martes, 19 de abril de 2011

21 ABRIL

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Gracias por felicitarme y por haber llegado hasta aquí.

La historia de mis aniversarios empezó la tarde el mismo día en que nací. La única certeza que tengo es que fue un 21 de abril, la verdad es que no me acuerdo del año, ni de nada de aquel día, pero si sé por mi madre, yo me lo creí durante mucho tiempo que nací en el huerto de mi tío dentro de una col. Esta aseveración explicada por mí el año pasado sirvió a Susana de Reoyo, buena amiga del facebook para dedicarme una foto/felicitación para mi aniversario en la que interpretaba mi nacimiento y que, agradecido reproduzco aquí, reconociéndole ese amable trabajo.

Hoy, día de mi aniversario, creo que es un buen día para hacer una reflexión en voz alta. Vaya por delante mi agradecimiento a todos los que me habéis felicitado. Nunca había tenido tantas felicitaciones, ni tan amables palabras, de verdad que es reconfortante tener tantos amigos virtuales en los que compartir momentos de placer e intereses comunes.

Ya son un puñado de años los que tengo encima mis hombros. Son muchos años, tantos que ya me he acostumbrado a decir que ya los tengo todos. Es como pedir una pausa, un respiro, como si después de subir tantas escaleras, encontrara un rellano en el que descansar y disfrutar del presente sin pensar en el futuro. Creo que me he pasado demasiado tiempo pensando en el futuro...

Esta reflexión es para expresar que, cada año que pasa, me encuentro más en la etapa del concepto de la 'deconstrucción'. Me explicaré mejor, sin entrar en el concepto filosófico del término 'deconstrucción' empleado por Jacques Derrida, sino por el uso particular que yo hago de él, me gusta decir desde hace tiempo que, más que sumar años lo que hago es 'deconstruirlos', por aquello que el ser y el tiempo se acercan cada vez más a una posición íntima y casi mística de la esencia del ser y la nada.

Haciendo una mirada hacia atrás, uno se da cuenta que ha tenido una vida en la que la celebración de estos años pasados servían para ir añadiendo proyectos y aspiraciones sin límite, es cómo si se construyera un muro, una edificación virtual en la que cada ladrillo era un hito, una ilusión o un propósito más a conseguir, como si fuera una fuga hacia adelante sin fin se consiguiera o no que añadía a mis aspiraciones vitales. Pero todo tiene un límite, llega un momento en la vida que te planteas que tampoco es necesario ir escalando más y más esta cúspide imaginaria. Me doy cuenta, siendo realista, que es una cumbre que nunca escalaré. Por lo tanto he llegado, por la sabiduría que dan los años, a preferir ir bajando, emprendiendo una razonable 'deconstrucción', es decir 'des-edificar' el muro construido. Tengo el propósito cada año de deshacer un año, limpiando todo aquello que es superfluo y, guardando aquellos momentos que fueron buenos, como pequeños tesoros de mi vida para poder recordarlos e incluso revivirlos.
Lluís Busom i Femenia

jueves, 14 de abril de 2011

EL PARAÍSO COMO REFLEXIÓN





Me había propuesto buscar un tema del que hablar y pensé que un buen argumento podría ser hablar de ese Paraíso que, la mayoría tenemos en la cabeza; ese lugar soñado que ha rondado muchas veces por nuestra cabeza, imaginando vivir aislado durante un tiempo indeterminado en un lugar paradisíaco, quizás, al lado de alguien que es, fue o pudo ser, la persona que nos hubiera gustado compartir ese tiempo en el útopico paraíso soñado. Imaginé, que muchos como yo, tendrían su sueño paradisíaco para describirlo públicamente y, en cierta medida, sería una posibilidad de poder compartirlo y, tal vez, hasta poder contrastar Paraísos. Así nació la idea de escribir sobre mi Paraíso soñado, pero a medida que tomaba apuntes para redactarlo me daba cuenta de que todos los caminos me llevaban a mi escasamente sobrepasada edad quinceañera, en pleno fenómeno biológico, cultural y social de la adolescencia y que, ahora sin querer, se agolpaban en mi memoria trocitos de mi vida que, poco a poco, conformaban mi Paraíso, llegando a la conclusión de que ya no era necesario imaginarlo, sólo tenía que describirlo tal como yo lo viví.

Emprendo esta historia partiendo de una percepción del pasado, un pretérito perfecto, imaginado en presente. Al profundizar, pensando en describir cómo me gustaría que fuera mi Paraíso, ha aparecido entre la bruma de mis recuerdos, como visiones de un flash destellante, pertenecientes a mi pasado vital. Lo que en un principio era un esfuerzo imaginativo para concebirlo, para imaginarlo, me daba cuenta de que hace muchos años anduve por allí. Ahora, mezclado con mis recuerdos, el Paraíso lo concibo como algo ya vivido, me doy cuenta de que ya estuve en él y lo viví a plenitud, es cierto, que en aquel momento jamás se me hubiera ocurrido pensar que estaba viviendo algo tan extraordinario y único.

Jamás imaginé que todo lo que en aquel momento me rodeaba, las calas recónditas, el cielo de inmenso azul y el mar de múltiples verdes serían, lo que años después, aparecerían en mi recuerdo casi olvidado para hacerme entender que ya había pisado el Paraíso. Y lo que hace tantos años me rodeó, en un habitat prodigioso, hacen que renazcan en mí aquellas sensaciones, olores y sabores que aún son capaces de estremecerme, en el recuerdo emocionado de mi Paraíso perdido. Los inmensos silencios, rotos solamente por nuestras voces y risas, los besos, los arrumacos, los cariños y los tiernos roces acompañados del plenilunio y del pacífico cric cric de los grillos, formarían parte de ese magma indescifrable, una amalgama de circunstancias que eran la confabulación única de una convergencia cósmica irrepetible.


Después de muchas horas de caminata, desde Palafrugell, llegamos al lugar que previamente habíamos estudiado en el plano del Bajo Ampurdán. La playa de Aiguablava, en tierras de Begur, eran de una belleza formidable. Era ya media tarde, mi novia y yo habíamos montado la tienda de campaña sobre una pequeña zona despejada, teníamos donde escoger y la ubicamos en una zona protegida y reservada pero muy cerca de la playa. Habíamos programado pasar una semana de vacaciones, plantando nuestra tienda como excursionistas avezados que éramos. Pasamos los seis primeros días sin divisar a nadie, toda la playa de Aiguablava era obsolutamente para nosotros, nadie perturbó nuestra intimidad, nadie se acercó a la playa, sólo alguna noche muy lejos de la cala de Aiguablava percibíamos las luces de alguna barca de pescadores que faenaban en el silencio de la noche. Estábamos en el Edén dispuestos a admirar los frutos que el Paraíso nos ofrecía. Era un mundo exuberante, generoso e ídilico, el Paraíso que muchos han tenido en sus sueños y que aún les persiguen en su continua búsqueda. Dormir en la playa, con el rumor de las olas rompiendo en la orilla, la tenue y calida brisa, mientras el susurro de la respiración de mi amada eran la armónica y cadenciosa sensación de cuando tiempo y espacio se confunden.


