sábado, 1 de noviembre de 2014

GALA Desobedeció a Dios!




Agradecimiento.
Antes que nada quiero agradecer sinceramente a todos aquellos que me habéis leído o habéis visitado mi blog Dialéctica; gracias a vosotros mi blog ha alcanzado las CIEN MIL visitas. Cuando inicié la aventura de “juntar letras” y exponerlas en público jamás pensé en poder llegar a esa cifra; pero igual de sorprendido, satisfecho y agradecido lo estuve con mis primeras diez mil visitas; ahora este comentario me sirve, una vez más, para daros a todos las gracias. Amig@ lector, un fuerte abrazo!

Preámbulo necesario.
Una vez más, me adhiero a la justificación que me proporcionó Mario Vargas Llosa en su libro “La verdad de las mentiras”, en el que viene a expresar que, en la mayoría de los autores, cuando hablan de algún personaje determinado, existe un componente de ficción, aseverando que no cuentan la vida, sino que la alteran, la transforman y le añaden los sueños, las inquietudes y las tergiversaciones que surgen de la imaginación del narrador. Es posible que suceda lo que pronostica Vargas Llosa, en el que muchas verdades pueden parecer mentira y, viceversa, acciones interpretadas sean verosímiles. 

Hablar de Gala más que de Dalí y, en la forma que lo voy a hacer, merece una pequeña aclaración. Siempre me interesó y, en algún aspecto me cautivó, la trascendencia que tuvo esa mujer como musa con sus hombres; ahora me he adentrado en su vida —al menos en una parte de ella— aclarando anticipadamente que, aunque pueda parecerlo, no juzgo para nada el comportamiento de su vida, todo el mundo tiene el derecho a vivirla como quiera y con quién quiera y, por supuesto, tan intensamente como ella lo hizo.
Lluís Busom Femenia 
La Musa prohibida
Grabado de Paul Gustave Doré para El Paraíso perdido, de John Milton

(...) Allí contempla, admirado, la perfección de su forma, y averigua la prohibición que pesa sobre Adán y Eva, primeros seres humanos, de comer el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal. ÉL no exige de nosotros otra cosa que un solo deber, una fácil obligación; que de todos cuantos árboles producen en el paraíso frutos variados y deliciosos, nos abstengamos únicamente de tocar el árbol del conocimiento del bien y del mal.

Eva, embebecida completamente en la fruta, no miraba otra cosa. Le parecía que hasta entonces no había probado nada tan delicioso; ya porque su sabor fuera realmente así, o porque se lo imaginara en su halagüeña esperanza de un conocimiento sublime; su divinidad no se apartaba de su pensamiento. Ávidamente y sin reserva devoraba la fruta ignorando que tragaba la muerte. Satisfecha al fin, exaltada, cual si lo fuera por el vino, alegre y juguetona, plenamente satisfecha de sí misma, habló de esta suerte:

—¡Oh, rey de todos los árboles del paraíso, árbol virtuoso, precioso, cuya bendita operación es la sabiduría!
(El Paraíso perdido de John Milton 1667)


Grabado de Paul Gustave Doré para El Paraíso perdido, de John Milton

GALA | Desobedeció a Dios!
Gala, con el nombre de Helena Dmitrievna Delouvina Diakonova nació en Kazán, República de Tartaristán (Rusia) el 26 agosto de 1894 en el seno de una familia adinerada y culta. Pocos años después se trasladaron a Moscú donde Gala realizó sus estudios en un elitista colegio; Gala era una estudiante brillante, completando sus estudios en la academia MG Brukhonenko; un centro exclusivo para las señoritas con un alto promedio intelectual y según dejó escrito su hermana Lidia era un colegio que tenía famosos alumnos como, por ejemplo, la poetisa rusa Marina Tsvietáieva" con la cual Gala mantuvo una estrecha amistad.

Gala no gozaba de buena salud, tenía unos 17 o 18 años, cuando enfermó de tuberculosis y sus padres la enviaron al mejor sanatorio de Europa, la mandaron a Suiza donde se encontraban los mejores balnearios sanatorios de Europa; un tratamiento muy caro pero que, la economía de sus padres, los Diakonova podían permitírselo. Buscaron el de mayor prestigio y lo encontraron en la ciudad de Davos (Suiza), el balneario Clavadel a más de 1500 metros de altitud. Fue un viaje largo y complicado pero ese viaje cambiaría por completo su vida.

En el mismo balneario conoció a otro paciente que se recuperaba de la misma enfermedad, era el entonces poco conocido, el poeta Paul Éluard (seudónimo de Eugène Grindel), dos años menor que ella. Durante la convalecencia en el sanatorio helvético, el placer por la lectura y la coincidencia de algunos autores preferidos por ambos, les llevó a convertirse en grandes amigos. La relación en el sanatorio se hizo intensa y los dos jóvenes se enamoraron apasionadamente y se prometieron amor eterno. Ambos fueron dados de alta del sanatorio en 1914, Gala vuelve a Rusia y Éluard fue al frente de guerra, aunque no antes de que la pareja se hubieran declarado su amor.


