ÉDITH PIAF El gorrión de París
No es fácil hablar de Edith Piaf y,
no lo es por la vida tan intensa y por los tiempos tan abrumadoramente
difíciles que la vida le deparó. En este escrito —en mi pequeño homenaje— en el
50 aniversario de su muerte, quisiera plasmar con mis palabras aquello que
gratamente permanece en mi memoria de su persona: el afecto por su fragilidad,
su magnetismo, la profundidad en que penetraron en mí muchas de las letras de
sus canciones y, en mayor profundidad, su inconfundible voz que fue capaz de
llenar mi corazón en distintas épocas de mi vida. Personaje que con su voz me
ha acompañado en los momentos de mayor sensibilidad personal en que la
atracción y la seducción envolvían mi mente y mi cuerpo. Muchas veces sus
canciones me conmovieron y fueron refugio desgarrado de amores tormentosos o el
acompañamiento formidable como expresión gozosa que mi estado anímico
reclamaba.
Tuve el privilegio, también los años
suficientes para haber gozado personalmente de la voz de Edith Piaf, su
persona, su presencia, la austeridad con la que vestía sus actuaciones y su
inconfundible voz llenaron mi corazón y, su espíritu permanece en mi memoria
para siempre. Eran tiempos en que por mi edad y, por la proximidad que siempre
hemos tenido los barceloneses con París, la canción francesa y sus
“chansonniers” era nuestra música preferida. Léo Ferré, Jacques Brel y Georges
Brassens fueron cantautores, poetas de la posguerra que con sus canciones
llenaron de música francesa mi vida.
Por
aquel tiempo estaba en pleno auge la canción ‘Hymne à l'amour’, una canción
escrita por Edith Piaf con música de Marguerite Monnot en 1950. Piaf escribió
esta canción en memoria del gran amor de su vida, el púgil francés Marcel
Cerdan, muerto en 1949 en un accidente aéreo. Hymne à l’amour de tono triste y
profundo constituyó uno de los mayores éxitos de Edith Piaf y, tal vez hoy,
evocados por algunos, los recuerdos del París existencialista de la post guerra
y símbolo de una particular manera de afrontar la vida. Son recuerdos que me
retrotraen al popular y mítico ‘Café de Flore’, café con más de un siglo de
historia —al que posiblemente me referiré en otro escrito— del París
intelectual y revolucionario, en Saint-Germain-des-Prés, cuna del existencialismo
y de otros locales con alma revolucionaria en que su color rojo carmesí les
distinguía, rojo pasión, rojo revolucionario, color que fue columna vertebral
de esos locales de esa época y lugar de encuentro de los artistas y de la
intelectualidad francesa, lugar emblemático frecuentado en esa época por
pintores como Picasso o Modigliani, o a escritores como Hemingway y, la pareja,
ambos escritores y filósofos Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir que lo
convirtieron en su oficina para escribir confortablemente durante la ocupación
nazi. También en otro relato compartido con
Eva, hablamos de un encuentro y cena en el mítico restaurante "La Coupole" de Montparnasse.
La atracción por esa delicada mujer fue total cuando pude apreciar
en persona su espectáculo, su lenguaje corporal y su extraordinaria voz en una
sala de fiestas de Barcelona. Piaf vino a mi ciudad precedida de un éxito
arrollador y universal; su vida, sus canciones, sus amores envolvían a la
cantante de forma que la trayectoria de su vida la había convertido en el
altavoz promocional de todos los actos, en definitiva, convertida en un
personaje singular. Latía
en Edith Piaf un ardoroso deseo de vivir, pero no a la manera mezquina de
aquellos a quienes la muerte aterroriza, sino con el estímulo —casi trágico— de
luchar siempre contra corriente pero con el apasionamiento total por la vida. Edith Piaf fue en un principio de su carrera
la voz de los humildes, de los excluidos, de los abandonados, sus canciones
reflejan un mundo lleno de poesía en el que nos cuenta sus esperanzas o sus
desventuras. Son muchos los personajes tras de los cuales solía disfrazarse, o
por el contrario, mostrándose al desnudo rodeada de una vida difícil e ingrata.
