo de la sentencia del Presidente Lluís Companys i Jover, hoy 29 de junio del 2017 se ha hecho reparación a todos los familiares por el Parlamento de Cataluña en el que ha anulado por unanimidad los 63.961 juicios franquistas en una decisión histórica. El Parlamento ha hecho un gesto de sobiranía contra la legalidad impuesta.


Tengo en mis manos un escrito que es un pedazo de vida, un trozo de papel conmovedor. Es una postal de correos –dirigida a mi padre— de su sobrino Vicens. Lleva fecha 27 de agosto de 1940. Es un escrito desde la prisión, desde la Sala Primera Pilatos’, la prisión provincial de Tarragona. Cuando Vicens escribió esta postal tenía 19 años, dos años antes lo habían llamado a filas para combatir por su país para defender a la República frente a unos rebeldes fascistas alzados en armas contra todo un pueblo. Escasamente tuvo una semana de instrucción militar y después fue enviado al frente con la ‘Quinta del biberón’. Se cree que el nombre de la Quinta del biberón se debe a Federica Montseny, refiréndose a todos ellos: «¿Diecisiete años? Pero si todavía deben tomar el biberón»

Después de meses de lucha y sufrimiento en la Batalla del Ebro cayó prisionero. A su edad con pocos meses se hizo hombre, estuvo en las más cruentas batallas, en la Sierra de Pándols y en la Sierra de Cavalls, donde hubo el grueso de la mortandad de Catalunya. Muy cerca de tierras de Gandesa y pueblos de alrededor. Vicens había nacido muy cerca de donde se combatía, en Vilalba dels Arcs, pueblo en el que también hubo combates terribles en que las mismas calles del pueblo, las cuales se convirtieron en posiciones de combate, de uno y otro ejército.

Después de haber sido hecho prisionero, su vida se convirtió en un calvario. Padecimientos de toda clase, humillaciones y vejaciones de todo tipo. Como a tantos otros se ensañaron con él, hasta que finalmente fue encarcelado en la prisión de Pilatos en Tarragona. Se pasó muchos meses esperando la sentencia que lo tendría que condenar por el sólo hecho de haber combatido como soldado de su país. En la cárcel Vicens temía por su vida, las sentencias de otros compañeros condenados hacían presagiar lo peor. Las esperanzas de que no fuese sentenciado a muerte eran escasas. 

Todas las peticiones de indulto promovidas desesperadamente por su familia se habían encontrado con el muro de la incomprensión, la indiferencia y hasta de la maldad más absoluta. Todos los pasos realizados por su madre y familiares, solicitando el aval de su inocencia frente al alcalde, al que conocía a Vicens de niño y, al capellán del pueblo, ahora convertido en cura y jefe de la Falange ignoraron las peticiones de una familia desesperada solicitando el certificado que avalase la inocencia de su hijo. Todo fue en vano, ninguna ‘autoridad’ del pueblo salió en defensa de Vicens. Ninguno de ellos quiso certificar que el chico no se había metido jamás en política. Al contrario los informes del alcalde y del cura fueron adversos, con su papel de denuncia se vengaban de su padre que éste sí se había declarado políticamente socialista. Pero como había huido a Francia, hicieron pagar a su hijo las ideas políticas de su padre.

En esta postal dirigida a mi padre, su último escrito —censurado como toda correspondencia de la prisión— es una postal con una escritura comprimida, el aprovechamiento del espacio de la postal es total, son veinte líneas de apretado contenido, transcribo algunos párrafos:
"(...) Luis, mi hermana me ha enterado de todo, cosa que lo celebro muchísimo, yo francamente no sé como expresarte mi agradecimiento. Creo que pronto vendrá ese día que te lo diré personalmente, no obstante espero que harás lo posible para que todo se arregle. El avión que te he enviado es para Luisito, mi deseo hubiera sido hacer otros para las niñas, pero las circunstancias y la pesadilla que estoy viviendo no me lo permiten. De tantísimas cosas que quiero decirte, ahora, no me acuerdo de nada, pues como podéis ver por la letra estoy muy nervioso. El paquete de comida me ha llegado bien. Recibid el cariño de vuestro primo. Vicens."
Yo, de niño amaba a Vicens, recuerdo perfectamente los juguetes construidos en la cárcel para mí, eran verdaderas maravillas construidas en madera que durante los años que estuvo en la cárcel construyó. Recuerdo que Vicens me regaló dos piezas únicas, un cochecito pintado de rojo, un Hispano Suiza y un avión biplano de combate pintado en gris, en aquellos tiempos en que no existían las miniaturas industrializadas eran verdaderas joyas, réplicas de las máquinas de aquellos tiempos. La historia de esos aviones y, de la noticia recibida, cuando era un niño, del fusilamiento de mi primo Vicens están reflejados en una historia de mi infancia publicada en mi blog ''La cajita de jazmín''