Fue Paul Éluard  quién bautizó a Helena Dmitrievna Delouvina con el alias de Gala, nombre con el que para siempre se la conocería. En la distancia momentánea se escriben vehementes cartas de amor, hasta que se encuentran en París, donde viven una intensa y profunda historia apasionada. En el año 1917 Paul y Gala se casan en París y, al año siguiente en el mes de mayo nace Cécile su hija. Gala confía a su hija al cuidado de la suegra con quien se quedará gran parte de su vida, debido a la nula preocupación que ella demuestra por su hija. El matrimonio vive años intensísimos en París; la capital francesa es escenario privilegiado de las vanguardias artísticas y del nacimiento del Dadaísmo. El matrimonio Éluard-Gala viven un amor ardiente; Gala se convierte en la musa pasional de Éluard. Para Gala es un mundo nuevo, un mundo promiscuo en el que practican el amor libre sin recato ni moderación.

Éluard solía llevar fotografías de Gala completamente desnuda que mostraba con prodigalidad a sus correligionarios surrealistas. Introdujo a Gala en una dinámica sexual en la que el voyerismo era tan habitual como la bisexualidad o el exhibicionismo, los cambios de pareja o las orgías. Solo había una modalidad erótica en la que Gala no podía competir: al parecer su anatomía le impedía ser sodomizada. Ambos tenían amantes ocasionales y tal era una de las condiciones de su convivencia. Gala se ha convertido en una mujer fatal, en su satisfacción más primaria se entrega apasionadamente al amor; su feminidad tiene magia y es codiciada por muchos hombres a los que ella selecciona y acepta como un juego para satisfacer experiencias que ella encuentra fascinantes. Su mundología la convierten en una mujer devoradora de hombres.

El grupo surrealista se caracterizó por la expresión libertaria sin límites
y la exaltación de los procesos oníricos, con expresión del humor más corrosivo
y de la desenfrenada pasión erótica; todo un magma concebido
como arma para combatir la tradición cultural burguesa.

Éluard, acompañado e inspirado por la musa de su joven esposa, se relacionan intelectualmente con André Breton, Louis Aragon y Max Ernst y, juntos crean el grupo surrealista, la vanguardia más revolucionaria de aquella época. Al líder del grupo surrealista, André Breton que era puritano y dogmático no le gustaba en absoluto Gala, la consideraba una especie de bruja, libertina y aficionada al esoterismo. André Breton fue quien acuñó el sobrenombre de “Avida Dollars” transformando las letras del nombre de Salvador Dalí para criticar despectivamente su pasión por el dinero; pero contrariamente fue un anagrama que haría fortuna ya que el propio Dalí se encargó de difundirlo y promocionarlo.

El pintor Giorgio de Chirico, tras contactar con el movimiento surrealista, se le hizo saber que podía disponer de Gala para lo que gustara. De Chirico se acostó con Gala varias veces. Se decía que si alguien producía una buena obra literaria es que debía haberse enamorado de Gala; también se comentaba que todo el que se había acostado con Gala, al cabo de nueve meses alumbraba alguna genialidad. En un viaje de Gala a Roma, se encontró nuevamente con el pintor Giorgio de Chirico y durante el tiempo que duró la estancia en la ciudad eterna, Gala y Giorgio de Chirico fueron amantes.

A Gala, la afición al esoterismo y, a las “magias sexuales” provino de María de Naglowska una ocultista, escritora y periodista que enseñaba a los surrealistas prácticas de rituales mágicos sexuales. Naglowska había escrito, entre otros libros, “Traités de Magie Sexuelle” Les rituels sataniques de la confrérie de la Flèche d'Or. Naglowska creó y dirigió una sociedad oculta conocida como la “Confrérie de la Flèche d'Or”.

Era alrededor de los años 1932/33 cuando María de Naglowska daba de forma habitual tertulias en las que describía técnicas mágicas sexuales, en los cafés de Montparnasse. También numerosas conferencias ofrecidas en el restaurante "La Coupole", que sugestionaron tanto a Dalí como a Gala. En La Coupole, María de Naglowska convencía a los asistentes, en las que participaban los componentes más destacados del movimiento surrealista, así como el fundador del dadaísmo, Tristan Tzara, del poder espiritual transformador de las relaciones sexuales. Gala y Dalí fueron unos convencidos de esas prácticas esotéricas que las llevaron a cabo durante su larga relación afectiva carnal.

