RAYUELA, 50 AÑOS: La bella
utopía de las palabras.
Este
acercamiento a Rayuela —la novela de Julio Cortázar— lo hago con el máximo
respeto por todos aquellos lectores que también consideran la obra de este
autor como algo que les pertenece. Rayuela ha generado un océano de
admiradores, de auténticos fans de sus palabras que se transmiten como
pensamientos contundentes y, cada vez más, una gran mayoría de lectores se
sienten implicados y consideran a esa extraordinaria novela como suya.
“París es una gran metáfora”
Como dijo Julio Cortazar en Rayuela,
a través de su personaje Gregorovius, uno de los miembros del Club de la
Serpiente: “París es una gran metáfora”. Para quien lleva Rayuela en su
memoria, París es un territorio emocionalmente fantástico, un abanico con
infinidad de rincones surrealistas donde los personajes de la obra conviven,
acompañados por la música, el amor y las artes un lúdico universo. Cualquier
café del barrio latino, en las inmediaciones de La Sorbona, es bueno para
acompañar a Oliveira y La Maga. París está omnipresente en gran parte del
libro, los puentes, trazado característico de la Ville Lumière: Pont des Arts,
Pont au Change, Pont Saint-Michel, Pont Neuf, son mencionados repetidas veces
en Rayuela. La novela es puro gozo literario, en el sentido de que su argumento
es completamente libre y fragmentado, al igual que los cuadros de una rayuela
dibujados con tiza sobre la acera.
La geografía de la ciudad de París está íntimamente asociada a
Rayuela y a la vida de Cortázar por esos años que vivió en la ciudad de la luz.
París es descrita como un collage de barrios, música, pinturas y de cuántos
elementos componen el fantástico mundo parisino del escritor, componentes que
no se pueden deslindar de su obra narrativa. En nuestro escrito Eva & Adán describimos el ambiente de Montparnasse
en el que frecuentó muy a menudo Julio Cortázar. En París está la esencia de su
vida transcrita en sus obras y, también, la ciudad que hoy guarda y honra sus
restos en el cementerio de Montparnasse, convertido en lugar de peregrinación.
Sin duda algo debe tener Rayuela y el autor que, después de cincuenta años,
todavía nos sigue interesando.
Muchos de
sus nuevos admiradores han hecho, posiblemente, una aproximación a su obra de
forma distinta y, lo han hecho gracias a las redes sociales que han contribuido
una enormidad a difundir parte de la obra de Rayuela. También frases, retazos
de sus pensamientos, vídeos con la propia voz de Cortázar, así como sus
cronopios o cuentos breves que, como la lluvia fina, calan y penetran en la piel
de toda persona que anide en su interior el acercamiento a la bella utopía de
las palabras. Entre los lectores recién
incorporados a los textos de Cortázar, tienen tanto éxito que son, hoy en día, una
gigantesca ola de entusiastas y divulgadores de sus palabras. Se han adentrado
en el espíritu de Rayuela, un libro que es un juego que contiene varios juegos,
un diálogo cómplice que se establece entre el autor y el lector, un espíritu
lúdico e irreverente de un escritor singular, que adquiere para los lectores, la
misma dimensión de intimidad que para los protagonistas de la novela.
En el mes
de junio de este año 2013, se cumplen 50 años de la primera edición de Rayuela.
La novela salió de la imprenta de la Editorial Sudamericana, de Buenos Aires,
(Argentina), el 28 de junio de 1963. Sin duda la palabra Rayuela nos remite al
nombre de su autor, el argentino Julio Cortázar; también es suficiente nombrar
a Rayuela para oír y leer las más variopintos juicios, opiniones que van desde
la más docta y analítica en las que desmenuzan sintaxis, morfemas o sonoridades
como la jitanjáfora (inventado por el escritor mexicano Alfonso Reyes en 1929)
en el que Cortázar se inspiró en esta invención para el desarrollo y
elaboración de su lenguaje glíglico; otras opiniones son simplemente
manifestaciones de afecto —como puede ser la mía— en que valoramos su obra como
un gran regalo. Consideraciones para todos los gustos se pueden leer sobre
Rayuela, esa obra genial que ha sido traducida a casi todos los idiomas. Su
obra no ha estado exenta de críticas que aseguraron ver en Rayuela una obra
menor, incluso la contranovela, aunque otros críticos la han considerado la
antinovela vanguardista como concepción del vanguardismo en el arte que participa
de la esencia de la vida como son el juego y el azar.
El escritor Julio Ortega, coeditor junto a Saúl Yurkievich [1] de la edición crítica de Rayuela (Colección Archivos, 1991) y profesor de varias universidades norteamericanas, entre ellas, The University of Texas at Austin ha hecho una definición de Cortázar en su novela Rayuela que suscribo plenamente:
El escritor Julio Ortega, coeditor junto a Saúl Yurkievich [1] de la edición crítica de Rayuela (Colección Archivos, 1991) y profesor de varias universidades norteamericanas, entre ellas, The University of Texas at Austin ha hecho una definición de Cortázar en su novela Rayuela que suscribo plenamente:
(...) “Rimbaud quiso cambiar la vida.