Cada noche nos bañábamos y plantábamos cuatro sillas plegables en medio del agua, en la playa, los dos uno junto al otro y con los pies reposando en las otras sillas, colgado del respaldo de las sillas dos faroles iluminaban la noche y los peces se acercaban a nosotros por la fascinación de la luz. Constantemente teníamos unas docenas de peces por debajo de nuestras sillas, una vez determinado cuál queríamos -doradas y bogas-, con un tridente los pescábamos para cocinarlos allí mismo. Capturar entre las rocas gambitas, y un metro por debajo de la superficie adheridos a las rocas ricos mejillones. Como en el Paraíso la naturaleza era pródiga y generosa y sus frutos estaban alcance de la mano.

No me di cuenta del privilegio que estaba viviendo, de las sensaciones y sentimientos que quedaban impregnadas para siempre en mi piel, sucedieron sin mayor trascendencia, como algo natural, como algo que me pertenecía por derecho... es ahora que me doy cuenta de lo excepcionales y maravillosos que fueron esos días. Como en los relatos de cuentos de nuestros abuelos: ocurrió hace muchos, muchos años.., cuando el mundo estaba casi deshabitado, las playas estaban desiertas, no habían ni ruídos, ni músicas, ni rumores habitados en la lejanía que pudieran romper el maravilloso silencio; sólo el rumor lejano y cadencioso del mar batiendo suavemente contra las rocas, cerca de nosotros, en primer plano, el rumor de unas minúsculas olas batiendo en la playa.



Eran unas vacaciones muy especiales, hacía tan sólo diez días había declarado mi amor a una mujercita de mi misma edad, el primer amorlos dos éramos tan conscientemente inconscientes para pasar casi una semana juntos, sin el control de nadie, por no saber, no sabíamos casi nada del 'árbol de la vida, ni de sus frutos' y, lo poco que sabíamos, mal aprendido. Yo había hecho un esfuerzo imaginativo y económico para que esas vacaciones fueran trascendentes, quería regalarle el anillo de 'compromiso' era un 'quiero y no puedo' pero era mi anillo, fue mi regalo. Describirlo es fácil, un aro de oro, pero de lo finísimo que era, parecía más un hililllo de oro que un aro, encima sujetaba dos piedrecitas, un 'tu y yo', una perla diminuta y un brillante aún más diminuto, creo que lo llamaban 'chispita' porque solo brillaba con un único destello. Se lo ofrecí en un estuche primoroso que contenía dos importantes regalos, el anillo descrito y un llavero de plata con las llaves que abrían las puertas de una casa imaginaria, la casa de nuestros sueños aún por construir. Le ofrecí la cajita bellisimamente envuelta con unas cintas de plata y azul cielo, acompañado de unas palabras sinceras de cuánto representaba para mí el ofrecimiento de este regalo, expresándole que, caso de aceptarlos, nos comprometía de verdad.

El cielo se abrió con la sonrisa más bella que mujer haya ofrecido a su prometido, el silencio de la noche se vio interrumpido por el cric cric de los grillos que adornaron el momento llenándolo con una música paradisíaca, en ese mismo momento las nubes se posaron en el mar, una suave brisa las hizo deslizar dócilmente hasta la playa formando un irreal lecho nupcial, un tenue velo tejido con su neblina nos protegió del mundo. ¡El Paraíso existió!
Lluís Busom i Femenia



P.S.

Este recuerdo es un homenaje al Doctor Arruga, creador de la dinastía, médico amigo de mi padre y que, gracias a él, yo de niño no llevé gafas que otro médico oftalmólogo me recetó. Sus amables palabras las recuerdo perfectamente  y sin querer desacreditar al médico que me las había recetado, le dijo a mi padre: -Luis, sí fuera mi hijo, yo no se las pondría.


Para los que conozcan Aiguablava, en tiempos de mi Paraíso circunstancial, sólo había una construcción en un extremo de la playa junto a las rocas, era la caseta de obra que un previlegiado y aventajado conocedor del lugar había construído, era una mínima caseta para izar y resguardar la embarcación propiedad del Doctor Arruga i Liró, célebre oftalmólogo. 

Relativamente cercano de la playa, en un saliente rocoso una única construcción, su magnífica casa de verano construída en el peñasco de Cap Rubí, literalmente encima del oleaje. Como anécdota, en esta misma caseta refugio de la embarcación, fue engendrado el hijo del Doctor Arruga, Alfred Arruga, también oftalmólogo, desgraciadamente fallecido no hace mucho y, en sus propias palabras, había dicho que estaba muy orgulloso de haber sido procreado en la deshabitada playa de Aiguablava durante las vacaciones de sus padres...


viernes, 1 de abril de 2011

...Y SI LOS BUENOS, NO FUERAN LOS BUENOS?




Bajo la autorización del Presidente de los Estados Unidos, la Central Intelligence Agency (CIA) ha enviado discretamente en Bengasi a un agente para dirigir en Libia el ejército rebelde que está luchando contra Muamar Gadafi. Se trata de KHALIFA HIFTER, un ex coronel del ejército líbico que, desde hace 20 años se trasladó a la ciudad de Viena, a pocas millas de la sede de la CIA, en Langley (Virginia, USA) el cual mantenía contacto continuo con los grupos anti-Gadafi americanos. Aunque la autorización de Obama es del día 30 de marzo, Al Jazeera ya denunció la llegada de Hifter en Libia el pasado día 14. Digamos que, sin equivocarme mucho, toda esta operación contra Gadafi hacía varios años que se estaba preparando.

Nada es inocente y nada es como se nos presenta. Guerras que no son guerras, ciudadanos rebeldes que nos dicen que aspiran la democracia, pero que no tienen ni idea de partidos, ni líderes que puedan aglutinar una mínima fuerza para llevarla a cabo. Ejércitos que son adiestrados por compañías americanas 'selfservice' que tanto suministran armamento como mercenarios. Un mundo completamente desconocido para la gente que sólo leemos los diarios y vemos alguna televisión. De lo que se cuece en estas guerras no sabemos nada, tampoco de las barbaridades que en nombre de la democracia se hacen en estos países donde la bota militar pisa a seres humanos sin ninguna consideración.