Gala hace tiempo que mantiene relaciones sexuales fuera del matrimonio, su marido Paul lo sabe y lo consiente y, en una de las cartas que le escribió mientras estaban casados relata sus sueños sexuales compartidos:

Carta de Paul Éluard a Gala
Eaubonne, abril de 1928

Mi amor querido, mi dulce amor, sigo en cama.
Acabo de tener un sueño maravilloso, uno de esos sueños diurnos donde las emociones físicas te dejan al despertarte toda la parte correspondiente al deseo... y el deseo que arrastras después, ya despierto, se parece tanto al placer del sueño. Estaba tumbado en una cama al lado de un hombre que no puedo identificar con seguridad, pero un hombre sumiso, soñador desde siempre y para siempre y silencioso. Le doy la espalda. Y tú vienes a tumbarte cuan larga eres pegada a mí, me besas los labios dulcemente, muy dulcemente y yo te acaricio bajo el vestido los senos, fluidos, tan vivos. Y tu mano pasa, muy despacio, por encima de mí, busca al otro personaje y se aposenta en su sexo. Lo veo en tus ojos, que se turban lentamente, cada vez más. Y tu beso se hace más cálido, más húmedo, y tus ojos se abren más y más. La vida del otro pasa a ti y al poco rato es como si masturbaras a un muerto. Me despierto, ligeramente ebrio, incapaz de renunciar al placer.

Confieso que el regreso a Arosa no me parece triste, que de hecho no es un regreso a Arosa sino un regreso a ti, por consiguiente a mi amor. Por consiguiente, sólo una cosa deseo: verte, tocarte, besarte, hablarte, admirarte, acariciarte, adorarte, mirarte, te amo, te amo sólo a ti, la más bella y en todas las mujeres sólo a ti te encuentro: toda la mujer, todo mi amor tan grande, tan simple.

En cualquier caso, lo cierto es que tu imagen no se separa de mí un instante, que os amo en todo: en todo, también en toda carne, en todo amor. Soy vuestro marido para siempre.
Paul

En las experiencias sexuales de Gala fuera del matrimonio hay una muy relevante. Mantiene durante semanas una relación intensamente amorosa —casi secreta— con un amigo de su marido, Max Ernst. Las citas en los hoteles de París con Max son frecuentes; la infidelidad tiene el aliciente de un tiempo robado, del apasionamiento arcano y feliz de encontrar sensaciones nuevas y no satisfechas. Poner los cuernos a Paul se convierte en un placer más. Gala y Max, en un principio se esconden, es un juego excitante, a veces permanecen juntos tres y cuatro días encerrados en el hotel. El intercambio de conocimientos... es mutuo. No se sabe si fue por casualidad o por expresa premeditación de Max Ernst, una tarde estando en el hotel con Gala, encuentran a una amiga de Ernst, una mujer exquisitamente vestida llamada Jocélyne, una bellísima y atractiva mujer que deslumbra a su paso, por su aspecto refinado, una dama. Ernst conoce a esa mujer íntimamente.

Es media tarde y Jocélyne les invita en un reservado del bar del hotel a tomarse “La Fée Verte”.


¿Qué es La Fée Verte?
Traducido es el Hada Verde, también conocida, por el Diablo Verde y la Musa Verde. La mayor popularidad del absinthe (la absenta; esta bebida tiene una graduación alcohólica entre 65º y 89º) viene de su supuesto efecto narcótico, para algunos similar al del opio y la cocaína. Oscar Wilde explica: "Después del primer vaso uno ve las cosas tal como desearías que fueran. Después del segundo, uno ve las cosas como no lo son en verdad. Finalmente, uno ve las cosas como son en la realidad, y ésa es la más horrible cosa en el mundo". El escritor inglés aseguró haber visto "monstruos y crueldades" bajo el efecto de la absinthe, y también "cosas curiosas y maravillosas". No había artista que no consumiera absinthe, ya que se había convertido en el símbolo de la rebeldía de la época. Su popularidad entre la bohemia parisina y los artistas en particular. Muchos de ellos se volvieron locos o actuaron como tales. Todo ese auge y popularidad desmedida de la Musa Verde sólo contribuyó a apurar la causa prohibicionista.

La locura de Van Gogh fue el ejemplo más elocuente, aunque también están Rimbaud y Verlane, quienes después de tomar absinthe se ponían a practicar juegos extremadamente crueles; de Toulouse-Lautrec, que necesitaba estar borracho de absinthe mezclado con cognac que él llamaba “tremblement de terre”. Tragos que le permitía participar y soportar la vida bohemia de Montmartre. Esa bebida el “temblor de tierra” le costó la vida. Para muchos el absinthe era más que una simple bebida, era la musa de las artes, la diosa que estimulaba su creatividad, la gran "culpable" de los versos de Rimbaud, Verlaine y Baudelaire y de las obras de Van Gogh, Lautrec y Gauguin, todos famosos bebedores de absinthe y, artistas como Degas, Manet y Picasso le rindieron tributo a través de sus cuadros. Picasso en pleno periodo azul también tuvo predilección por el consumo de la absenta y, en sus juergas, correrías por los burdeles y quizás influido por la tonalidad verde de la bebida, le dedicó un retrato que tituló “El bebedor de absenta” que recuerda a la pintura de El Greco.

