lunes, 11 de julio de 2011

METEORA El valle de los gigantes megalíticos


Al escribir sobre este lugar tan excepcional, uno se deja llevar -al margen de la verdad geológica- por derroteros que tienen más que ver con la mitología, o con los grandes poemas épicos. Quiero imaginar este paisaje como protagonista de un sueño, un paisaje fantástico que, en los días de de su creación era un paraje irreal y fantasmagórico.

Quiero imaginar la formación de ese singular lugar trasladándome millones de años atrás y presenciar la construcción geológica como si estuviera presenciando un mundo construido por el poderoso Zeus dios del cielo y del aire. Zeus apartó el río y le buscó una salida al mar. Después venció a Crono y a cuantos Titanes se enfrentaron a él, encerrándoles en el Tártaro en un lugar lúgubre, húmedo, neblinoso e infernal. 


Mientras, Zeus levantaba montañas y las quebraba con violencia con la poderosa fuerza de sus rayos mientras conformaba, como si fueran estacas, riscos montañosos de cientos de metros clavándolos en el valle de Tesalia como si fueran gigantes megalíticos. Al ver que el mundo se resquebrajaba Zeus obligó a Atlas a sostener la bóveda celeste para que pudiera continuar ese trabajo fantástico, conformando a su capricho un paraje inhóspito y, al mismo tiempo, el lugar idóneo para crear ciudadelas espirituales al margen de la civilización. 

Pero parece ser que la realidad fue muy otra. Hace cientos de miles de años, aquí se encontraba un gran río que desembocaba en el mar de Tesalia. Cuando este río encontró una nueva salida en el Mar Egeo, este macizo, bajo la acción de la erosión y los terremotos, se hundió y dio nacimiento a este extraño paisaje. El emplazamiento de Meteora actual es el resultado de la erosión y del lento, pero eficaz, paso del tiempo.

Si observamos desde la inmensa llanura de Tesalia el paisaje insólito con 24 descomunales macizos rocosos modelados por la erosión con los monasterios que allí se han construido nos invade una sensación de contemplar otro mundo, en el que tiempo y espacio tienen una concepción distinta para cada observador. Hay dos pueblos cercanos donde la vista de Meteora es impresionante, el de Kalambaka y el de Kastraki.

  
Durante el siglo X se empezaron a reunir los primeros eremitas, pues el enclave facilitaba las condiciones idóneas para la vida ascética. Los primeros eremitas vivían en las cuevas de las rocas y al pie de los peñascos, acudían a una iglesia central donde se reunían en la iglesia llamada ‘'Panayiá Zoodojos Piyí’' (Santa María de la Fuente de la Vida), que aún hoy en día se mantiene en pie. Los primeros Monasterios de Meteora fueron simplemente cuevas excavadas por ermitaños, que a principios del siglo XI, tenían la creencia de que cuanto más alto rezaran, más cerca estarían de Dios.
Con el paso de los años, siglos, aquellas montañas terminaron acogiendo un buen número de ascetas y con la amenaza turca, el número de eremitas fue creciendo, pero aún no habían escalado los riscos, el culto lo mantenían en cuevas próximas al suelo. Esta forma de vida declinaría en el siglo XIV, cuando al lugar llegó proveniente del monte Athos, un monje llamado 'San Atanasio el meteorita', que fue quien fundó el primer monasterio, conocido como Gran Meteor sobre una roca de 330 m de altura. Meteora qie significa 'suspendido en el aire'. El acceso se realiza a través de rampas y 146 estrechos escalones tallados en la propia roca, con gran inclinación.


El Monasterio es un conjunto cerrado de edificios que forman un patio, en cuyo centro se ubica la iglesia principal (katholikon), con  grandes frescos desde el suelo al techo. Además de ésta hay otras tres iglesias, mientras que en el refectorio se ha instalado un Museo donde se expone el tesoro del monasterio (manuscritos, íconos y objetos sacros, evangelios del siglo XVIII y otros objetos de gran valor histórico).