Todos sabemos del escándalo, gracias a las denuncias de la prensa de las torturas sistemáticas a presos de Abu Ghraib, en Irak, pero la mayoría de los documentos gráficos fueron efectuados por la estupidez humana de sus propios soldados, fotografías que fueron captadas como 'recuerdos fotográficos' de gente sin alma convertidos en torturadores. El Pentágono hizo caso omiso, sobretodo a las ejecuciones de soldados americanos a civiles que están más cerca de los crímenes de guerra que de otra consideración. Si las fotos de Abu Ghraib fueron un escándalo que dio la vuelta en el mundo, ahora hace pocos días ha sucedido un hecho igual o todavía más grave en Afganistán. La desinformación, al menos aquí España es total, ningún medio informativo lo ha recogido.

Hace pocos días la revista Rolling Stones ha publicado un documento terrible de dos soldados en Afganistán, la de la cabo Jeremy Morlock, de 21 años y la del soldado Andrew Holmes, de 19 años, en el cual se demuestra la maldad humana en toda su crudeza. Parece un cocktail terrible, unir la prepotencia de un invasor, con la de unos jóvenes sin cerebro con el adiestramiento para matar. No sé emplear las palabras justas para definir una conducta tan brutal y despiadada. Soldados americanos se entretenían a matar a niños indefensos justificando sus asesinatos haciéndolos pasar por terroristas. Ellos mismos lanzaban una granada de mano contra una pared y esta explosión les servía de coartada para el asesinato de un niño. Se ensañaban con sus cuerpos y tomaban fotografías de sí mismos celebrando sus muertes. Imágenes sosteniendo un cigarrillo en una mano elegantemente, poniendo para la cámara con el cadáver ensangrentado y medio desnudo del niño y cogiendo la cabeza del niño por los cabellos, como si se tratara de un trofeo. Estos monstruos se aseguraban de tener un recuerdo para enseñar-lo lo a sus familiares.

Rompiendo el protocolo establecido, los soldados toman fotografías de sí mismos celebrando la muerte del niño. No traduzco el contenido del texto del pie de foto porque la descripción es excesiva. El lector interesado en conocer hasta que punto llega la barbarie humana, sólo tiene que ir a las fotos de la revista Rolling Stones que figura al pie de mi escrito. 


Por el número de fotos de cadáveres ensañados, decapitados tienen que ser docenas y docenas de asesinatos, es tan terrible que no entiendo que un ejército disciplinado como el americano, se comporte con tanta crueldad como si fueran seres no humanos. Bien es verdad que de una forma u otra los mandos lo intentaron esconder las atrocidades. El Pentágono tomó medidas extraordinarias para suprimir las fotos. El general Stanley McChrystal, fue informado de las fotos ya en mayo, y los militares emprendieron un esfuerzo masivo para encontrar todos los archivos y sacar las fotos de la circulación antes de que pudieran desencadenar un escándalo de Abu Ghraib. Los investigadores en Afganistán realizaron búsquedas en los discos duros de los ordenadores y confiscaron los equipos.

El mensaje del ejército americano es claro:
Todo lo que sucede en Afganistán se mantiene en Afganistán.

Por eso la pregunta se repite, sin que las palabras salgan de mi boca, únicamente como reflexión de mi propia consciencia: Y sí los buenos, no fueran los buenos?
Lluís Busom i Femenia

Artículo en Rolling Stones, del 21/03/2011. Vídeos y fotografías de los asesinatos.

sábado, 19 de febrero de 2011

PASIÓN POR LOS GATOS


PASIÓN POR LOS GATOS
Tengo predilección por los gatos y en una época de mi vida tuve la suerte de compartir un gato, lo compartí en familia y, con seguridad, mi pasión por los gatos vienen de esa grata convivencia durante unos cuantos años. Ya se sabe que el roce diario hace que el afecto crezca y se desarrolle. Esa convivencia generó como una especie de alianza/admiración y que, desde que se murió, se ha mantenido dentro de mi persona de una forma aletargada, manifestándose ahora con fuerza, quizás por la añoranza de ese tiempo compartido.

Esa época vivida en compañía fue una gran experiencia que sólo me trae buenos recuerdos. En alguno de mis escritos el gato ha sido protagonista de cuentos e historias, a veces introducido como la voz de un gato/filósofo con voz crítica y discrepante de lo que acababa de escribir. Otras poniéndome en su piel, en un acto de introspección y haciendo opinar a un psiquiatra sobre esa dualidad narrativa. Ver
Diálogos con el psiquiatra. 



El gato me ha servido de contrapunto y de concordancia armoniosa de una voz contrapuesta a la mía y, alguna vez, para hacerle decir al gato lo que yo no quería decir o que deliberadamente obviaba. Fue usado como gato contradictorio y respondón, pocas veces, para darme la razón o reafirmarse en el contenido de mis palabras.

Es un animal que -genéricamente- aprecio, me gustan los gatos. Había un buen escritor/periodista que su preferencia eran los gatos, Francisco Umbral (1935-2007) Premio Cervantes, distinguía a las personas según su preferencia fueran los perros o los gatos, él siempre ironizaba que existía una gran diferencia entre los dueños de un perro y los de un gato. Umbral consideraba que su gato era el ser totémico por excelencia de su vida, lo que venía a decir es que su gato era el símbolo protector e inspirador de sus horas creativas que, a solas pero en compañía de él, construía sus historias.

Puesto a ponerme en la piel de un gato voy a hacer un ejercicio de introspección escribiendo una festiva y banal correspondencia entre un gato y una gata que describen su pequeña historia de amor. 



CARTA DE AMOR DE UN GATO...

Mi querida Alcachofita:

Concentrado en este momento trascendente quiero ser el primer gato que escribe una carta de amor a una gata preciosa de rayas grises... Te imaginé recordando tus andares de esta mañana por el tejado y empecé a mover la patita sobre la hoja de papel, la verdad que me había costado mucho aprender a ponerme el boli entre las zarpa, pero ahora las primeras letras ya empiezan a salir de mi cabeza y van quedando escritas en mi carta.

No sé como empezar para traducir en palabras los sentimientos que tengo para ti. Cuando tú apareces sobre el tejado y te veo, todo mi cuerpo se contrae y se convierte en el ser más débil del patio vecinal, nunca me he sentido tan frágil con una gata. Mis ojos se agigantan para poder admirarte, ver como tu esbelta figura tiene aquel andar tan bonito e inseguro a la vez, no se si es un andar estudiado, pero tienes un andar precioso y cuando te detienes ver tu carita tan linda me enamora. Y tus rayas grises... oh! tus rayas grises son como ágatas preciosas que resaltan tu belleza.

