viernes, 18 de enero de 2013

EVA & ADÁN, 24 horas en París



Nota previa:
Hace algún tiempo me planteé hacer un cambio en mi blog, un break, un rompimiento con la línea que hasta el presente he seguido. La valoración de esa posibilidad surgió de los comentarios acertados que una persona, desde hacía tiempo y desde el otro lado del océano Atlántico, apostillaba en mi blog. Esa persona, es mi amiga argentina Josefina. [1] Sus aportes y sugerencias eran tan excepcionalmente enriquecedores que me hicieron pensar en una posible colaboración, de tal forma que se lo ofrecí sin saber de qué forma podíamos hacerlo. Pretendía una coparticipación en un mismo tema, procurando que nuestras afinidades quedaran plasmadas en el escrito. Se lo hice saber de una forma abierta y pública en respuesta a sus palabras en mi otro escrito: "Amar a un ruiseñor"

Esa idea primigenia fue anidando y adquiriendo consistencia, de tal forma que Josefina aceptó la idea, expresada también en "Amar a un ruiseñor" y —tal como ella misma expresa en un comentario al final de ese escrito a dos manos—, es la persona que me acompaña en esta historia firmando ambos como Eva & Adán.

La idea surgió sin darnos cuenta a través de escritos personales, fue precisamente, al valorar que en uno de esos escritos, teníamos contenido suficiente para esbozar la idea de un relato efectuado por ambas orillas del océano Atlántico, nos dimos cuenta que, lo que contábamos en esa correspondencia, era un punto de partida para escribir una historia con el aporte de ambos. En esa relación se fue dibujando, tomando forma en el escrito que hoy publicamos. Ese relato ya tiene título, convenimos que el nombre debía definir la historia y, después de barajar entre varios, decidimos que sea el siguiente: Eva & Adán, 24 horas en París.

Para mí es una satisfacción darlo a la luz precisamente cuando mi blog acaba de alcanzar las CINCUENTA MIL visitas. La historia que publico en el día de hoy, obedece a ese reto formulado por dos personas afines, —dos amigos epistolares— una nueva experiencia a desarrollar y plasmar en palabras, un relato con dos sensibilidades distintas —la de mujer y la de hombre—, pero que están fundidas y representadas en los personajes de la historia. Somos dos personas con afinidades y acordes en muchas cosas, pero con caracteres distintos, siendo esa desigualdad precisamente un potenciador de nuestro escrito. Ubicados a más de doce mil kilómetros de distancia, el uno del otro, ambos hemos hecho el esfuerzo común de aportar nuestra esencia en una historia que básicamente es fruto de nuestra imaginación, con la paradoja, no exenta de alguna sorpresa para nosotros mismos, que en el tiempo justo se revelará, ya que forma parte de la historia.
© Lluís Busom i Femenia


[1] Nota al mes de enero 2016 
Lamentablemente Josefina falleció el pasado 16 de Diciembre del 2015, fue la más triste de las noticias recibida a través de las redes sociales. Mi más profundo pésame a su familia, en particular, a su hija Nuria y amigos por tan sensible pérdida. Mi dolor está muy presente, mi afecto y consideración personal permanecerán inalterables. 

Gracias a ti, Josefina por tus amables puntualizaciones y aportes enriquecedores y, porque no decirlo ya abiertamente, por los años que hemos compartido ese millar de escritos. Las complicidades en las redes sociales y, como los buenos pilotos de aviones transoceánicos, por las 2.000 horas de vuelo telefónico que nos dimos; tiempo vivido a hurtadillas, robando tiempo y sueños como los niños que éramos y, lo éramos por convicción. Unos años de intensa felicidad culminados por los pocos días que tuvimos para conocernos. Días intensos para recorrer, milímetro a milímetro, todos los rincones de nuestra piel soñada en mil aventuras virtuales. De los besos y caricias acompañadas de las palabras de afecto nacidas mirándonos a los ojos. Bendita proximidad fundida en un abrazo eterno. Toda una vida condensada en palabras, en amor correspondido, en abrazos interminables, complicidades y esperanzas; risas y llantos, unos de placer llenos de sentimientos desbocados y otros, por los tiempos tristes que nos tocó vivir y que, ahora con tu ausencia, los noto a faltar y mucho!

 François Vallaeys:
“Los cuentos no están hechos para dormir a los niños, sino para despertar a los adultos” 
En un inicio al acordar, entre nosotros, la construcción de esta historia imaginaria de un tiempo pasado sin determinarlo, convenimos y consensuamos, que la ciudad debía ser París. No conociéndonos demasiado, sin embargo, teníamos la coincidencia de haber realizado nuestro primer viaje al extranjero a dicha ciudad. Sin duda, la estancia de Eva fue programada con precisión para poder embeberse a conciencia de la cultura francesa y, por supuesto, de todo lo que encierra diversión y espectáculos que se pueden disfrutar en París. No fue el caso de Adán ya que su viaje fue de trabajo.