Marx el mundo. Joyce el texto. Julio Cortázar buscó cambiar el papel del
lector. Ese linaje de lo moderno empieza cuando Cervantes quiso cambiar de
país: dejar La Mancha y construir la Novela, la comunidad de la ironía.
Cortázar imaginó a un lector que ingresaba a la Ciudad de la lectura, cuya
gracia irónica es la inteligencia mutua. Dedujo a un lector “macho”, operativo, que
leía Rayuela a saltos; y otro “hembra”, que leía de corrido”.
(...) "Rayuela, en verdad, se debe a su admiración por la subjetividad femenina, más libre y más plena que las virtudes elocuentes de la agonía masculina. La novela nos revela que la mujer es irrepresentable: lo que se diga de ella es siempre poco. La Maga, más que verosímil, es la Musa de la lectura insondable".
(...) "Rayuela, en verdad, se debe a su admiración por la subjetividad femenina, más libre y más plena que las virtudes elocuentes de la agonía masculina. La novela nos revela que la mujer es irrepresentable: lo que se diga de ella es siempre poco. La Maga, más que verosímil, es la Musa de la lectura insondable".
Cuando se cumplió su primer cuarto de siglo de su edición, se hizo
tópico decir que Rayuela era la novela de aquel momento; pero hoy nos damos
cuenta que la clave de Rayuela es que no es de ningún momento; es universal y
no tiene tiempo, nunca perdió actualidad y como dice el escritor chileno Luis
Harss, Rayuela es una novela "donde el tiempo se despliega como un
biombo". El manuscrito de esa joya universal,
de Rayuela, se encuentra depositado en la Benson Latin American Collection de
la University of Texas, en Austin, [1] como parte de la colección de
manuscritos de Julio Cortázar. Se trata de un original previo a Rayuela.
Evidentemente dadas las numerosas revisiones, tachaduras y añadidos que
presenta, el manuscrito que fue a la imprenta tiene que haber sido una copia
ligeramente distinta pasada en limpio del manuscrito original.
Quiero dar en este pequeño escrito,
un modesto pero afectuoso homenaje al cincuentenario de su publicación. Este
hecho relevante me permite expresar mi sincera admiración por un autor que, cuando
apareció su libro movilizó a gran parte de la juventud, proporcionándoles el
inmenso placer de su lectura, logrando además, un inesperado revulsivo vital
conseguido por sus pensamientos y palabras. Muchos de sus capítulos los
considero auténtica poesía, quizá por ser el más conocido, el capítulo 7 de
Rayuela y por su delicadeza sensual es una prosa con un gran contenido poético.
Su lectura apasionada me lleva a entender como cada coma desempeña la función
del escalpelo que disecciona un verso del siguiente.
Rayuela: Capítulo 7.
Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola
como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y
me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez
la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca
elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi
mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente
con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos
al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se
acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando
confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los
labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde
un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis
manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu
pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de
peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es
dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del
aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor
a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.
Rayuela, es una novela que, sin querer definirla,
me atrevería a calificarla de surrealista, obviamente no se la puede encauzar
por tener una línea definida en su narrativa; por su carácter innovador y
transgresor se la ha considerado como la antinovela. Por tanto no creo decir
ningún inconveniente si defino a Rayuela como transgresora en que, una gran
mayoría de lectores la aceptan y la veneran por haber hecho gozar momentos
divinos y tiernos que son descritos por el autor con una delicada sensibilidad
notable. Cortázar, dio una estructura a Rayuela que la convirtió en un juguete.
La propuesta del orden de sus capítulos no es convencional, es rara y
complicada pero también generosa: había que seguir unos laberintos posibles
para leerla, aunque casi con toda seguridad ha sido el propio lector quién
decidió leerla en la forma que más le convino. Como admirador de una parte de
la obra de Rayuela me detendré en otro capítulo divertido, sensual y, hasta
cierto punto erótico en el que, con un lenguaje inventado, deja al lector su
personal interpretación.
El Capítulo 68 es extraordinario, me
encanta transcribirlo porque es un derroche de fantasía, un lenguaje
músico/sensual —en lenguaje glíglico— un pseudo lenguaje erótico inventado y
que, como he dicho anteriormente, Cortázar se inspiró en el jitanjáfora de Alfonso Reyes, lenguaje que hablan los protagonistas de la novela. No es una
extravagancia, es una invitación a jugar como lo haría un niño. Un juego con un
lenguaje amoroso, aparentemente incomprensible, que comparten los enamorados
que los envuelve dejándolos extenuados y aislados del resto del mundo.
Rayuela: Capítulo 68
“Apenas él le amalaba el noema, a ella se le
agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos
exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en
un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo
como poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando,
reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se
le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el
principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios,
consintiendo en que él aproximara suavemente sus orfelunios. Apenas se
entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y
paramovía, de pronto era el clinón, la esterfurosa convulcante de las mátricas,
la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una
sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! volposados en la cresta del murelio, se
sentían balparamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las
marioplumas y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de
argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el
límite de las gunfias.”