Ayer cuando me miraste me di cuenta que tus ojos son como dos soles que dan vida a quien los mira, son rayos de luz que cuando el día se oscureció penetraron hasta el fondo de mi ser y, en esta oscuridad, noté tu piel rozando la mía, fue cuando mi lengua lamió tu patita, mis papilas gustativas enloquecieron y el aroma de tu piel permanecerá eternamente en mí. En plena oscuridad fuiste mía y te amé; yo fui tuyo y me amaste, fue maravilloso... ahora soy un gato que llevo tu aroma por siempre y... tardaré mucho en lavarme, quiero conservar tu aroma sólo para mí. Eternamente, tu gato
CARTA DE AMOR DE UNA GATA...
Mi querido Champiñón:

Nada más te veo a lo lejos, más que gatear por los tejados haces que me eleve por las nubes. Qué palabras tan bonitas sabes decirme, me siento una gata erizada al estar junto al rey de los tejados... cómo sabes mover la cola, qué ronroneo tan dulce me das. Cuando me trajiste a la buhardilla en casi total oscuridad sentí como tu pelo y el mío se juntaban, me sentí perdida y me cogió un temblor que no sabía como detenerlo.. mis patitas casi no tocaban el suelo, mientras tú me decías:

—Si no hace frío Alcachofita, acércate que te daré el calor de mi cuerpo.

Yo pensaba si era tu piel la que me hacía tener escalofríos, cuando más me estrechabas, más temblaba, pero al rato me sentí protegida y amada. Hubo un momento en que me abandoné... dentro de tus brazos, fue un momento muy especial en que —tú con la oscuridad no lo viste— me quedé desnuda... si desnudada porque se me cayeron las rayas grises al suelo... ¡Dios mío! Estaba perdiendo mis preciosas rayas y te las entregaba haciéndote ofrenda de mi ser en el acto de amor más puro.

Enloquecida por tu aroma, enloquecida por mi Champiñón... eres mío por siempre! 
Tu Alcachofita

Lluís Busom i Femenia

miércoles, 16 de febrero de 2011

| EL VALOR DE UN JUGUETE | NARRACIÓN |



Eran tiempos muy difíciles de la posguerra, los niños no sabíamos nada de las dificultades económicas que se pasaban en casa. Nosotros, los niños, no notábamos las carencias que padecían los padres, ni las preocupaciones de casa. Las pocas cosas que recuerdo hacen referencia a las propias de un niño, pero no consigo recordar del todo aquellos días luminosos en que jugaba con otros niños sin mayor preocupación que el juego en el cual estaba inmerso. No consigo recordar con claridad, porque he olvidado aquellas calles de mi niñez vacías de coches, llenas de niños que jugábamos a la pelota en medio de la calle.

Cerca de casa teníamos la calle Mayor, el único que tenía un cierto tránsito. Una calle llena de tiendas muy especial para los niños, tenía vida propia y, por los escaparates de las tiendas, era mucho más que una calle. Los tranvías subían y bajaban llenos de gente en los que casi siempre algún niño travieso iba colgado detrás del tranvía sonriente y burlándose de toda aquella gente que, cuando lo veían colgado como un mono, movían la mano regañándolo por viajar peligrosamente colgado de aquella manera.

Tengo una visión de una escena concreta, la visión y el recuerdo de un niño feliz. Debía de tener casi cuatro años, mi padre me llevó a jugar a un pequeña isla verde de recreo sobre todo para los niños, era a los jardincillos de Gracia -donde se juntan el Paseo de Gràcia y la calle Mayor- en el que había un pequeño estanque y una fuente con un surtidor de agua. Recuerdo que mi padre me llevaba para que jugara con otros niños. Pero a mí me gustaba ver como los niños hacían navegar sus barcos de vela. Yo no tenía ninguno, pero mi padre me hacía barquitas de papel de periódico para que yo jugara en el estanque. Me entretenía jugando pero el surtidor hacía que el agua tuviera muchas olas y, las barquitas de papel, poco a poco se desplazaban hasta que la lluvia fina del surtidor las hundía y, con paciencia mi padre me hacía otra.. pero yo estaba enamorado de un barco de vela blanca que unos niños tan pequeños como yo jugaban con él. Una vez hundidas media docena de mis barquitas de papel nos fuimos hacia casa a comer.

Nosotros vivíamos muy cerca, en una travesía de la calle Mayor y, para mí la calle Mayor era el paraíso de los juguetes, andar por la acera era el mejor espectáculo del mundo. A derecha e izquierda de la calle estaba llena de tiendas de juguetes y bazares. Al ir hacia casa teníamos que pasar nuevamente por la infinidad de tiendas hasta llegar a casa, en este tramo de la calle Mayor teníamos cuatro tiendas de juguetes. Asido de la mano de mi padre andábamos por la acera, mi obsesión poder ver las tiendas de juguetes abiertas a los dos lados de la calle, yo intentaba, con toda mi fuerza, tirar de la mano de mi padre para poder verlas y, cuando habíamos vista una, intentaba ir a la otra aunque estuviera en la otra acera, pero mi padre argumentaba:

—Ahora no, ahora no podemos pararnos porque mamá nos espera para comer.

Yo no le hacía caso, yo quería ver los juguetes de más cerca y estiraba su mano para ir a ver los escaparates de las tiendas.

—Papá, vamos aquella tienda, déjame mirar los juguetes, es sólo un momento!

—Es que ahora tenemos que ir hacia casa!

—Papá, verlos nada más! Verlos nada más!

Con esta frase descargaba su responsabilidad y su conciencia que me comprara ninguno, solamente quería disfrutar del espectáculo del escaparate lleno de juguetes, contemplarlos y extasiarme con tanta maravilla. Mi padre al final se enterneció y dejó que mi mano tirara de la de él hasta que conseguí entrar en el vestíbulo de la tienda. Cuánta maravilla estaba depositada en sus escaparates!

—Papá, Papá..! Mira qué barco de vela más grande! Oh, oh.., tiene tres velas, tres!

Mi padre puso sus manos dentro de los bolsillos, palpó el fondo de los mismos como si buscara algo, hizo un gesto con los hombros y se apiadó de mis ojos llenos de juguetes y, desprendiéndose de un dinero sagrado, me compró un... juguete. Dios mío!, había conseguido un juguete, un barco de tres velas! Dios mío, era increíble! Salí a la calle cogiendo el barco de vela como pude y levantándolo con mis dos bracitos lo enseñé a todo el mundo que quisiera mirarme, mientras a gritos se lo decía a toda la gente de calle:

—Mirad! Mirad!, Mirad que me ha comprado! gritaba enloquecido por haber conseguido el juguete que mis ojos se habían enamorado.
Fue un regalo magnífico de aquellos que toda mi vida recordaré porque al margen de la ilusión que me proporcionó, tiene una lección personal llena de ternura que no la conocí hasta que por una casualidad mi madre, unos meses después de la muerte de mi padre, me lo explicó. Era un día que yo no sé porque hacía memoria sobre mi infancia y le recordaba a mi madre aquella historia vivida de pequeño.. y ella me dijo:

—Lo que tú no sabes es que cuando tu padre te explicaba sus días difíciles durante la posguerra, cuando pasábamos tanto hambre, tu padre consecuencia de haberte comprado aquel juguete, se quedó sin dinero para comprarse la comida que a diario se compraba en el trabajo, en el hotel donde trabajaba. Y, como que ya hacía días que no comía... pasó que, aquel dinero que se gastó con tu juguete lo sustrajo, una vez más, de su comida y, aquel incidente que tuvo tu padre cuando se cayó desmayado en medio del Paseo de Gràcia fue como consecuencia por no haber comido, se desmayó de hambre. El dinero que costó tu juguete fue la gota de agua que hizo derramar el vaso para que tu padre no aguantara más. Aquel barco que tanta ilusión te hizo traía de una forma discreta y escondida el gran amor de un padre que supo serlo en todo momento.