Quién no creyó alguna vez haber vivido —como propia— una historia inspirada en los libros de nuestra adolescencia, narraciones que nos colmaron de fantásticas ilusiones, donde sin apenas esfuerzo, nuestra imaginación nos convertía en protagonistas de los argumentos creados por notables escritores. No somos pocos, quienes recordamos con gran placer aquellos viajes en las calesitas o carruseles de nuestros barrios. Era toda una aventura montar en sus caballitos de madera y asidos fuertemente disfrutar de su galope simulado. Paseos que nos hicieron sentir que no cabalgábamos solos por esas hermosas praderas imaginarias, ya que en el lomo de nuestro caballo teníamos sujeta por la cintura a nuestro primer amor... En ese mundo mágico del parque de atracciones nos convertíamos como por arte de magia en viajeros con un destino de privilegio.

Este pequeño relato es un experimento sensorial para poder describir con apasionamiento y, con los ojos de otra persona, una vivencia compartida. Es un relato a dos manos, pero fundamentalmente es un escrito con dos corazones, una fabulación que se ha desarrollado desde lo afectivo, en una deseada relación epistolar que de forma espontánea se fue construyendo. Una vivencia con un nexo entre los sentimientos y los cinco sentidos de dos personas: Eva y Adán. Ambos coincidimos en que lo importante es aprovechar cada momento ya que la vida está en los ojos de quien sabe ver.


Esta historia pretérita, se inicia en un tiempo indeterminado, en el preciso momento en que algunas personas damos el primer paso importante de nuestra vida. Todo comienza cuando Eva deja por primera vez su país, la Argentina natal, para visitar París lo que para ella representa el corazón de la vieja, lejana y tan deseada Europa. En su equipaje llevaba todo lo que le era esencial, el conocimiento de la literatura y de las bellas artes francesas y, uno de los libros relevantes de Simone de Beauvoir, de donde toma para siempre el pensamiento de la escritora: "No se nace mujer, se llega a serlo", siendo su emblema personal la demostración de esta teoría: no es la genética, sino la educación y la socialización, las que forman a las mujeres.

En ese viaje para Eva, su propósito esencial, fue empaparse de todo lo que sus ojos y sentidos pudieran captar del anhelado mundo parisino. Sabía que contaba con algunas ventajas, su segunda lengua, el francés, sus conocimientos de modismos, de giros lingüísticos, de canciones galas, todo enriquecido gracias al aporte de un trato frecuente con amigos franceses. La visita al Museo d'Orsay para Eva era obligada e imprescindible, allí le esperaban sus pintores predilectos: Gustave Courbet, Jean-Jacques Henner, Delacroix, Cezanne, Renoir. Allí está Eva, esa deliciosa y joven mujer vestida como una auténtica francesita, con un abrigo y una boina ladeada, de un color, que hoy podríamos definir como rosa Dior.

Para Adán, proveniente de Barcelona, también era su primer viaje al extranjero y lo hizo para atender un prometedor encargo profesional. Sus conocimientos sobre el diseño industrial fueron los que le llevaron a París y, lo que en un principio había de ser únicamente trabajo, el destino lo modificó, haciéndole vivir una historia afectiva que no formaba parte de su proyecto laboral.


En sus paseos por la ‘Ville lumière’, la ciudad de los treinta y siete puentes y cuatro pasarelas, Eva en un atardecer otoñal se acercó a Montparnasse, descubriendo una bulliciosa y sorprendente calesita, un carrusel en el que su propietario supo plasmar una decoración maravillosamente singular. En cada giro del carrusel desfilaban, delante de los ojos sorprendidos de Eva, representaciones de imágenes de aquellos libros tantas veces releídos y atesorados en su adolescencia.


Ese calidoscopio de recuerdos juveniles, provocó "le coupe de foudre", Eva se enamoró de "le manège des impressionnistes", así se le denomina a esa calesita o carrusel emplazado al pie de la omnipresente Tour Montparnasse; ni Eva, ni los niños, ni los adultos que compartían la fiesta del carrusel, reparaban en la gigantesca estructura, todos de diferente manera gozaban de la magia que envolvía el lugar, sobretodo nuestra Eva, espectadora deslumbrada por la visión evocadora de un tiempo joven y feliz, ya pasado.


El destino le tenía preparada una sorpresa a nuestro Adán quien cambió su recorrido habitual atraído por el espectáculo festivo de “le manège des impressionnistes”  deteniéndose con la mirada en cada uno de los habitáculos del carrusel, desde donde los viajeros irradiaban felicidad, pero su atención se desvió para fijarse en una mujer que estaba absorta gozando ante los detalles pictóricos del carrusel, Adán con aire despreocupado se acercó a Eva. La música y las luces de la calesita en cada uno de sus giros simulaban pinceladas multicolor, haces de luz musicales en movimiento que rodearon a la pareja que se habló por primera vez. 

  
Los giros, la música y la juventud les ayudaron a formar un cuadro envolvente de simpatía y de atracción mutua. Todo era asombrosamente brillante, la pianola de feria, la canción inolvidable de Édith Piaf “Mon manège à moi”, las luces de mil colores, las réplicas de los impresionistas.

Su canción:  Mon manège à moi

Eva extasiada por las cabinas de feria donde los niños viajaban, girando sobre la plataforma en movimiento, fue descubriendo la cabina del Nautilus, de Jules Verne; la cápsula misil, del viaje "De la tierra a la luna", del mismo autor; el avión de nombre "El Principito", evocando al que hoy, el escritor Saint-Éxupery debe estar pilotando entre las nubes de la eternidad; hasta un pequeño tranvía réplica de aquellos que unían Montmartre a Montparnasse y que eran los usados por los pintores de la bohemia francesa de aquellos tiempos.