Fragmento del cuadro de Viktor Oliva: “El bebedor de absenta” 1901

Hoy se sabe que este poder inspirador viene dado por el ajenjo, en especial por uno de sus compuestos, la trujona, acusada de provocar efectos narcóticos similares a la marihuana, que van desde las náuseas y la desorientación hasta la euforia, las alucinaciones y las convulsiones. Todos ellos, llegaron al absinthe buscando inspiración, compañía, tranquilidad, terminaron convirtiéndose en víctimas de La Musa Verde y en tristes ejemplos de sus efectos letales. Hasta que llegó la prohibición, las autoridades estadounidenses y francesas tenían en mente prohibir la absinthe, tal como lo habían hecho con los derivados del opio, la cocaína y la cannabis… pero, hecha la ley hecha la trampa.

Uno de los mayores atractivos del absinthe está en el ritual de su consumo: se sirve en una copa especial de cristal con un abultamiento en el fondo de la copa donde se aloja la “Fée Verte”, una cuchara con perforaciones en la cazoleta donde se sostiene un terrón de azúcar. Junto con estos elementos una jarra de agua fría que se vierte poco a poco a través del azúcar mientras se va mezclando con la “Fée Verte” y llenándola según la proporción que se quiera rebajar el “Hada Verde”. Dado que los elementos no son solubles al agua, adquiere un color opalescente o lechoso. Es una bebida que fue prohibida en muchos países, aunque posteriormente se levantaron las prohibiciones, pero fijando unos límites máximos al contenido de tujonas, sustancia que afecta el sistema nervioso y que es la causante de alucinaciones. La mezcla de “Fee Verte” con la cocaína es universalmente conocida como letal.

Fragmento del cuadro de Albert Maignan: “La musa verde”

La conversación entre Jocélyne, Paul y Gala en el reservado del hotel, es distendida, hay mucho más que roces y tocamientos mientras comparten ese tiempo con la “Musa Verde”, se habla de sexo abiertamente, de apetencias y preferencias de cada uno. Jocélyne les propone, después de ver a Gala muy entonada con las copas del “diablo verde”, a jugar y hacer el amor los tres. Max acepta y Gala le dice:

—Sí, acepto, pero antes me tienes que convencer!  Quiero saber lo puta que vas a ser!

Jocélyne abre de su bolso un estuche de nácar en el que tiene bien dispuestos terrones de azúcar, saca uno, lo desenvuelve y lo moja con el “Hada Verde” y le dice a Gala:

—Yo te elijo a ti Gala y te ofrezco una noche de amor como nadie nunca te ha amado para que tu cuerpo experimente el abandono más absoluto, en compañía de nuestro común amante Max. Y, ahora amada Gala, lo sello con el beso de “La Hada Verde”.

Jocélyne se introdujo en su boca el terrón de azúcar bañado con la Fée Verte, se aproximó a Gala, acercó su cara lentamente a punto de besarla con el azúcar sobresaliendo de su boca hasta que Gala abrió la suya y se dieron el dulce beso que sellaba una noche de amor.   

Se decidió compartir de inmediato los tres la habitación del hotel. Gala sólo levantarse del reservado, se derretía de deseo, estaba alucinada, deseosa como una leona enjaulada, aceptó el envite, convirtiendo, lo que hasta ahora habían sido citas en pareja, en un ménage à trois. La nueva experiencia con la dama Jocélyne es definitiva, Gala entra en una nueva y fascinante dimensión. En esa experiencia con una mujer y La Fée Verte, es completa, pero lo que más la ha excitado es el componente de exhibirse o ser espectadora de ver a su amante amarse con Jocélyne.

Los orígenes de esa mujer, de Jocélyne, son de una extracción muy humilde; conoce las costumbres de los suburbios y, a la perfección el lenguaje vulgar de la calle y el usado en La Santé. Durante su niñez y adolescencia formó parte ellos. Jocélyne de muy joven, sin tener aún la mayoría de edad, se enamoró de un tunante, un “guappo” italiano que la utilizó. En pocos meses se convirtió en una prostituta sometida, primero por deseo propio, como una experiencia nueva y atractiva; después por obligación a su chulo para obtener el dinero que le obligaba a ganar. Fue su “maquereau” quién le enseñó el extenso abanico de las artes de satisfacer a los hombres. Jocélyne, con su impecable y elegante porte, tiene un acreditado pasado, es experta en atraer a los hombres, domina ese arte con elegancia pero con la sapiencia de una profesional. Conoce los gestos y el argot de los antros que frecuentó en su juventud; pero ese mundo ha quedado muy atrás, Jocélyne es una mujer que se ha hecho así misma. Hizo un esfuerzo titánico por educarse, estudió y aprendió los modales y el refinamiento de una dama. Ahora nadie notaría su procedencia, es una atractiva mujer educada con un francés exquisito, sólo en la cama le nacen expresiones ordinarias, —sin duda cuando encuentra lo que ella desea— un lenguaje extremadamente ordinario y soez pero muy atractivo para sus amantes. A Gala y a Max les fascina su vocabulario y ambos sucumben a la pasión de esa mujer. Gala se derrite al contemplar el sexo de los ya sus dos amantes, se descompone de placer. Jocélyne entra en sus vidas como un vendaval, es una ráfaga intempestiva e intensa pero breve, su relación durará escasamente unos meses, Jocélyne se cansará de Gala y, lo manifestará abiertamente, despreciándola. 