La guerra civil y el derrumbamiento de los frentes defendidos por las fuerzas de la república, la inminencia de una derrota sin condiciones se presagiaba. Estas circunstancias son las que tuvieron la culpa de que llamaran, como a tantos otros de su edad, a filas para defender los últimos vestigios de la república. El muchacho fue llamado a filas a los dieciséis años, eran tan jóvenes que a su quinta les fue adjudicado el sobrenombre de "la quinta del biberón", jamás se habían visto en una situación de tanta trascendencia e importancia, ahora, a su edad, eran los primeros niños que tenían, pese a su inexperiencia y juventud, que convertirse en un santiamén en hombres para encarar una guerra, que con toda seguridad, no les pertenecía. De los nacidos en el año 1920 y combatientes de la Quinta del biberón han habido grandes personas que, después han sido notorios personajes como el padre Vicente Ferrer Moncho (Barcelona 1920 – Anantapur, India 2009) y Josep Maria Ballarin, capellán y escritor. Los dos sufrieron prisión y campos de concentración durante la dictadura.



Monumento a la ‘’Lleva del Biberó’’ (Quinta del biberón) situado en la cota 705 en el punto más alto de la Sierra de Pàndols, en el término municipal de Pinell de Brai.

Ese muchacho, de veinte años fue un soldado hecho prisionero en la retirada del frente del Ebro. Entrar en la cárcel sin ninguna explicación entraba dentro de lo normal en aquellos momentos. A toda persona que había mantenido algún tipo de vinculación política o militar con la República se le sometía a un riguroso, aunque arbitrario, escrutinio de su pasado. Durante ese proceso de "depuración" permanecían en la cárcel. Mi primo Vicens fue condenado a muerte en juicio sumarísimo y sin defensa posible. Su delito haber participado como soldado en la guerra en favor de la República de un gobierno legalmente constituido y elegido por su ciudadanía. Ese fue su único delito y las denuncias interesadas de la gente que le conocían desde niño. Las ‘autoridades franquistas’ de su propio pueblo lo castigaron con la muerte y lo hicieron para vengarse de su padre, huido a Francia. Ahora su hijo pagaría con su vida las opiniones y comentarios que su padre había expresado libremente en el casino o en el café. A Vicens, los tribunales fascistas, el alcalde y el cura de su propio pueblo le condenaron a muerte. La prepotencia y la sinrazón de los vencedores se adueñaron de las vidas de muchas familias.

Especialmente dramática fue la situación de las cárceles. Las cifras oficiales, de ahora, indican que en 1940 hubo 280.000 presos en España. El hacinamiento dentro de ellas podían albergar, cada una de ellas, unos 20.000 internos, las condiciones higiénicas y el hambre provocaron que miles de presos murieran en los primeros años cuarenta. Durante diecisiete meses estuvo encarcelado en la prisión de Tarragona, y durante los últimos siete meses estuvo pendiente de que lo llevasen al paredón. Vicens vivió con sus compañeros el infortunio sin saber si por la noche sería llevado o no al paredón.

Los fusilamientos podían realizarse varias veces a la semana: seis, ocho, doce hombres en cada ocasión. Venían a buscarles a partir de las doce de la noche, escuchaban como los carceleros se acercaban por el corredor y, como se detenían delante de alguna puerta. Los guardias entraban y leían los nombres en voz alta, como en una lotería horripilante; los hombres designados tenían unas horas para despedirse de los amigos sin quebrarse y se vestían con entereza. En esta agonía insoportable pasaban los días, las semanas, los meses, siempre sin saber si iban a vivir hasta la tarde siguiente.

Hasta que desgraciadamente llegó su hora y una noche, la siguiente a la fecha de la postal, fue llamado para ser fusilado. Se despidió de los amigos que quedaban, se vistió con lo único que tenía, su traje para el día que saliera en libertad, se vistió disimulando el miedo que le atenazaba. El muchacho murió gritando vivas a la república y a Catalunya, pero esa actitud de su último momento de su vida fue más un acto furioso para revelarse contra la injusticia, que por el ardor patriótico.