En
Barcelona, en la céntrica plaza de Cataluña, donde se encuentra hoy en día los
almacenes El Corte Inglés, existía un magnífico local, la sala de fiestas
Rigat, con toda probabilidad el baile más céntrico y elegante de Barcelona.
Rigat disponía de una amplia terraza situada en la acera de la plaza, donde era
habitual la celebración de tertulias en la que era frecuente encontrar a personajes
relevantes de la literatura y de las artes de Barcelona. Personalmente tenía
predilección por los café concierto que se celebraban todos los sábados por la
tarde, conciertos de jazz con orquestas que interpretaron casi todos los
estilos: “New Orleans”, “Dixieland”, “Cool Jazz”, Blues, etc. y, por la noche,
Rigat era la mejor sala de baile y de atracciones de Barcelona. Una noche, en
esta misma sala, pude ver y admirar a Edith Piaf, la celebérrima cantante, el
‘Gorrión de París’.
Tengo
un gran recuerdo de ese día, era tanto el deseo de oír y ver a Edith Piaf que
cuando apareció en la penumbra su pequeña silueta vestida de negro llenó el
pequeño escenario logrando que toda la sala contuviera el aliento y, al
arrancar las primeras notas de su canción los aplausos de unos pocos
contagiaron a todo el público. Aunque en la misma sala pude ver a otros
artistas relevantes como Armando Orefiche, Juliette Gréco o Jaqueline François,
ningún espectáculo, ningún artista, fue tan penetrante como el disfrutar de la
voz de Edith Piaf, fue todo un privilegio que me llenó de entusiasmo y, al día
de hoy al recordarla, me vienen a la memoria inmensos y gratos recuerdos de un
tiempo gozado y feliz.
Edith Piaf, una
pincelada de su vida
Edith Giovanna Gassion —Edith Piaf—
nació en París el 19/12/1915 y el 11 octubre de 1963 Edith muere en Plascassier
(Francia). Théo Sarapo, su último marido, lleva en secreto su cuerpo al
domicilio de la pareja, en el número 67 del Boulevard Lannes, con el gesto
afectivo de Théo Sarapo fue como sí volviera a sus orígenes. Su cuerpo descansa
en el cementerio del Père-Lachaise, donde hay enterrados una infinidad de
celebridades, tales como Balzac, Maria Callas, Chopin, Moliére, Pissarro,
Modigliani y tantos otros.
Edith Piaf reconocida como una de las
más célebres cantantes francesas del siglo XX. Es posible que los inicios de su
vida, las dificultades que tuvo que sobrellevar durante su infancia,
condicionaron a lo largo de sus primeros años de vida a templar y a fortalecer
un carácter que le acompañó protegiéndola de su natural fragilidad física. Su
delgadez y su estatura, 147 cm. nada hacía pensar que bajo su frágil apariencia
se escondía un ser con el tesón y la extraordinaria fortaleza que le
acompañaría el resto de su vida. Fue una niña abandonada, una alma herida que
se construyó a sí misma, ofreciendo su amistad y su amor, —la insaciable sed de
amor—, creyendo más que nadie en la poderosa fuerza de su espíritu. Su vida
parece sacada de una historia felliniana, las circunstancias en que se le
presentó la vida, así me lo parecen.
Hija de un acróbata, Louis Alphonse
Gassion, abandonó a su madre en el mismo instante en que iba a dar a luz de la
pequeña Edith. Su madre, Annetta Maillard, cantante ambulante vivía en
condiciones de pobreza extrema, teniendo que afrontar el parto completamente
sola y al salir a la calle para dirigirse a un centro sanitario no consiguió
llegar al hospital y Edith nació en plena calle debajo de una farola frente al
número 72 de la Rue Belleville en París. La carencia de medios económicos no le
permitió criar a su pequeña Edith, teniendo que confiarla a su madre Emma
(Aïcha) Saïd Ben Mohammed, de origen marroquí. Su abuela Emma la entregó
nuevamente a su padre, pero la pobreza de toda su familia era, al inicio de la
Primera Guerra Mundial, aún más lamentable y precaria. Por lo que, nuevamente
su padre confía a su hija Edith a su madre, es decir, la abuela paterna dueña
de una casa de prostitución en Bernay (Normandía, Francia), donde la pequeña
Edith es criada por las prostitutas del burdel donde pasó su infancia.