 
 
Esa encantadora mujer sedujo al elegante, alto y joven Adán que, en ese día gris e inestable de otoño, vestía una gabardina a lo Humprey Bogart. Sólo bastó un cruce de miradas para que los dos supieran que se habían gustado. Adán puso en marcha su plan de conquista y Eva aceptó complacida las galanterías y la invitación a montar en el caballito del carrusel. Eva ayudada por Adán montó sobre el lomo de Abo Volo, ese gran caballo de trote, ganador de decenas de carreras y, mientras cabalgaba, sus ojos curiosos descubrían reproducciones de los pintores impresionistas.


A su lado, Adán montaba sobre el lomo blanco de otro caballo e intentaba captar su atención. La pareja se recreaba con las copias que giran en el centro del carrusel, en ese lugar que es el corazón de la calesita y donde desfilan obras: de Monet, los nenúfares; de Renoir, el columpio; de Van Gogh, los lirios, entre otras copias de estos pintores.   


El trote ficticio hizo que sus manos se unieran, que sus ojos se volvieran a encontrar y el inicio del romance no tuvo retorno. Cuando el carrusel se detuvo Adán ayudó a desmontar a Eva y en ese instante de aproximación sus labios se encontraron. Sin casi cruzar palabra Eva y Adán tomados de la mano se alejaron del carrusel y caminaron en dirección al Boulevard de Montparnasse, paseo en el que se encuentran una gran cantidad de excelentes y reconocidos restaurants: entre otros, La Rotonde, y el atrayente La Coupole que, con su marquesina roja y sus rótulos luminosos, eran una verdadera sugerencia a entrar. Adán invitó a su acompañante a cenar en el restaurant de La Coupole, un local fabuloso que ellos mismos lo definen como “La Merveille Art Déco du Montparnasse”.


En la Coupole desde que se inauguró en 1927 como bar y, poco después, reconvertido en un excelente restaurant, han celebrado en sus mesas los más insignes personajes de todo el mundo: James Joyce, Henry Miller, Hemingway, Ava Gardner, Picasso, Matisse, Klein, Josephine Baker y un largo etcétera.


En mayo de 1968, Cohn-Bendit (Daniel el Rojo) se subió encima de una mesa y Serge Gainsbourg acompañado de su esposa y cantante Jane Birkin celebraron su éxito más famoso, la canción: “Je t'aime... moi non plus” (Yo te quiero... yo tampoco). La gran mayoría de sus mesas encierran leyendas, como la mesa 73 en la que Marc Chagall el pintor francés de origen bielorruso celebró en 1984 su último cumpleaños, o François Miterrand en el año 1995 pidió su última comida en la mesa 82, un curry de cordero. 



Eva aceptó con la condición de elegir el vino, Adán, dibujo en su rostro una sonrisa de aceptación y, abriendo la puerta del restaurant, la ayudó a entrar, se acomodaron frente a frente en una mesa de un rincón íntimo del local; tuvieron suerte, a esa hora aún estaba libre una de las mesas famosas y míticas, la table 149 d’Albert Camus, la mesa en que, en el año 1957, el autor de “l’Etranger” celebró la concesión del premio Nobel de Literatura.

  
El espectáculo de la cocina era soberbio, los vegetales, los pescados, los mariscos y las carnes expuestas con gusto apetecible, eran uno de los mayores reclamos de los comensales. Eva explicó que, sin ser una sommelière, es decir, una experta catadora de vinos, tuvo a alguien en su vida que le inició en la apreciación de los buenos caldos, ese aprendizaje ahora le permitía, valorar y paladear, con algo de experiencia un buen vino. Con la carta en la mano, ambos eligieron una salade d'endives au roquefort y un filet Mignon au poivre avec Foie Gras chaud de canard, du Périgord, plato favorito de Adán. Eva eligió de la carta de vinos, un tinto Pétrus, un Bordeaux de la región vitícola du Pomerol. La conversación fue distendida, amena y afectiva, siempre una buena mesa hace que las personas se desinhiban y es cómplice de las aventuras más extraordinarias. Risas y mucha felicidad presidieron ese par de horas en las que compartieron experiencias vividas, preguntas, respuestas y mucho afecto.

Adán, sin duda nuestra elección, La Coupole, es el escenario perfecto para sentir que, a pesar de las pocas horas que llevamos juntos, es como si nos conociéramos de toda la vida, además eso de que te llames Adán y yo, Eva parece como si el destino nos hubiese marcado el encuentro, no sé, tal vez, como si estuviéramos viviendo estas horas en nuestro Paraíso.

—Es verdad Eva, nuestros nombres parecen predestinados a encontrarse, como sí alguien que está por encima de nosotros moviera unos hilos para que nos acercáramos al árbol del Edén y, esos hilos se movieran para que ambos convergiéramos en Montparnasse, en este pequeño paraíso, aunque yo tengo una opinión sobre la manzana, que tú Eva, posiblemente no compartas…

—¿Cuál es tu opinión sobre el fruto prohibido?