De los 24 monasterios construidos en el siglo XIV, sólo seis permanecen en la actualidad, Gran Meteor (Monasterio de la Transfiguración), Varlaam, San Esteban, Santísima Trinidad, San Nicolás y Roussanou. El Gran Meteor es el más interesante. Los otros fueron destruidos y muchos artefactos importantes fueron robados durante la invasión turca y cuando el área fue bombardeada en la 2 ª Guerra Mundial. Todos los monasterios activos están habitadas por menos de 10 personas cada uno, actuando principalmente como museos y se han convertido en atracciones turísticas.

El monasterio de Varlaam, fue construido en el año 1541, es un oasis de silencio en el que sus monjes de largas barbas y hábito negro se dedican a la lectura, el recogimiento y la oración. Desde Varlaam las vistas son espectaculares, desde la balaustrada el paisaje es como hallarse en el paraíso, las vistas que se contemplan son únicas: los valles de Tesalia inmensos del que nace un mar de columnas rocosas coronadas por pequeños monasterios como si estuvieran levitando en el vacío. El sol de Tesalia durante los meses estivales es despiadado, sobre todo si hay que subir cientos de escalones hasta llegar a los monasterios. Los meses más indicados son los del otoño.

Las escaleras que ahora encontramos son posteriores. Debido a su origen defensivo, la mayoría de estos Monasterios no contaban con ningún acceso y la única manera de subir mediante el uso de rudimentarios ascensores con un cesto en el que colocaban las provisiones e izadas hasta la cima mediante largas cuerdas. Más tarde se construyeron escaleras y puentes que permiten la visita.
 Para llegar a este paraje singular tenemos que dirigirnos a la región de Tesalia (Grecia), dirigirnos al pueblo de Kalambaka que es paso obligatorio para visitar Meteora. La plaza principal de Kalambaka se llama Plateia Dimarchiou y desde aquí salen todas las calles. Las casas del pueblo son muy sencillas y algunas de ellas tienen establo y un pequeño huerto. Pero lo más bonito y llamativo de Kalambaka es su catedral del siglo VII, la iglesia de la Asunción de la Virgen. Está compuesta por tres naves con frescos del siglo XIV.

Para los que quieran planificar un viaje a ese lugar maravilloso, Kalambaka (a dos km. de Meteora) cuenta con un hotel de primera categoría, de cinco estrellas, el Hotel Divani Meteora, en Kalambaka y Hotel Tsikelli, en Kastraki

En 1988 la HUNESCO declaró al complejo de Monasterios de Meteora Patrimonio Mundial de la Humanidad. La visita turística a los monasterios de Meteora se realiza desde los hoteles de Kastraki o Kalambaka mediante autocar en un circuito de unos  diecisiete kilómetros que transcurre por empinados caminos entre enormes moles rocosas.

Por lo que he podido saber los trenes son poco recomendables. Hay un tren -escaso de vagones- que va de Atenas a Kalambaka, es un recorrido de una duración de 4 horas y 15 minutos, es bastante incómodo, mejor dicho muy incómodo. La gente viaja de pie según comentarios de chicos jóvenes 'mochileros' que encuentran el viaje muy divertido... y hasta entretenido.

El Gran Meteoro prosperó a pesar de los desórdenes que se producían en el mundo exterior, como los violentos ataques de la Muerte Negra y las guerras que mantuvieron los griegos contra serbios y turcos. Los monasterios todos encaramados sobre los pilares de roca tiene, pero cada uno sus normas particulares. El tiempo parece no haber pasado por los monasterios, pero lo que sí ha cambiado ha sido la vida tanto dentro como fuera de sus muros consecuencia del turismo. Hoy en día, aunque faltan medios de comunicación, son ante todo una atracción turística.


© Lluís Busom i Femenia

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