© Lluís Busom i Femenia


EPÍLOGO
Antes de publicar esta pequeña historia la sometí a la consideración de una buena amiga para que me diera su opinión. Ella sin querer entrar sí el relato es real o ficticio lo considera tierno y, su lectura le hace retroceder a un tiempo, quizás no tan lejano, en que la gente pasaba hambre de verdad. Me hace una consideración que afecta a mi final. Yo le anticipo que no quiero cambiarlo porque el padre —aparentemente— no hace ningún sacrificio, él se toma un momento de reflexión, valora la situación y decide emplear este dinero en algo tan provechoso como procurarle este momento de felicidad para su hijo.

Yo he procurado que el final de la historia los dos hechos tuvieran —el juguete y el desmayo— una causalidad manifiesta, pero el mérito de la idea no es mío, ya que al escribir esta aclaración me permite explicar algo más: Quien toma la decisión de unir los dos hechos ciertos convirtiéndolos en ejemplo y enseñanza, es la madre. Es la madre quien convierte los dos hechos en factor de causa y efecto que sirven para explicarle al hijo, cuando ya es un hombre, que esos dos hechos ocurridos dentro de una misma época, sirven para ponderar la memoria del padre en un hecho moral para ejemplificar significativamente el amor que tenía por su hijo. Dejando como enseñanza el que, muchas de las pequeñas cosas que se nos ofrecen, comportan algún sacrificio.

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martes, 25 de enero de 2011

| DIÁLOGOS CON EL PSIQUIATRA | El gato escondido que llevo dentro |





—¿Explíqueme el por qué ha venido a mi consulta?

—Hace tiempo que me planteo acudir a un profesional de la psiquiatría para saber algo más de mí.

—¿Algo más de usted, pero hay algo que le preocupa, algo que le angustie?

—Pues no, no exactamente, me interesa saber el porqué de mis ensoñaciones.

—Correcto, dejaré que usted me explique lo que quiera así yo le iré conociendo y veré en que puedo ayudarlo.

—Lo que me pasa es que me gusta escribir doctor y todo empezó cuando me inscribí en el Facebook y tuve la posibilidad de explicar cosas que me fascinan y desde no hace mucho, también en Twitter y en Google+, pero es en Google+ donde he encontrado un mundo fantástico, un mundo súper interesante y atractivo.

—Curioso e interesante, novedoso para mí... pero siga usted.

—Pues, me gusta escribir historias y cuando las construyo me voy sumergiendo en ellas de tal forma que llego a creerme que soy el protagonista.

—Esto no es ningún problema, una de las facetas de los novelistas es hacerlo en primera persona, esto es completamente normal.

—De acuerdo pero yo he construido una historia de un gato y creo que soy un gato.., sabiendo que no soy un gato. Me entiende usted?

—No, pero explíqueme la historia, mientras yo tomo nota, intentaré entenderlo.

Pues, me encantan los gatos! Sé que para los gatos, y poniéndome en la piel de ellos, la vida en proximidad con los humanos representa una adaptación social que se ha ido desarrollando a lo largo de milenios formando una simbiosis perfecta, en la que tanto el humano como el gato sacan provecho de la vida en común. Desde un punto de vista etológico o de su comportamiento, se ha sugerido que quién tiene la autoridad sobre él, —me refiero el amo humano—, sustituye la madre del gato y que los gatos domésticos adultos viven en un tipo de niñez prolongada, una forma de adolescencia comportamental. Y este talante infantil y un poco alocado del gato me fascina.

—¿Quiere decir que no está entrando —en su historia— en consideraciones que corresponden más a un psiquiatra que a usted?

—Doctor, sé que no hay psiquiatras de gatos, lo entiende, ¿verdad? En todo caso tendría que ser psiquiatra de aquellas personas que se creen que son gatos y éste es mi caso.

—Sí, es verdad, ya me había enredado, siga por favor, explíqueme hasta el final su historia.

Como iba diciendo: Me gusta ser tan amigo de los gatos que, acercándome tanto cómo me sea posible, llegar a confundirme y parecerme a ellos. Ponerme en su piel haciendo, —en un acto de profunda introspección— llegar a conseguir como afirma la doctrina hinduista, el 'advaita', de Adi Shankara, la unión de dos almas, consiguiendo la unidad total entre dos seres... Todo es cuestión de proponérselo, quiero ser un gato sin serlo y me preparo para vivir esta experiencia fascinante. En mi viaje a esta nueva vida no dejo nada al azar, me encanta ser gato, pero quiero elegir la imagen de un gato preciso, me gustan los gatos de piel bruna, casi anaranjada, de pelo corto y de mirada profunda, que sea juguetón y, a la vez, como corresponde a mi ideal de gato, un pendón de tomo y lomo.

—Interesante, pero... ¿cómo soluciona ponerse en la piel del gato? Perdóneme, siga...

Ser capaz de interiorizarme dentro de él y sentirme más gato que el de verdad. En silencio apropiarme de su piel y delicadamente desabotonarla, cómo si fuera un pijama nocturno e introducirme dentro de la piel del gato y adueñarme de su cuerpo. Colocar las manos en sus patas delanteras y los pies en las posteriores. Acomodarme sigilosamente dentro de él hasta conseguir que mis ojos vean su mundo a través de los de él. Notar como mis orejas, saben perfectamente el camino para colocarse y, una a una, se vayan introduciéndose en las de él.., percibir los primeros sonidos mientras oriento los pabellones auriculares.
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—¿Pero explíqueme qué ve cuando se pone dentro del cuerpo del gato?

Bien, es una impresión extraña, todo es negro, no veo casi nada, hasta que mis ojos miran a través de los del gato es algo fantástico, extraordinario, es como si de pronto lo viese todo con una claridad jamás vista, una nitidez del detalle casi abrumador y con una profundidad de campo jamás contemplada... y escuchar ya a través de sus orejas...