—Opino que Eva mordió la manzana por amor al conocimiento, para apreciar y distinguir entre lo bueno y lo malo.

—Entonces, ¿Adán qué rol desempeñaría en un posible paraíso?

—Adán como buen representante de su género no lo hizo por curiosidad, lo hizo por arrojo, por entrega. Adán mordió la manzana porque Eva se lo pidió, asegurándole que el paraíso se encuentra en la realización de los deseos.

—¡Genial, Adán! Tal cual lo has definido, la curiosidad en la mujer es más una cualidad que un defecto!

A los postres el maître les recomendó una tulipa de litchis —un fruto exótico oriental— que también se le conoce como la ciruela china, decorada con nata, virutas de chocolate y salpicado con nueces. Un postre exquisito que, acompañado con un par de copas de champagne Veuve Cliquot Grande Dame, dieron a la cena el mejor final.


La seducción apareció como un fuerte latigazo, ambos estaban perdidamente enamorados. Después de la cena Adán le propuso a Eva que le acompañase a su buhardilla de Montparnasse en la que desde la ventana, se podía apreciar a través de la “mansarde” una de las mejores vistas de París. La aceptación fue sellada con un beso que dio origen a una gran noche de amor, beso que tuvo como único testigo el cielo plomizo de Montparnasse y luego las acogedoras paredes de la buhardilla, donde Adán ante la desnudez espléndida de Eva, expresó con vehemencia: ¡Quiero vivirte en exceso! ¡Quiero beberme el océano de tu cuerpo! Una inmensa ola de caricias les cubrió y dos impetuosas almas se fusionaron sumergiéndose en el abismo de los sentidos. Fue un tiempo vivido maravilloso, fue su paraíso parisino durante unas horas inolvidables.


“La realidad, como siempre, supera a la ficción”
Para nosotros, quienes escribimos este relato, grande fue la sorpresa al darnos cuenta que la historia imaginada era, por su contenido, un momento ya pasado de nuestras vidas y que, aquellos jóvenes en apariencia protagonistas de ficción de nuestro relato, no lo son, somos en realidad nosotros mismos, esos dos extranjeros que en Paris el azar les llevó a encontrarse desconociendo sus nombres verdaderos —¡esos personajes de ficción somos nosotros!—, ahora nos miramos conmovidos y empezamos a relatar aquello que habíamos vivido y que ya formaba parte de algo casi olvidado. 

Los recuerdos afloran a borbotones, poco a poco, aparecen agolpándose imágenes que teníamos casi olvidadas; nos damos ánimos para seguir explorando nuestros recuerdos que nos aproximan cada vez más —percibiendo en la distancia— el calor afectivo de aquel año ya tan lejano. Recordamos e intercambiamos impresiones, pinceladas de vida donde los trazos y los colores se fusionan dando forma a un momento inolvidable, un encuentro sublime. Recordar esas 24 horas vividas en París es volver a pasar las secuencias llenas de sentimientos por nuestros corazones y hacer desfilar por nuestras mentes, las vivencias de unas horas maravillosas.


Confirmar lo relatado como una vivencia propia, nos obliga a vernos en dos planos temporales, el intangible ayer y el contundente hoy. Sin duda, los años nos han cambiado, ya no somos aquellos impulsivos jóvenes que deseaban tragar la vida de un solo sorbo, ahora tenemos lo que antes no teníamos, la experiencia y la sabiduría para emplearla, actualmente somos mejores. Al darnos cuenta de que la historia que estábamos construyendo es nuestra propia experiencia ya vivida, esas jóvenes imágenes del pasado se valoran con la sabiduría que sólo otorga la madurez y, al reflexionar, descubrimos que ya viejos, cuando creemos no tener nada, es cuando más tenemos; es el tiempo donde las ataduras pueden cortarse sin causar daño, es el tiempo donde no se pide permiso para vivir la libertad que nos pertenece, es el tiempo de privilegiar la elección a la obligación, es el tiempo de darse cuenta que queda poco tiempo.

En el pasado no existieron planes ni promesas a futuro, entendíamos que los momentos mágicos debían vivirse a corazón abierto, en el presente aún continuamos creyendo en lo mismo. Saborear con intensidad el día a día, extraer la esencia, lo primordial, continuar sin cese navegando en las palabras, perdiéndonos en el poco conocimiento de nuestro pasado y encontrándonos en el vasto de nuestro presente. Caminar buscándonos en cada escrito, seduciéndonos con las palabras, deseándonos con el pensamiento, necesitándonos el uno al otro cada día, como si se tratara del día final, del último día de nuestras vidas!

Es extraño, pero cierto, pues la verdad es siempre extraña, más extraña que la ficción. [Lord Byron · Don Juan (Canto 14) 1819]

Eva y Adán
Sí en un tiempo fuimos Eva y Adán, ahora con más razón lo seguimos siendo.


Eva & Adán, 24 horas en París
«The Making-Of / Cómo se hizo»


Nos dimos unas primeras palabras escritas, 
y descubrimos un universo de seducción.

Josefina & Lluís
Una relación amorosa nacida a través del Blog y extendida a las redes sociales y, cultivada con la palabra oral y escrita que ambos nos dimos con afecto y deleite a través de una relación epistolar y telefónica por espacio de casi cuatro años y, unos encuentros personales y maravillosos por espacio de pocos días en París y en Barcelona.