Jocélyne es una distinguida y apetecible señora casada, es una dama de la buena sociedad que, con frecuencia y en tono distendido, alaba a su marido por su genial manera de ganar dinero, por la habilidad con que sabe llenar la cartera de billetes; es más un compañero que un marido —“un mari trompé”—, ya que sexualmente la dama Jocélyne necesita mucho más de lo que su marido le ofrece en la cama. Tiene una doble vida, se ha convertido en una refinada meretriz, entendiendo por meretriz una prostituta aficionada, pero cara. Jocélyne se mueve en un mundo selecto, una élite que la reclama como si fuera una embajadora plenipotenciaria invitándola en las más selectas reuniones. Mantiene una relación asidua y discreta pero afectiva con varios personajes importantes —a Jocélyne le encanta la política— goza del afecto de hombres que están en el entorno del presidente de la república, por aquel entonces, Alexandre Millerand.

A Gala esa relación a tres le hace perder la cabeza... Jocélyne la ha hecho vibrar y emerger un apetito sexual nuevo, con ella descubre un mundo apasionante; Max y Jocélyne le han hecho conocer una nueva dimensión del sexo, la compenetración con su amante es total, lo ama pero también ama a su esposo. No sé cuál es el momento en el que Gala, o los tres se plantean convivir juntos y realizar esa nueva experiencia carnal. Pero la realidad confirma todas las expectativas. El poeta Paul Éluard, su esposa Gala y el pintor Max Ernst deciden vivir juntos.

¿Quién es Max Ernst?
Es un pintor nacido en Alemania, en principio de filiación expresionista y buscador incansable de nuevas técnicas. La famosa exposición del Sonderbund de 1912, que se celebró en Colonia, proporcionó a Ernst la ocasión de conocer directamente las obras de Cézanne, Van Gogh, Gauguin, Munch y Picasso. En esta famosa exposición es considerada como el nacimiento del arte moderno. Es en París, donde comenzó a pintar obras surrealistas en las que figuras humanas de gran solemnidad y criaturas fantásticas que habitan espacios renacentistas realizados con detallada precisión (L'eléphant célèbes, 1921).

Max Ernst (Fotografía: Arnold Newman)

Al ir escribiendo ese cosmos particular de Gala, cosmos que por su extensa intimidad se mueve a impulsos de una mujer insaciable, de musa prohibida y necesaria para sus hombres. Creo que es de una gran relevancia, al menos en el París de la época, donde los movimientos vanguardistas estaban en ebullición en el que, muchos artistas como hecho destacable, habían alcanzado el cénit de su creación cuando más implicados estaban sus vidas viviendo una historia de apasionamiento amoroso, lo intentaré definir mejor: No me refiero a la relación elegante y florida del enamoramiento, tampoco a una relación epistolar o platónica, me refiero al desenfreno pasional más primario del hombre y de la mujer, bien sea heterosexual o cualquier otro. Lo voy a expresar con toda claridad: cualquier opción sexual más allá de las que el lector pueda imaginar. Debemos situar el personaje de Gala como una mujer manipuladora, perversa, de instintos sádicos, entregada con complacencia a toda clase de aberraciones y de una voracidad sexual insaciable; persona endiosada y ególatra hasta extremos inimaginables.

En muchos casos la necesidad sexual es cuando el apasionamiento adquiere visos patológicos que envuelve la existencia del artista en un desenfreno creativo, un tiempo sublime de creación visceral gestada en la intimidad más secreta, oculta y, con toda seguridad, inconfesable. Es en esos tiempos de complicado comportamiento amoroso —con todas las variantes sexuales, aderezadas con el ímpetu de la pasión, el goce, los celos o la amargura y el sufrimiento— es cuando el artista se supera y expresa con todo su máximo esplendor, su genialidad y, en muchos casos, —el desenfreno alimentado por Gala— ha sido la musa necesaria para hacer emerger la genialidad plasmada en un momento irrepetible, bien sea con palabras, poemas, colores o acordes, su expresión más íntima y más sincera. Es el tiempo donde la creatividad se dispara y alcanza la genialidad.

El complicado matrimonio a tres de Paul, Gala y Max, el ménage à trois, duró varios años; los tres amantes compartieron sus vidas aparentemente sin complicaciones perceptibles a los demás. Paul Éluard se ha convertido en un gran poeta y Max Ernst es una de las grandes figuras del surrealismo. Sus obras, parecen que se transforman constantemente cuando las confronta en las convenciones, originan en la mente de los espectadores una conexión que evoca visiones fantásticas y realistas del futuro. También pinta numerosos retratos a Gala. La fase creativa de Max estaba en plena efervescencia y, su creatividad en la cima; la musa Gala era el secreto del pintor… Opino que el matrimonio de Paul y Gala debió ir bastante bien hasta que —como todo en la vida— se termina, se erosiona o le empujan de tal forma que llegó a sentirse un estorbo; de tal manera que se vio obligado a abandonarlo todo. Lo cierto es que Paul, cansado o empujado decide abandonar a Gala e iniciar un largo viaje. Al cabo de un año Gala recibe noticias de su marido desde Saigón y, en la carta, le pide que vaya a buscarlo para reconciliarse. Gala que continuaba conviviendo con Max Ernst, deciden hacer el viaje los dos en busca de Paul Éluard. No sé cómo se lo tomó Paul al ver llegar a Saigón a Gala acompañada de su amante Max, pero imagino que debió aceptarlo ya que los tres regresaron a París. Poco tiempo después Gala empieza a viajar y a tener, como siempre, un sinfín de aventuras amorosas.