¡Qué diferencia, qué perfección auditiva!, es un órgano espectacular, me encanta poder orientar las orejas y transmitir la infinidad de matices de los sonidos al cerebro. Tengo que reconocer que la parte más difícil de encajar fue la cola, al final tuve que recurrir a un relleno postizo que diera la apariencia de una cola tiesa pero mórbida. Respirar y husmear de través de su nariz y empezar a detectar mis primeras sensaciones a través de sus bigotes. Lamerme para saber a que sabe mi nueva piel, limpiar mis patitas para que la gente de casa vean que mi conducta es la normal de un gato... ¡Qué no es un gato!
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—¡Ostras!, ¡eso de la cola no lo había pensado! Lo siento, no me haga caso, continúe…
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Dar mis primeros pasos, gatear por las paredes y en dos saltos subir por la cañería del agua hasta alcanzar el tejado y desde allí contemplar la inmensidad de la luna, señora de la noche y del alba. Y ser durante la noche más gato que nunca, sobre todo ante la presumida gata de rayas grises... Sentir la emoción de su mirada atrevida y al mismo tiempo vergonzosa, de ojos de mirada limpia y de incontenible deseo. Me encanta ser un gato atrevido, juguetón y descarado, ser ese gaturro que juega eternamente con la gatita atractiva y coqueta que sabe lo que quiere y, desde que el mundo es mundo, todos los juegos de los gatos, son para hacer el amor. Ya se sabe que los gatos somos muy enamoradizos. Observar los movimientos de su cola, ver como la mueve, de izquierda a derecha, elevándola haciendo oscilaciones totalmente intencionadas con movimientos conscientemente escogidos y dirigidos, un lenguaje con más corazón y coquetería que muchas de las palabras de los humanos. Ir al rincón escogido de la buhardilla de casa y mostrarle a mi gata con la mayor sutileza mi estimación...




.Pasearme por todos los rincones de la casa y convertirme en el señor de sus aposentos, cotillear en silencio todos los secretos que hay en sus habitaciones, sigilosamente deslizarme por la alfombra junto a la cama dilatando las pupilas para ver en la oscuridad más absoluta la intimidad de un mundo mucho más complejo que el de los gatos. Orientar mis orejas y dirigir mis oídos hacia la percepción de los maullidos tan particulares de las personas, percibir su olor mientras se acarician en una danza frenética e incomprensible, sus danzas de amor son muy diferentes a los de un gato, son apasionantes contemplar su entrega, la profundidad de sus caricias, la intensidad de sus gemidos me doy cuenta que están en un universo superior; reconforta estar presente sin que ellos reparen en un gato, todo un universo nuevo que no sacia la curiosidad de un gato. Notar como la música que acompañaba su danza se desvanece y, poco a poco, el silencio penetrante se adueña de la habitación...


Ser el gato comprensivo o celoso, con el AMA según sea aquello que mis ojos puedan llegar a ver. Ronronear amorosamente al ser humano que me trata con afecto, notar en mi piel la mano amable y generosa que se pasea por mi lomo. Ser acariciado en la falda del AMA, notar el intenso calor de sus piernas que son un bálsamo para mi piel, confortablemente asentado en ellas y cuando se cansa de mí poder restregarme entre sus piernas para que se dé cuenta de que mi amor es recíproco y que me encuentro muy cerca de ella porque lo deseo, porque quiero... jugar como un gato sabiendo que no soy un gato.

—¿Cree doctor qué estos viajes introspectivos pueden causarme algún problema de doble personalidad?
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—No lo creo, el que usted tiene es la necesidad de explicar historias y esto sólo tiene un peligro, el que no sepa distanciar la realidad de la ficción, porque entre las dos hay solamente una línea muy delgada. Pero el verdadero peligro no es para el lector, como es evidente, el peligro es para la persona que las escribe y, que sea él quién se crea sus historias. Si así fuera, nos encontraríamos dentro de una patología frecuente.
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—¿No sé, doctor, sí por sus palabras tendré que empezar a preocuparme?
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—No, no tiene por qué. Le daré mi diagnóstico acompañado de una recomendación. Yo creo que el qué usted busca es como la historia de Fausto pero a la inversa, así como Fausto está en plena búsqueda de la sabiduría y vende su alma al diablo como una vía para lograr el conocimiento supremo, usted ha idealizado la imagen del GATO en un estado superior de conciencia como un elemento receptor de afecto que necesita y que, de alguna manera, usted intenta parecerse a él porque las personas de su entorno le valoren, le quieran un poco más del que usted cree que las personas de su ámbito cotidiano lo hacen.
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Yo como psiquiatra me interesa mucho su desdoblamiento positivo porque estoy construyendo una tesis en la que sitúo el alma del Gato, como ser superior... un trabajo científico que yo, posiblemente titularé como: En busca del Gat Amagat (Gato Escondido), que todos traemos dentro. ¡Todos queremos ser queridos, todos necesitamos el afecto de los demás!
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Y una puntualización final, no referida al gato, si no a las personas que tenéis el gusano de escribir, son unas palabras de un gran escritor:
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William Faulkner, decía haber descubierto que escribir y comunicarse es algo muy hermoso y aseguraba: "Hace a los hombres caminar sobre las patas traseras y proyectar una sombra enorme, si os fijáis en ella, comprenderéis que os pertenece y además, en el mejor de los casos, es capaz de dar sentido a vuestra vida.
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Yo, interpretando sus palabras, me atrevería a asegurarte que Faulkner quería decir que esa sombra proyectada forma parte de quién escribe y se alarga una enormidad cuantos más lectores tienes que te lean porque, de alguna manera, son los que dan sentido a lo que tu escribes y has sabido transmitir.
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—Con la sutileza con que me lo ha explicado he entendido perfectamente que mi predilección por el GATO, no es más que la búsqueda por acercarme a los demás y obtener su reconocimiento, creo que su explicación es bastante verosímil, ha sido una tarde provechosa, gracias doctor.
© Lluís Busom i Femenia




miércoles, 19 de enero de 2011

| EL HUEVO DE LA SERPIENTE | ESPAÑA & CATALUÑA |


El huevo de la serpiente. Envenena que algo queda.
La caverna mediática, poco a poco, día a día, está fomentando con políticas como las del ''Tea Party'' pero a la española, la inoculación del veneno de la intolerancia por todo el Estado español. Un día es por la lengua catalana que se enseña en las escuelas o cuando, por primera vez, se habla en el Senado, otras es por la prohibición de los toros, o por los premios del cine en catalán, o por la cruzada en contra el cava catalán, o haciendo el boicot a los productos catalanes. Todo sirve para encender los ánimos de la España profunda y envidiosa. Los medios de comunicación de Madrid se han convertido en el laboratorio de experimentación en el que, a diario se raja el vientre para impedir o contrarestar todo lo que es catalán. Están creando un monstruo que, lastimosamente en muchos lugares de la España, se vende con mucha aceptación.
Madrid, los medios de comunicación de Madrid, se han convertido en una especie de Doctor Frankenstein en el que tienen permanentemente el cuerpo abierto de Cataluña sobre las mesas de sus redacciones y platós televisivos. Hurgan sin descanso y contaminan con una lluvia fina de incorrecciones y falsedades para sacar rentabilidadades. Sacar provecho político que fomentan el resentimiento, la animaversión, incluso el odio. Convirtiendo la cultura y la riqueza económica de Cataluña, en prepotencia.