No todos aquellos que nos miraron pudieron vernos, ni todos los que creyeron conocernos supieron quiénes fuimos.


Eva & Adán, 24 horas en París – Cómo lo construimos, cómo lo vivimos

Voy a usar el término inglés making-of (traducido como «cómo se hizo», «así se hizo», «tras las cámaras») para hacer un relato documentado a través de los correos y conversaciones telefónicas que nos cruzamos para realizar nuestro proyecto de escribir a dos manos —a dos laptop, como dijo Josefina— el relato de una historia de amor que, aunque ficticia en su origen, a medida que íbamos escribiendo y reescribiendo más nos aproximábamos a nuestra realidad personal en las que nuestros deseos y sentimientos se entremezclaban con las palabras de nuestros personajes de ficción.

Partíamos de un amor epistolar —nacido a través de nuestros blogs— entre dos personas en los que residíamos en países distintos, —Josefina & Lluís— separados por doce mil kilómetros de distancia. Josefina, mujer Argentina, nacida en Córdoba viviendo y trabajando en varias ciudades de Argentina. Y el que escribe ese preámbulo de nuestro —Making-of—, Lluís, catalán, nacido y residente en Barcelona, España.

Ahora en la distancia del tiempo en que lo escribimos, nos dimos cuenta —cuando Josefina vivía— y el maldito cáncer que acabó con ella todavía no mostraba su evidencia, que lo importante de nuestro proyecto no era exclusivamente el escrito que ha quedado expuesto de por vida en la inmensidad del Ciberespacio. Lo importante fueron los cinco meses que nos pasamos escribiéndonos correos electrónicos y las conversaciones telefónicas de un promedio de cuatro horas semanales. Un tiempo vivido que fue una fracción de una parte de un todo, un intervalo, de una real historia de amor que vivimos durante un poco más de tres años. En el año 2013, después de casi un año de una relación epistolar interpretamos por los correos que nos mandábamos tenían contenido suficiente para plasmarlos en un escrito; una historia de amor paralela que reflejase nuestras realidades y nuestros sueños. Fueron las palabras que nos cruzábamos por las que se me ocurrió proponerle a Josefina algún tipo de colaboración para crear un relato que reflejase a dos manos nuestros deseos para que la publicáramos en mi blog y, si Josefina lo consideraba  oportuno, también en el suyo.


Horas antes de la publicación de Eva & Adán

Buenos días Lluís, buenos días mi amor,
Amor, estoy de los nervios de una parturienta, te lo puedo garantizar y, ahora más todavía, ya teniendo la fecha de parto. Creo que el día jueves es una buena elección, en general se puede decir que la luna creciente es ideal para todo lo que tenga que ver con nacimiento; digo esto ya que en dicha fecha estaremos en el primer cuarto creciente de la luna. Me siento cuidada y mimada por ti, creo que este hijo en el que ambos lo hemos deseado tanto que bien justifica los nervios previos al parto. Nuestra historia de amor escrita —ficticia pero deseada—tiene tanta fuerza que atemoriza, al menos es eso lo que por momentos siento. Hemos compartido tantas cosas soñadas en este escrito, nos ha unido tanto escribirlo y he vivido tanto en ese tiempo que, la relación amorosa que mantengo contigo, la equiparo a la figura de la montaña rusa, comparándolo a todo lo que estoy viviendo junto a ti. Expresa perfectamente mis emociones y mis sentimientos para contigo.

Por momentos todo es calma, como ese paseo inicial de los carros de la montaña rusa, aunque siempre hay una cosquilla en el estómago que es la que previene del salto que se puede avecinar, creo tener todo el coraje para enfrentar cualquier pendiente o descenso a la velocidad que sea, pero más de una vez, he experimentado que mi temeridad no está a la altura de lo imaginado. Me sorprendo a mí misma de lo que soy capaz. Nuestra relación tiene tanta intensidad que llevarla en secreto es una auténtica locura. Es como si fuese en una montaña rusa en la que, muchas veces, es tan emocionante que el vértigo se adueña de mis sentidos. De pronto el ritmo se acelera y mi mente no tiene la capacidad de saber donde me encuentro, en ocasiones estoy perdida en las más hermosas de las alturas y la brisa que acaricia mi cuerpo es maravillosa, huele a mar, a tu mar, a ese Mediterráneo de azul incomparable y siento que estoy pegada a ti en el mejor de los puntos que pueda tener el espacio. Pero en otras oportunidades, las vueltas son tan violentas que tengo la sensación de salirme del asiento. Afortunadamente, siempre ha llegado la calma y con ella la luz, la serenidad de tu luz que me ayuda a seguir y, que nos muestra lo bonito del camino transitado.

Vivir en una montaña rusa en cierta etapa de nuestras vidas, considero que es un privilegio, sólo para personas que no se resignan a perder la juventud, somos esos seres inconscientes, (para el común de los mortales) que alentados por el amor, creemos poder lograr todo y aunque no lleguemos a la meta soñada, el recorrido del trayecto, representa más de una gran llegada. Te estarás preguntando qué cosas pasan por mi mente para escribir esta locura, lo siento, es lo que tú me generas; un universo maravilloso en el que estoy reviviendo juventud, amor, celos y locura.