Max Ernst durante la II Guerra Mundial fue hecho prisionero pero escapó, después de la ocupación alemana de Francia, fue detenido de nuevo, esta vez por la Gestapo, pero logró escapar y huir a Estados Unidos con la ayuda de la famosa mecenas Peggy Guggenheim. Dejó atrás a su amante, Leonora Carrington. Ernst y Peggy Guggenheim llegaron a los Estados Unidos en 1941 y se casaron al año siguiente. Junto con otros artistas y amigos (Marcel Duchamp y Marc Chagall) que habían huido de la guerra para vivir en la ciudad de Nueva York.

Salvador Dalí, Gala, Paul Éluard y Marie Benz (“Nusch”), en Cadaqués.

En 1929 Gala conoce a Salvador Dalí que ha viajado a París para la presentación de la película realizada junto a Luis Buñuel “Un Chien Andalou”, en la presentación conoce a Camille Goemans, poeta, galerista que, a su vez, le presenta a Paul Éluard. Durante el verano de este mismo año Salvador Dalí invita a los amigos siguientes a pasar unos días en su casa de Cadaqués: Goemans y su compañera, Paul Éluard y Gala, con su hija Cécile, René Magritte y su esposa y a Luis Buñuel. Dalí nada más ver a Gala se enamora de ella. Dalí escribirá: —Gala estaba predestinada a ser mi Gradiva (el nombre proviene de una novela de Wilhelm Jensen en que el personaje femenino que nace de la alucinación, se convierte finalmente en realidad). Gala ya no se separará de Dalí, a partir de ese momento Gala va ligado al nombre de Dalí.

Paul Éluard escribió los poemas “De L'Amour la poésie” los cuales reflejan y son el testimonio de una época difícil: recaída tuberculosa y separación de Gala que se convierte en la ninfa rusa que cautivó a Salvador Dalí.

Paul Éluard. 
Solamente deseo amarte...

Solamente deseo amarte
Una tempestad llena el valle
Un solo pez el río

Te he hecho
A la medida de mi soledad
Todo el mundo para esconderse
Días y noches para comprenderse

Para contemplar en tus ojos
Todo lo que pienso de ti
Y de un mundo hecho a tu imagen

Y las noches y los días gobernados por tus párpados.



Salvador Dalí & Gala Dalí
En este último viaje, renace el enésimo enamoramiento por un hombre, por Salvador Dalí. Gala sabe del mundo, de los hombres y de la vida mucho más que el joven pintor, es una mujer bregada y segura. Gala tiene 35 años, Salvador 25; Dalí está completamente embobado por Gala, hace el ridículo más de la cuenta para llamar la atención de esa mujer apetecible y, a los ojos de Dalí, hermosa. No puede dejar pasar más tiempo sin declararle su amor y, durante un paseo, posiblemente por el hermoso Cabo de Creus, Dalí le declaró su amor. Para Dalí ella encarnaba la mujer deseada de siempre, la había gozado en los momentos oníricos de su infancia. La anatomía de Gala era la que tantas veces había soñado, su pequeña y delicada complexión y, su espalda, sobretodo la espalda maravillosa que Dalí creyó que le pertenecía desde siempre. Se casaron en 1932 y, poco después, ella fue sometida a una histerectomía.


Algunos biógrafos dicen que Salvador Dalí que a los 25 años todavía era virgen y, al parecer, no sólo tenía reparos hacia las mujeres, sino que tenía un miedo inconfeso, tratando de evitar la intimidad física con las mujeres. Pero algo debió cambiar desde que Gala acompañada por su marido apareció en Cadaqués. Posiblemente hubo flechazo y, sin saber el cómo resolvieron su intimidad, lo que sí se sabe es que hubo, una vez más un ménage à trois entre el marido de Gala, el poeta Paul Éluard, Gala y Salvador Dalí. En esa visita memorable, marca la historia definitiva de la Musa prohibida, Salvador Dalí pintó un retrato de Paul Eluard. Escribiendo sobre lienzo todas sus dudas y pasiones, explicándolo de esta manera:

—“Yo sentía que se me confió el deber de capturar el rostro del poeta, ya que del Olimpo le robé una de las musas”.

A partir de este momento la vida de esta mujer deslumbrante, se confunde y se funde con la de Dalí. Empieza el mito de Gala, nace la musa; madre, Eva, Elena, bruja, adivina, y así se convierte en el eje de la vida de un hombre, por cierto genial, sin embargo muy perdido en sus sueños de grandeza para poderlos concretar. Gala llega a la existencia de Dalí, despertando durante más de 50 años de vida en común, un sin número de momentos creativos que se traducen en la tela, que se concretan en objetos bizarros, en pensamientos profundos, y en actos irreverentes.