Sin ir más lejos se llega a cotas absurdas con el fútbol, se hace política de todo. El Barça se ha convertido en un objetivo a batir, pero no en los campos de fútbol y como no pueden ganarlo en el campo, lo intentan a través de los medios de comunicación. Es la erosión constante porque no se acepta la diferencia, ni la realidad de una España plurinacional y plurilingüe. Es el maltrato constante de todo lo que es nuestro y hay que decir basta! Solamente nos quedará un camino, ser lo que siempre hemos querido ser, una nación, un Estado independiente.
Lluís Busom i Femenia

domingo, 2 de enero de 2011

LA ABERRACIÓN ECONÓMICA DEL TREN ALTA VELOCIDAD





El tren AVE es una obra faraónica insostenible que España no puede pagarse. Es la irracional España radial que sólo sirve para satisfacer el ego absurdo y nefasto de Madrid, del concepto ''Gran Madrid'' y sus políticos. La red ferroviaria del AVE es insostenible porque es incompatible con el tráfico de mercancías. ¿Por qué? Porque une a ciudades en que la industria es minoritaria o inexistente, pero no sólo eso, si no que tampoco tiene los pasajeros imprescindibles que transportar para que sea un red sostenible.



Hay estaciones que tienen un tráfico de 10 personas a la semana. Estaciones en medio del desierto. Es la España del disparate, el AVE Madrid-Valencia servirá para acercar la playa a los madrileños. ¡Virgen santa qué idiotas somos! Y todos tan contentos y felices! Los medios de comunicación madrileños, tan críticos con Catalunya, con cualquier iniciativa de mejora que podamos capitalizar, se escandalizan y no ven a través de su gafas nacionales la ineptitud de unas inversiones que nos llevan al desastre económico por la estupidez de pasarse el día mirándose el ombligo.

Tanto AVE en Madrid, en su kilómetro CERO, eso ha traído la consecuencia natural que, en vez de favorecer la unión con las pequeñas capitales de provincias, lo que acrecienta es el empobrecimiento de sus negocios. Los negocios de las ciudades limítrofes a las grandes ciudades pierden clientela. Se consigue es el efecto contrario al pensado por los políticos, la gente se desplaza al CORTE INGLES en Madrid, en vez de hacerlo en su ciudad. Piensan que en media hora están en la gran ciudad y allí encontrarán de todo. 



Pero hay más, resulta que las autopistas que se han construido en el "Gran Madrid" ''a mogollón'' ahora se han convertido en deficitarias, la gente ha abandonado las autopistas para subirse al AVE. Y el Gobierno, viendo el disparate, a pedido ayuda a los catalanes, a CONVERGÈNCIA I UNIÓ para que apoyen en los presupuestos la bonificación de las autopistas de Madrid. Es para que estas lumbreras que apoyan ese gran disparate cojan una piedra y se la aten al cuello y se tiren a la piscina porque mar no tienen.




Así tenemos que la zona de Catalunya/Valencia está todo por hacer, pero está por hacer a conciencia. No tenemos un tren de alta velocidad que una a los dos puertos más importantes de España y, este olvido consciente e imperdonable, se ha hecho por todos los gobiernos, desde el PSOE de Felipe González, el del Partido Popular de Aznar y el de Rodríguez Zapatero, todos son culpables. Han conseguido el máximo perjuicio abandonando el eje mediterráneo, y lo han hecho para perjudicar a las comunidades donde el Producto Interior Bruto sobrepasa el 20 por ciento de España. No sea que esas comunidades sobrepasen al GRAN MADRID. ¡Ya está bien de cretinos! Fuera esa España mediocre e imperialista, de grandezas e ignorancias.
Lluís Busom i Femenia

DATOS ECONÓMICOS Y ESTADÍSTICOS 
SOBRE LA ABERRACIÓN DE LAS INFRAESTRUCTURAS ESPAÑOLAS.
El despilfarro y la poca inteligencia en las inversiones en infraestructuras se inició hace muchos años, pero el gran impulso del AVE vino de la mano del Partido Popular, bajo la presidencia de José Maria Aznar. Su ocurrencia faraónica la construcción de 7.200 kilómetros de red ferroviaria del Tren Alta Velocidad (TAV), aquí castellanizado con el nombre de AVE (Alta Velocidad Español). 


Piénsese que China tiene 4200 km de TAV y, una previsión futura de 6.000 km. más. (Gráficos en el link que figura más abajo) España se convierte en el segundo país en línea de alta velocidad después de China. Nadie puede sufragar el coste de 50.000 millones de euros porque el 60 % de lo que se ha construido es una red no sostenible.

Nuestros políticos desconocen lo que significa el concepto “sostenible”, se han construido líneas de alta velocidad (AVE’s) que no sirven para nada, que no van a ninguna parte, algunas estaciones en pleno desierto. AVE cuyo tramo ha costado 3.500 millones de euros que transportan 9 pasajeros al día, entre localidades que no tienen ni industria, ni agricultura ni nada. 


Aeropuertos que jamás tendrán tráfico aéreo y que sólo su mantenimiento representa una carga económica insostenible. Directores de aeropuertos sin vuelos de aviones que cobran 100 mil euros por dirigir no se sabe qué. Un número inmenso de empleados para limpiar, conservar algo que. por el lógico paso de los años, todo quedará en la ruina más absoluta. Hasta algún dirigente promotor de aeropuertos sin vuelos ni aviones --Carlos Fabra, del Partido Popular-- ha tenido la desfachatez de hacerse construir un  monumento digno del más genuino esperpento español. 

Aquí el artículo de un ingeniero con datos y gráficos de la barbaridad despilfarradora que nuestros políticos del Partido Popular y del Partido Socialista Obrero Español nos han condenado de por vida.



viernes, 17 de diciembre de 2010

| El AMIGO GATO, UN AMIGO PARA SIEMPRE |


Pues si, el gato es un gran compañero y yo lo fui del gato que tuve en casa. Los que hemos tenido un gato, los que hemos compartido un gato revolucionario y socialista sabemos porque lo decimos. Yo tengo una admiración especial por los gatos y por su mundo, pero sobre todo por uno.., por el que le regalé a mi hijo. Posiblemente los que tengáis en vuestro hogar un gato me comprenderéis y seréis benevolentes en mis consideraciones particulares de mi camaradería participativa con un gato. El gato que yo compartí fue bautizado por mi hijo con el nombre de GRAMSCI, un nombre trascendente.