Mañana tenemos día de parto —la publicación de nuestro Eva & Adán— y ya estoy nerviosa. Amor, te hablaré como futura madre a ti, el padre del hijo. Tu escrito de hoy, ese que por apresurada casi mal interpreto, es precioso, confirma todo lo que yo también siento al respecto de nuestro primogénito, me encanta que me hayas regalado esas impresiones justo antes del parto. Ambos estamos felices y eso es lo único que importa, no debemos tener demasiadas expectativas en cuanto a la reacción de los demás, —sean cercanos, conocidos o virtuales— recuerda que la mayor parte del grupo femenino es envidiosa de los hermosos bebes de los demás y que los representantes masculinos son pocos participativos, por lo tanto recuerda que lo valioso es que es nuestro hijo, y estamos felices por lo bonito que es, y que siempre será nuestro, más allá de lo que opinen o no los demás. Te quiero, espero no volverme loca a tu lado y si eso pasa que al menos sea una loca feliz. Mil besos y mil pensamientos.
Josefina



18 de Enero 2013 - Diálogo entre genitores

—Josefina, el texto que acordamos poner en limpio quedará tal como te indico a continuación. ¿Dime qué te parece?

En el pasado no existieron planes ni promesas a futuro, entendíamos que los momentos mágicos debían vivirse a corazón abierto, en el presente aún continuamos creyendo en lo mismo. Saborear con intensidad el día a día, extraer la esencia, lo primordial, continuar sin cese navegando en las palabras, perdiéndonos en el poco conocimiento de nuestro pasado y encontrándonos en el vasto de nuestro presente. Caminar buscándonos en cada escrito, seduciéndonos con las palabras, deseándonos con el pensamiento, necesitándonos el uno al otro cada día, como si se tratara del día final, del último día de nuestras vidas!”

—Mira que eres lindo, Lluís!!! ¡Me gusta el párrafo! Me gusta el escrito, me gusta, tiene tanto de nosotros que me emociona, está entretejido nuestra forma de pensar que nos pertenece cada palabra, cada puntuación, es como un nido construido por dos pájaros enamorados y puedo decir aún más: cuando quede publicado será nuestro primer nido, pero también nuestro tan deseado primer hijo.

Lluís, qué te parece sí además del título aceptado y consensuado de Eva & Adán, 24 horas en París, añadiésemos un subtítulo que expresase nuestro deseo de hacerlo realidad, también podría ser una reflexión final o un epílogo que dejara clara nuestra voluntad de realizar el encuentro en París.
Josefina

—Josefina se me ocurren muchos subtítulos para Eva & Adán, 24 horas en París. Uno de ellos y bastante descriptivo podría ser: Nos amamos en París, pero voy a ser más explícito, mi propuesta es conocernos en París y revivir en un fin de semana —tan largo como tú pudieras conseguir—, exactamente la historia escrita de —Eva & Adán—, es decir, cabalgar en le manège des impressionnistes, cenar en La Coupole, y albergarnos en un apartamento mansarde (buhardilla) que tengo localizado precisamente en la Rue du Faubourg Saint-Honoré, de París, en la misma calle donde está nuestro Jardin sur le toit de la Maison Hermès. Éste sería nuestro epílogo que culminaría nuestra historia escrita. Josefina, ésta es mi propuesta.
Dulces sueños, mi vida
Lluís

—Amado Lluís, recibir una propuesta de conocernos en París y terminar nuestra historia de amor conviviendo un fin de semana en un appartement mansarde en la misma calle de Le Jardin caché sur le toit, es lo máximo, es una propuesta romántica y viniendo de ti, amante amado, entusiasta, conmovedora, emocionante y disparadora de un sin fin de sueños embriagadores. Aunque tu, mi amor, puedes creer que exagero, para mi es como si me hubieras propuesto matrimonio y estoy como una boluda con la cabeza llena de pajaritos  “compris le rosignol”. Cielo, gracias me haces muy feliz y desde hoy doy inicio al sueño más bonito de estos últimos tiempos. Les pido a los ángeles del cielo o mejor dicho a mi ángel de la guarda, a ese que siempre le pedía cosas en mi niñez, que nos acompañen en la perfecta realización de nuestro sueño. Te quiero amor, un beso gigante con abrazo incluido. Estoy proponiendo en mi casa de forma abierta el realizar un viaje sola, le dije que yo podría hacer un crucero; es una forma clara de proponer el inicio de una separación temporal para ver si nos conviene separarnos o no. Yo viajaría de Buenos Aires a Lisboa, y desde Lisboa iniciaría el crucero por el Mediterráneo hasta Barcelona y de tu ciudad a París. Este crucero está elegido a conciencia ya que me permitiría encontrarme con dos amigas por unas horas, una de Málaga y otra de Valencia, que vendría a verme desde Alicante.
Sos lo máximo, besos de terciopelo
Josefina

—Josefina, tus palabras van más allá de la aceptación de una propuesta, tu respuesta es definitiva y pormenorizada, tienes mi total aceptación de un propósito deseado y compartido, al que se implican todos los deseos que nos habíamos formulado. Fíjate como paso a paso van quedando definidos los tiempos, siempre avanzando. Me siento un hombre enamorado al que su novia le acaba de dar el —sí quiero, quiero ser tu mujer—; te quiero mucho amor mío, expresarte como si te hubiera pedido matrimonio, suena espléndido, suena a que me quieres, suena fantástico, eres mi mujer, mi gran sueño de mujer.
Te necesito, amor
Lluís