André Parinaud:
André Parianud dijo: El personaje público de Salvador Dalí que conocemos es algo así como la parte visible de un iceberg. Dalí está en un gran momento de su vida y la observa con ojo imperial para juzgarla. Su renombre es uno de los mayores alcanzados por un artista vivo. Pero él sigue siendo el enamorado de Gala, el catalán apasionado, el surrealista paranoio-crítico, el ser más dispuesto a gozar de la vida.  

Dalí había leído la obra de Freud sobre “La interpretación de los sueños” y entró en una nueva etapa pictórica, aplicándose los principios del psicoanálisis a sí mismo y convirtiéndose quizá en el más importante de los artistas surrealistas. A través de su amigo Stefan Zweig, Dalí conoció a Sigmund Freud al que admiraba y cuya obra había inspirado su propia investigación onírica e inconsciente. Dalí a través de su libro, asevera en el capítulo “Cómo devenir paranoico-crítico” en su libro Confesiones inconfesables recogidas por André Parinaud:

(...) Soy un delirio viviente y controlado. Yo soy porque deliro, y deliro porque soy. La paranoia es mi misma persona, pero dominada y exaltada a la vez por mi conciencia de ser. Mi genio reside en esta doble realidad de mi personalidad; este maridaje al más alto nivel de la inteligencia crítica y de su contrario irracional y dinámico. Derribo todas las fronteras y determino continuamente nuevas estructuras de pensar.

Dalí es sexualmente hablando, más un niño que un hombre, el deseo de jugar, de hacer teatro le acompaña tanto en su mundo exteriorizado histriónicamente como en su intimidad con Gala. Comparte y se conforma con ver el disfrute sexual de su esposa, le cautiva contemplarla como una Diosa en la que se entrega al hombre por ella elegido. Dalí estaba fascinado por el morbo, por el candaulismo que le proporcionaba su mujer. El candaulismo es un término médico que se refiere al impulso psicológico de exponer a su pareja sexual ante otras personas, a otros amantes con el fin de obtener gratificación erótica. En 1958, Dalí y Gala se vuelven a casar en el santuario de Els Àngels, cerca de Girona. En 1968, el pintor le compra a Gala un castillo en el pequeño pueblo de Púbol (provincia de Girona) Dalí y Gala pasan las primaveras y los veranos en Portlligat, y los inviernos entre Nueva York y París.

Dalí también tuvo una intensa relación con la modelo francesa-vietnamita y transexual Amanda Lear, famosa en los años 60 por haber trabajado en Londres con Mary Quant, Yves Saint Laurent y Coco Chanel y por haber sido pareja ocasional de Brian Jones de los Rolling Stones. “Oficialmente” Dalí conoció a Amanda Lear en el club nocturno Le Castel. Pero otras fuentes cercanas y ciertas desvelan que realmente Dalí había conocido a Amanda Lear (como Peki d'Oslo) en un cabaret de Barcelona, muy conocido, el New York, ubicado en la calle Escudillers de Barcelona, uno de los sitios por llamarlo finamente “popular”.

Dali y Gala se encontraban en Nueva York cuando se relacionaron con el mundo de la música neoyorkina. Se sabe que Dalí asistió a un concierto de Alice Cooper. A Dalí le fascinó el espectáculo, sobretodo valoró el aspecto visual y la puesta en escena del show: Las serpientes, la sangre…  a lo que el pintor exclamó:

—¡Apocalíptico, decadente y repulsivo… ¡Me entusiasma!

Más problemática y misteriosa fue la forma en que se conocieron Gala y el cantante Jeff Fenholt. En aquel tiempo Jeff era una súper estrella, con un éxito fulgurante por sus actuaciones neoyorkinas en el teatro musical de Broadway, Jesús Christ Superstar , fuere como fuere Gala se hizo notar y Jeff Fenholt se sintió halagado que la mujer de Dalí se interesara por él.


Jeff Fenholt en su papel de Jesús rodeado de sus discípulos
en una escena del musical de Broadway 'Jesucristo Superstar' (Foto: John Olson)

Sin duda la coquetería de Gala causó el efecto que ella deseaba y convenció a Jeff para que les acompañase a Cadaqués.  Gala le separó de su ambiente y le convirtió en su más asiduo amante. La adicción al sexo y a las drogas los convirtió en perversos amantes, cuyas necesidades extravagantes les complementaban. Dalí era espectador privilegiado de sus amores. Gala financió la adicción de Jeff a la heroína, en cuya compra dilapidó una colección de pinturas que le había regalado Dalí. Gala fue la última musa del siglo XX, mujer capaz de estallar los amores más locos y las antipatías más violentas. Se podrían llenar páginas sobre los insaciables amores de Gala, que recibió a sus amantes, elegidos mayoritariamente más jóvenes en el castillo de Pubol y, en el cual su marido, solo podía entrar bajo invitación explícita de ella.