Eran tiempos de plena efervescencia universitaria de un estudiante idealista que quería, como muchos, cambiar el mundo. Se movía entre la 'Dialéctica' de Hegel y el 'Materialismo histórico' de Karl Marx. Posteriormente fue adentrándose en el 'deconstruccionismo' de Jaques Derrida e incluso, años más tarde, del compromiso histórico de Enrico Berlinguer.

A cada nuevo libro que leía mi hijo, nuestro gato más desorientado estaba, cuántos más libros, más dudas tenía el pobre gato, husmeaba muchas desavenencias entre marxistas, los teóricos de la filosofía marxista de la escuela de Frankfurt (Adorno, Habermas) eran muy críticos con el marxismo de la URSS, pero nuestro GRAMSCI, aunque el estudiante tenía mucha paciencia y le explicaba el posicionamiento de cada una de las escuelas.., no lo entendía del todo.

Pero era tan de izquierdas que GRAMSCI sin entenderlo del todo ya levantaba la pata fuertemente cerrada como un militante más de la izquierda. Digámoslo en voz baja y entre nosotros, GRAMSCI ya empezaba a maullar la Internacional... Y cuando sentía la música partisana:

''Alla mattina, appena alzata, o bella ciao, bella ciao... Ma verrà un giorno che tutte quante, lavoreremo in libertà''

Las orejas se se los ponían derechas y los ojos se le humedecían. Se pasaba el día entre los libros de casa. Verlo adormilado sobre el libro 'El Capital' parecía cómo si fuera el guardián de las esencias marxistas, era un gato disciplinado que compartía las horas de estudio de mi hijo hasta altas horas de la madrugada haciéndole compañía. Era todo un gozo verlo como pasaba las hojas de los libros de 'La crítica de la razón pura' de Immanuel Kant.

Yo creo que conocía los libros por el olor, los husmeaba y sabía cuáles eran sus preferidos. En cambio soplaba encorvando su espalda como una hoz del partido comunista cuando olía el 'Libro rojo' de Mao. No le gustaron nunca los chinos. Su predilección eran los libros italianos, revolucionarios e incluso, dogmáticos. Nuestro GRAMSCI era un antifascista declarado. Son los viejos recuerdos del KATU, ese era el nombre familiar, como frecuentemente lo llamábamos, pero era todo un KATU rojo, más rojillo que la bandera comunista.

Han pasado muchos años que GRAMSCI nos abandonó para irse a vivir para siempre en el cielo, yo creo que debe ser feliz y rodeado entre sus compañeros en el paraíso del socialismo utópico y anarquista, lleno de banderas rojas flameando. Disfrutando de tertulias con los gatos amigos, disfrutando de una charla erudita y teniendo muy buen rollo con el gato de Frederic Engels. Nosotros cuando lo perdimos, lo lloramos desconsoladamente y su ausencia fue dolorosa, pero nos queda el recuerdo de los espléndidos años que lo compartimos, que lo tuvimos como un compañero más dentro de casa. Es la nostalgia de un rebelde y la de un tiempo ya pasado. ¡Salud compañero!
Lluís Busom i Femenia


Hay muchas poesías que hablan de los gatos pero hay una que me gusta especialmente. Se trata del poema de Pablo Neruda 'Oda al gato' que lo presenta como uno ser prodigioso, acabado, un ser completo y que sabe lo que quiere.



Los animales fueron imperfectos, largos de cola, tristes de cabeza.
Poco a poco se fueron componiendo, haciéndose paisaje, adquiriendo lunares, gracia, vuelo.
El gato, sólo el gato apareció completo y orgulloso: nació completamente terminado, camina solo y sabe lo que quiere.


El hombre quiere ser pescado y pájaro, la serpiente quisiera tener alas, el perro es un león desorientado,
el ingeniero quiere ser poeta, la mosca estudia para golondrina, el poeta trata de imitar la mosca, pero el gato quiere ser sólo gato y todo gato es gato desde bigote a cola, desde presentimiento a rata viva, desde la noche hasta sus ojos de oro.


No hay unidad como él, no tienen la luna ni la flor tal contextura:
es una sola cosa como el sol o el topacio, y la elástica línea en su contorno firme y sutil es como la línea de la proa de una nave.
Sus ojos amarillos dejaron una sola ranura para echar las monedas de la noche.


Oh pequeño emperador sin orbe, conquistador sin patria, mínimo tigre de salón,
nupcial sultán del cielo de las tejas eróticas.., el viento del amor en la intemperie reclamas cuando pasas
y posas cuatro pies delicados en el suelo, oliendo, desconfiando de todo lo terrestre, porque todo es inmundo para el inmaculado pie del gato.


Oh fiera independiente de la casa, arrogante vestigio de la noche,
perezoso, gimnástico y ajeno, profundísimo gato, policía secreta de las habitaciones,
insignia de un desaparecido terciopelo, seguramente no hay enigma en tu manera,
tal vez no eres misterio, todo el mundo te sabe y perteneces al habitante menos misterioso,
tal vez todos lo creen, todos se creen dueños, propietarios, tíos de gatos, compañeros, colegas, discípulos o amigos de su gato.


Yo no. Yo no suscribo. Yo no conozco al gato.
Todo lo sé, la vida y su archipiélago, el mar y la ciudad incalculable, la botánica,
el gineceo con sus extravíos, el por y el menos de la matemática, los embudos volcánicos del mundo,
la cáscara irreal del cocodrilo, la bondad ignorada del bombero, el atavismo azul del sacerdote, pero no puedo descifrar un gato.
Mi razón resbaló en su indiferencia, sus ojos tienen números de oro.

lunes, 13 de diciembre de 2010




L'arbre desvetlla sons i el vent escriu
ratlles de llum damunt la pell de l'aigua.
Tot és misteri i claredat extrema.
.
Torna Nadal i torna la pregunta.

—¿Proclamarem la pau amb les paraules
mentre amb el gest afavorim la guerra?

[Torna Nadal] de Miquel Martí i Pol


Traducción al castellano
El árbol desvela sueños y el viento escribe
rayas de luz encima la piel del agua.
Todo es misterio y claridad extrema.
.
Vuelve Navidad y vuelve la pregunta.

—¿Proclamaremos la paz con las palabras
mientras con el gesto favorecemos la guerra?

[Vuelve Navidad] de Miquel Martí y Pol