—Tienes razón Lluís cuando hablas de los tiempos, del momento en que nos enamoramos, de las vidas ya hechas y de los diferentes planteamientos y, es por eso, que hoy, me gustaría tener menos obstáculos y de esa forma, sin impedimento alguno, poder amarte a puro corazón. Ser tuya. Ambos descubrimos en nuestro amor un gran tesoro y deseamos conservarlo y, en la medida de lo posible agigantarlo, sigamos afirmando el deseo de hacerlo perdurable, continuemos nutriéndonos de su magia, no paremos de maravillarnos y sorprendernos y, que las fuerzas del universo no nos abandonen nunca. No quiero que mis deseos se pierdan en utopías, en sueños imposibles de ser realizados. Pretendo que mi vida sea una realidad apasionada. Pasión de la vida junto a ti hasta la muerte.
Josefina

—Josefina, ahora los tiempos los administramos mejor y son más profundos, se están consolidando, van adquiriendo sedimento, es como el impetuoso fuego que al principio lo quemaba todo, lo arrasó todo como un tsunami de pasión, ahora se ha convertido en un elemento necesario, sentir la placidez de ese fuego acogedor y hasta excitantemente provocador, un fuego que va estabilizándose, forma con su rescoldo vivo la brasa amable, confortable que nos da calor y es refugio contra el frío de nuestro entorno exterior...

Me siento tan bien contigo, a tu lado, que los momentos que compartimos vida, sí Josefina, ya podemos decir que compartimos vida y que, cuando nos hablamos, o nos deseamos, forman parte de este fuego generoso que los dos sabemos alimentar para arrimar, al otro generosamente, el ascua cálida para que dé calor al otro. La palabra tiene el poder de acercarnos, pero con la voz adquiere mayor relevancia y autenticidad. Me siento feliz de escribirte, pero mucho más de oírte, de saber que cuando estás conmigo y percibir como respiras, como jadeas, como te ríes, como te estremeces, son momentos que generan vida. Me doy cuenta de que es muy grande lo que hemos conseguido. ¡Pero mucho!
Un cesto de caricias, de tu amor
Lluís

—Lluís, estoy impregnada de tus cálidas palabras, las escritas y las escuchadas, las que tienen sonido, las que me dan vuelta el corazón, cada vez que oigo sus matices, cada vez que las escucho y se instalan en lo más profundo de mi ser. Qué fantástico cuando estas palabras/caricias se apoderan y permanecen dentro de mí como un tesoro. La palabra gracias es muy bonita, pero casi siempre me queda chica cuando te la tengo que decir, me gustaría que hubiera otra más contundente, creo que debo pensar seriamente en inventar una que haga honor a tus galanterías y a tus halagos. Este fin de semana tan alucinante aún no termino de creer que lo hayamos vivido con semejante intensidad, me ha dejado algo mareada, es como si hubiera dado cientos de vueltas en nuestra íntima calesita. 

Cariño, hermosas son tus palabras, las que me has dedicado durante todo el día de la publicación de Eva & Adán, me has mimado hasta hacer que sienta que en verdad somos padres, te quiero oso mimoso. El vernissage fue una gran idea, me gusta que siempre pensemos en todos los detalles, invitando a amigos y conocidos a que nos lean. Lo celebramos por teléfono con champagne Veuve Clicquot Brut, yo desde Bahía Blanca a las 19:55 horas y tú desde Barcelona, a las 23:55 horas, cuatro horas de diferencia que nos permiten estar juntos. Nuestra vida es una loca y hermosa ilusión. "Ce qui est réel n'est pas l'apparence mais l'idée, l'essence des choses". Brâncusi. Como en el arte, nuestra historia de enamorados y nuestra historia de progenitores, no es lo que en principio parece ser, es la idea de lo que somos y creamos lo que conforma la esencia de nuestra realidad.

Tienes mucha razón cuando me dices que debemos proteger nuestros sueños, nuestro mundo privado y secreto, debemos hablar al respecto. Por momentos siento que estoy siendo muy poco cuidadosa, obro con demasiada tranquilidad. Es cierto que existen en mi casa soplos de aire conyugales malignos que pueden dañar todo lo que hemos creado. Intuyo que existen de forma latente y sigilosa. Deberíamos saber como neutralizarlos. No me gustaría tener que tomar una decisión apremiada por las circunstancias, sería muy lamentable para todos, si debo tomar una resolución definitiva será por que la situación lo amerita y porque estoy absolutamente segura que debo cambiar mi rumbo. Amor, este tema lo debemos charlar.
Un beso gigante, de tu Josefina



Nuevo proyecto
Personajes que descansan en
el Cementerio de Montparnasse, París

—Lluís, con respecto a nuestro próximo escrito, los personajes que amamos y que están descansando en el cementerio de Montparnasse me gustaría saber si estás seguro de querer escribir el tema ya hablado, tu propuesta es una idea genial y, por mi parte me parece un muy lindo tema, un desafío para ambos.