Trastornado y deprimido, Jeff Fenholt abandonó a su amante y terminó integrándose en el grupo de rock satánico Black Sabbath. La banda Black Sabbath fue la que más explotaría la imaginería de tipo Satánico y ocultista en sus letras, en el diseño de sus álbumes y en su actitud. En la portada de su disco "Sabbath Bloody Sabbath" entre otros símbolos aparece el "666" (la marca de la Bestia según la Biblia Cristiana). La revista Vanity Fair, en la edición de diciembre 1997, detalla su pasado como “el muchacho juguete de Gala Dalí”, esposa de Salvador Dalí. El artículo fue titulado “Gala, Dalí Demon novia”. En su autobiografía, Jeff Fenholt reconoció que cuando se relacionó con la pareja Gala-Dalí, consumía drogas, la relación sexual con Gala le hundió en una espiral autodestructiva, confesando que estuvo muy cerca de la muerte. En el año 1989 Jeff Fenholt en una entrevista a la revista Rolling Stone afirmó, como conocedor íntimo de Gala, podía asegurar que era la mujer más depravada, viciosa y demoníaca que se puedan imaginar. Mientras relataba que Dalí como pintor es uno de los artistas con una genialidad inmensa, pero está completamente loco, su vida esta construida y sometida a las exigencias de Gala, Dalí es genial pero vive fuera de la realidad.


Fragmento del cuadro “El gran masturbador” Dalí 1929

Gala fue, a lo largo de toda su vida, una mujer libre; nunca se sintió condicionada ni coartada ante nada ni ante nadie, impuso su voluntad allí donde quiso, evidenciando frecuentemente modales groseros, bruscos o agresivos. Quienes la conocieron afirman que mostró sobradamente cualidades paranormales. Era extremadamente supersticiosa y compartía este hábito con el pintor. Creía tener aptitudes para la magia ceremonial, al esoterismo y a las magias sexuales influidas, como he relatado al inicio, de María de Naglowska. Entre sus creencias rituales Gala estaba convencida de que el semen la rejuvenecía, sobretodo el de los muchachos jóvenes. El cuadro de Dalí “El gran masturbador” el cual está lleno de simbolismos interpretativos, siempre he pensado que podía referirse a esa posibilidad; en el acto de la felación el semen vertido —como sustancia vital surrealista— de alguna manera Gala se adueñó del símbolo de “El Gran masturbador” que para ella, ofrecía la eterna juventud…

La relación de Gala con su hija Cecile nunca fueron buenas. Cecile visitó algunas veces a los Dalí en Cadaqués. Pero este acercamiento sirvió de muy poco y, es deducible que Gala nunca estimó a su hija, ya que Gala en su testamento —datado en diciembre de 1980—, un año y medio antes de morir, nada legó a Cecile por haber sentenciado que “había recibido en vida, con creces, cuantos derechos pudiera acreditar". Pero Gala no se salió con la suya; Cecile logró un importante legado: cuadros, dibujos, objetos personales y una importante cantidad de dinero en dólares y pesetas.


Gala falleció en Figueras el 10 de junio de 1982.
Puedo afirmar con rotundidad que Salvador Dalí fue un genio. Gala con su carácter dominante, con sus juegos, sus drogas y sus amantes, contribuyó —por la propia personalidad de Dalí— a estimular de forma casi patológica un mundo surrealista que sí bien surgió de sus pinceles, sin duda Gala contribuyó a alimentar su mente atormentada para plasmar en sus telas un mundo extraño, lleno de simbolismos, algunos de ellos interpretativos al gusto de quién contempla sus obras pero que, la mayoría de ellos, todavía están por descifrar. Con la perspectiva de los años, nos queda de Dalí, su obra singular e interpretativa, su importante y genial obra que todos admiramos. Mucho menos nos queda de esa mujer que tanta influencia tuvo con Dalí y con tantos otros relevantes personajes. No obstante sí quiero dejar escrito para atribuir a Gala la notable importancia que tuvo en el nacimiento y desarrollo del ingenio e inspiración de sus amantes artistas; al menos eso creo yo. La trayectoria de esos personajes y sus obras, se vieron influenciados por Gala, su desvergonzada musa y que, fuera como fuera, Gala contribuyó contundentemente a despertar o impulsar la genialidad que ya anidaba en ellos.

Y, para terminar dejo la reflexión de Dalí, en sus propias palabras, como final a Gala Desobedeció a Dios!

(...) “Gala me oyó. Me adoptó. Fui su recién nacido, su niño, su hijo, su amante —el hombre a amar—, me abrió el cielo y los dos nos sentamos en las nubes, lejos del mundo. Ella se arrogó la función de ser mi protectora, mi divina madre, mi reina. Yo le conferí la fuerza de crear el espejismo de su propio mito ante sus ojos y ante el mundo. Nuestras dos vidas, desde ese instante, iban a justificarse la una a la otra. «Pequeñito mío, nosotros no vamos a separamos nunca.» Estas palabras de Gala sellaron el pacto del milagro daliniano”.
© Lluís Busom Femenia

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