La política represiva del franquismo no puede ser analizada sólo desde el coste humano. Más allá de acabar con la II República, el golpe de 1936 tenía como objetivo cercenar el proceso de cambios políticos y sociales consolidados en los años 30. Pero la radicalidad del intento de exterminio de los vencidos no puede explicarse sólo por esto, sino por la concepción de la España de los vencedores, quienes querían crear una “nueva España” sin nada –real o simbólico—que recordara el pasado inmediato, lo que se tradujo en una voluntad de aniquilación de los vencidos, considerados la “anti España”. En este contexto adquieren racionalidad las políticas de depuración, de humillación que se vivieron en pueblos y ciudades, en campos de concentración y en las cárceles. El franquismo realizó en los años 40 un esfuerzo para clasificar a la población en adictos, indiferentes y desafectos. A los indiferentes se los intentó reconvertir, pero para los vencidos la única política fue el sometimiento y el escarmiento.

Sé que hay un proyecto para la pervivencia de la memoria de una generación de catalanes –la de la Quinta del biberón-41-- que sufrieron la guerra civil. He leído que se quiere recuperar las entrevistas y documentos filmados recogidos por Steven Spielberg sobre el Holocausto, un fondo documental con más de tres cientas horas de entrevistas a supervivientes. Todo para englobarlo en un proyecto iniciativa de la Quinta del biberón-41, que recoja historias de personas que padecieron a la edad de 17 años una época atroz, desgraciadamente, la mayoría se quedaron en el camino... 

El Museo del Holocausto de Jerusalén incorporará a su colección 200 mil horas de video procedentes del fondo documental de Steven Spielberg, donde existe una pequeña parte de catalanes de la Quinta del biberón que estuvieron en los campos de exterminio nazis.

En la actualidad, en pleno Siglo XXI, aún tenemos magistrados del Tribunal Supremo como Don Ángel Calderón que, como presidente de la Sala de lo Militar, ha sido el máximo opositor a la revisión de las penas de muerte impuestas por los consejos de guerra franquistas. Se ha intentado rehabilitar a los que, después de terminada la guerra, fueron sentenciados a muerte por consejos de guerra franquistas, con jueces que dictaron sentencias prevaricando, es decir, dictando sentencias injustas a sabiendas. Juicios sumarísimos sin garantía de ninguna clase que llevaron a la muerte a miles de inocentes. 

Hoy en día Companys es el único presidente democrático en el mundo que ha sido condenado a muerte por un gobierno dictatorial sin que haya tenido una anulación de sentencia que le exonere de una sentencia injusta. La justicia española ha rechazado, el pasado año 2010, a través del Fiscal del Estado Cándido Conde-Pumpido el recurso para la anulación de la sentencia que ha sido considerada ‘’legalmente improcedente’’. Es una vergüenza y un insulto que hace que pensemos que la justicia española está edificada sobre unos cimientos franquistas nada democráticos ya que, al no reparar simbólicamente esta injusticia, representa cuestionarse a sí mismos.

A todos los efectos prevalece —según el Tribunal Supremo— que el President de la Generalitat de Catalunya, Lluís Companys i Jover fue condenado a muerte por las acusaciones que figuran la sentencia. Esta sentencia ocurrió dos meses después de la muerte de mi primo Vicens. Es increíble que en una democracia existan magistrados y políticos que presuman de demócratas y recaiga sobre sus hombros la responsabilidad de no haber devuelto el honor al President Companys, a su familia y a toda Catalunya. 


Hace un años escribí en mi blog: 70 años de la detención del President Lluís Companys por la Gestapo.
Lluís Busom i Femenia



Tal vez las palabras que dejó escritas Curzio Malaparte en su novela La Piel (1949) puede hacernos reflexionar. Curzio Malaparte sostiene una visión sarcástica y cruel de la tragedia de la guerra. Dice conocer la razón que ha llevado a Europa al estado en que quedó asolada.


El escritor afirma que no han sido el hambre, los bombardeos, los fusilamientos, las matanzas, la angustia, el terror y, los campos de concentración los que han llevado a los europeos a cometer vilezas. Sostiene que el motivo es otro: ''(...) es la piel, nuestra piel, esta maldita piel. No puede usted imaginarse siquiera de cuántas cosas es capaz un hombre, de qué heroismos y de qué infamias, para salvar la piel...'' En 1949 su libro 'La piel' fue incluido por el Vaticano en el Índice de los libros prohibidos. 
Mi escrito sobre Curzio Malaparte



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