Debiéramos centrarnos básicamente en Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir, enterrados juntos y el de Julio Cortázar por ser nuestros escritores preferidos. A Cortázar no sé cómo podríamos unirlo en nuestro relato ya que tuvo tres esposas.

—Josefina, a Cortázar podríamos armar su historia con uno de sus amores reales, con se segunda esposa, la escritora y activista Carol Dunlop y con el personaje literario ficticio de La Maga, de Rayuela

Tal vez podríamos encajar al amante de Simone de Beauvoir, Nelson Algren y hacerlo de una forma que el espíritu de Nelson ronde —todavía— la tumba de su amante. No debemos preocuparnos por la excesiva exactitud ya que los sentimientos de los amantes tienen proximidad y aunque algunas son vivencias imaginadas se van armando lentamente y, casi sin que nos demos cuenta.

—Lluís, me gusta la idea de ser un gato y una gata quienes protagonizan la historia, como lo harán, es un tema que debemos charlar, cada uno debe presentar una forma posible de hacerlo. Por mi parte quiero ser una gata creíble, es decir que todo lo que seré, haré y diré tendrá que tener relación con el tipo de gata que soy, —atrevida, coqueta y enamorada— y tu un gato pendenciero, tal como eres —seductor, osado y muchos etcétera— pero dos gatos enamorados, dos gatos sensuales y, que en la historia quede claro que yo debo poder enamorarme de vos.


Publicaciones en las que aparece Josefina
Resumen de todas mis publicaciones en las que están dedicadas a Josefina, bien nombrándola de forma directa y personal, u otras que fueron escritas para dedicárselas a ella; también en otras que son escritas a dos manos —Josefina y yo— cuando Josefina ya estaba muy enferma y que, en lugar de aportar sus textos por escrito —un tiempo muy difícil en que ya no tenía los suficientes ánimos para escribir— y, lo hacía a través de su voz. Palabras que están grabadas en mi móvil.


La Rayuela de las palabras
Declaración de amor.

Cóncavo convexa | Cartas de una cercana lejanía
Correspondencia de tiempos felices

Adiós Josefina | Adiós Smot
Necrológica: 
El día que el cielo bajó a la tierra y la noche envolvió tu alma.
La sombra encadenada
Recuerdo póstumo


El jardín secreto en un tejado de París
Recuerdo póstumo de un tiempo vivido.


Nadie encuentra lo que no está buscando.
Escrito póstumo.


Oda al Ginkgo biloba | A los amantes Goethe & Marianne
Un escrito de Josefina y mío.

EVA & ADÁN | Un día en el Paraíso
Un escrito con aportes de Josefina,
adaptación de la obra de Mark Twain, The Diaries of Adam and Eve (1893)


Amar a un ruiseñor...
Escrito declaración de amor a Josefina y propuesta de escribir juntos.

GINKGO BILOBA, Quiero a ese árbol...
Mi primer escrito a Josefina y al amor que sentía por el árbol Ginkgo biloba


Nelson Algren & Simone de Beauvoir | El cosmos ficticio
Un escrito compartido con Josefina.
Los personajes somos nosotros enmascaradamente.
De Barcelona a París, dos cuerpos que traspasan un cuadro.
Una metamorfosis inexplicable que nos permitió adentrarnos en París.



El capitán Voltarén
Un viaje por el alambique del amor hasta la ventana de la casa de Josefina.


Cala Piccola
Un sueño posible construido con palabras y deseos de Josefina.



Albert Camus:
Fragmento del discurso de aceptación Nobel de Literatura, año 1957
(...) Personalmente, no puedo vivir sin mi arte. Pero jamás he puesto ese arte por encima de cualquier cosa. Por el contrario, si me es necesario es porque no me separa de nadie, y me permite vivir, tal como soy, a la par de todos. A mi ver, el arte no es una diversión solitaria. Es un medio de emocionar al mayor número de hombres, ofreciéndoles una imagen privilegiada de dolores y alegrías comunes. Obliga, pues, al artista a no aislarse; le somete a la verdad, a la más humilde y más universal. Y aquellos que muchas veces han elegido su destino de artistas porque se sentían distintos, aprenden pronto que no podrán nutrir su arte ni su diferencia más que confesando su semejanza con todos.

(...) El artista se forja en ese perpetuo ir y venir de sí mismo hacia los demás, equidistante entre la belleza, sin la cual no puede vivir, y la comunidad, de la cual no puede desprenderse. Por eso, los verdaderos artistas no desdeñan nada; se obligan a comprender en vez de juzgar. Y si han de tomar partido en este mundo, sólo puede ser por una sociedad en la que, según la gran frase de Nietzsche, no ha de reinar el juez sino el creador, sea trabajador o intelectual. 


(...) me siento más libre para destacar, al concluir, la magnitud y generosidad de la distinción que acabáis de hacerme. Más libre también para decir que quisiera recibirla como homenaje rendido a todos los que, participando el mismo combate, no han recibido privilegio alguno y sí, en cambio, han conocido desgracias y persecuciones. Sólo me falta dar las gracias, desde el fondo de mi corazón, y hacer públicamente, en señal personal de gratitud, la misma y vieja promesa de fidelidad que cada verdadero artista se hace a si mismo, silenciosamente, todos los días.


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