A los cuatro años de edad sufre una meningitis que le provoca una ceguera transitoria. Las mujeres del burdel, al ver la situación de su hija adoptiva llevan a Edith al santuario de Santa Teresita del niño Jesús también conocida como Santa Teresita de Lisieux, la curación de esa dolencia momentánea hizo creer a Piaf que algo le debía a la santa.
A los cuatro años de edad sufre una meningitis que le provoca una ceguera transitoria. Las mujeres del burdel, al ver la situación de su hija adoptiva llevan a Edith al santuario de Santa Teresita del niño Jesús también conocida como Santa Teresita de Lisieux, la curación de esa dolencia momentánea hizo creer a Piaf que algo le debía a la santa.
Al aproximarse el 50 aniversario de
la muerte de Edith Piaf está siendo redescubierta por una nueva generación de
franceses. No hace mucho se publicaron las memorias de Ginou Richer “Piaf Mon Amie” sobre los turbulentos
años que pasó como amiga y compañera del Gorrión de París. (…) su amistad me
llevó a compartirlo casi todo, me ocupaba de todo, de sus vestidos, de su
maquillaje y de muchas pequeñas cosas que le eran necesarias. “(...)
vivíamos juntas como si fuéramos una pareja, Edith siempre hablaba de ‘nuestra’
casa o ‘nuestro’ coche”.
Ginou Richer también ha asesorado en
el guion de “La vie en rose”, tiempo dramático de la vida de la gran cantante,
recordada en la película en infinidad de sus canciones, emotivas
interpretaciones de canciones como: “La vie en rose”, “L’hymne a l’amour”,
“Non, je ne regrette rien” interpretadas por Marion Cotillard.
Museo Édith Piaf
Le
Musée d'Édith Piaf: es un museo poco conocido de París. Está ubicado en 5, rue du Crespin-du-Gast en el barrio de Ménilmontant, al noreste de
París. El museo de Edith Piaf, es una pequeña colección, sin pretensiones de
los recuerdos de la vida y obra de la cantante. Verdaderamente es uno de los
museos insólitos, lo único que demuestra que estás ante el museo es la alusión
a su ubicación desde el exterior es una placa rotulada con "Les Amis de Piaf", una asociación que mantiene este
museo, así como la tumba de la cantante en el cementerio de Père Lachaise .
Bernard Marchois, quien se reunió con
la cantante cuando era un adolescente se convirtió en un fan incondicional,
dedicándole dos habitaciones de su cuarto piso —en el que aún vive— a su
memoria. Se recibe a los visitantes de forma gratuita —aunque se aceptan
donaciones—, y si el visitante lo pide, Bernard tiene una impresionante riqueza
de conocimientos que compartir sobre Edith Piaf.
Sugerencia:
Una historia de amor entre el escritor norteamericano Nelson Algren y
la escritora - filósofa Simone de Beauvoir. La última historia de amor vivida en París.
Canciones
de una época que me hicieron vivir, sentir, soñar...
GOOGLE
site:luisbusom.blogspot.com
El buscador YANDEX tiene una selección de mis escritos,
así como también escritos que están vinculados en otras web
OTROS ESCRITOS
Precioso post. Envolvente desde su inicio. Durante su lectura mi salón ha retrocedido en el tiempo y hasta casi podría asegurar se ha llenado de un ambiente parisino bohemio y romántico. Curioso, siento la necesidad de rebuscar esas viejas grabaciones heredadas de mi padre y que tanto escuché en mi casa de crío. Gracias!
ResponderEliminarGracias Ricardo José por tus palabras. Sin duda, el recuerdo de un tiempo ya pasado, me ha permitido describir una realidad vivida y, con toda probabilidad, adornada con unos toques de apasionamiento de juventud, sí es así la envoltura que he logrado mostrar, me satisface por cuanto recordar, escribir y hacerlo con el espíritu de esos años, me demuestra que estoy vivo, que siento y que aún soy capaz de transmitir apasionamientos.
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