Rayuela es, sin lugar a dudas, mucho
más que lo que yo he querido resaltar, mis palabras son tan sólo mi respetuosa
consideración a su obra, a Rayuela, ese genial laberinto lúdico escrito por el
admirado Julio Cortázar en el 50 aniversario de su publicación. Obra que valoro
y estimo, como la mayoría de sus lectores, embebidos por su esencia literaria y
por la bella utopía de sus palabras.
Capítulo 93 (fragmento)
(...) Sacás una idea de ahí, un sentimiento del
otro estante, los atás con ayuda de palabras, perras negras, y resulta que te
quiero. Total parcial: te quiero. Total general: te amo. Así viven muchos
amigos míos, convencidos del amor—que-sienten—por—sus—esposas. (...) Lo que
mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La
eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si
no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del
patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al vesre. (...)
Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un
concierto. (...) las perras negras se vengan como pueden, me mordisquean desde
debajo de la mesa. (...) ¿Por qué, pourquoi, why, warum, perché este horror a
las perras negras? (...) Tengo miedo de ese proxenetismo, de tinta y de voces,
mar de lenguas lamiendo el culo del mundo (...) En guerra con la palabra, en
guerra, todo lo que sea necesario aunque haya que renunciar a la inteligencia,
quedarse en el Mero pedido de papas fritas y los telegramas Reuter. (...)
Curioso, muy curioso que Puttenham sintiera las palabras como si fueran
objetos, y hasta criaturas con vida propia. También a mí, a veces, me parece
estar engendrando ríos de hormigas feroces que se comerán el mundo...
Julio Cortázar en
Barcelona
Nacido en Bruselas en 1914, mientras
las tropas alemanas entraban en Bélgica, bombardeándola, su familia —al ser
Argentina un país neutral— les fue permitido, huyendo de su país, trasladarse
primero a Suiza y luego a España. Cortázar recordaba en una entrevista con
Joaquín Soler Serrano en TVE, "entre un año y medio y los tres años y
medio de edad, yo viví en Barcelona, hasta que en 1918, una vez terminada la
guerra, la familia pudo volver a la Argentina".
Barcelona quedó grabada en su
subconsciente, decía Cortázar: (...) “tengo recuerdos pero no son precisos.
Recuerdos que me atormentaban cuando era niño de nueve o diez años, muchas
veces me aparecían imágenes inconexas y dispersas que no sabía interpretarlas
con nada conocido. Se lo pregunté a mi madre: 'Mira, hay momentos en que yo veo
formas extrañas, colores, como mayólicas con colores. ¿Qué puede ser eso? Y mi
madre me dijo: —Bueno, eso puede corresponder a que a ti, de niño, en
Barcelona, te llevábamos casi todos los días a jugar con otros niños al parque
Güell”. Años después quiso recuperar esas impresiones lejanas: (…) "La
primera vez que vine a Europa, en 1949, tomé un barco cuya primera escala era
en Barcelona. Y lo primero que hice fue ir al parque Güell. Naturalmente la
imagen no correspondía. Lo miraba desde mis 1,93 metros, evidentemente, ya no concordaba con la mirada mágica
de cuando era niño".
Durante los años 60, 70 y 80, fue un
asiduo visitante de Barcelona, y muchos le recuerdan. Joaquín Marco (‘Julio
Cortázar: la isla final’; edición de Jaime Alazraki, Ivar Ivask y Joaquín
Marco) dijo de Cortázar: (…) "Causaba impacto por su físico: medía casi
dos metros, tenía cara de niño, porque a pesar de su edad no tenía entonces
pelo en la cara, a causa de una enfermedad que le retrasó los signos de la
edad, no tuvo pelo hasta los 50 años, cuando se sometió a tratamiento. Le
recuerdo hacia 1972-1973, llegando en una camioneta roulotte desde Francia. Me
explicó que había dormido en la plaza Lesseps: —“La vi tranquila, aparqué y
dormí'. Él veía la autopista como medio de conocer gente".
Sobre su aspecto juvenil, en sus
visitas a Barcelona, bromeaba con la uruguaya Cristina Peri Rossi, que lo
comparaba con Dorian Grey, ante lo cual el argentino replicaba: (...) "Yo
no me voy a despertar un día convertido en un anciano decrépito y
asqueroso".
El escritor y periodista español
Javier Rodríguez Marcos antes de escribir un artículo para El País habló por
teléfono con Cristina Peri Rossi residente en Barcelona y
amiga de Cortázar para que explicara su opinión respecto a Rayuela y qué fue lo
que representó dicha novela para la gente que como ella tenía 20 años cuando se
publicó.
“Es la novela emblemática de la gente
del 68. La leímos con el telón de fondo de los movimientos revolucionarios en
Europa y América Latina. Toda una generación se identificó con el libro. Todas
las mujeres querían ser la Maga. Todos querían vivir en París y Buenos Aires.
Acertó a retratar una sensibilidad. Es cierto, teníamos 20 años, hoy tenemos 70
y muchos han traicionado esos valores. Un amigo pintor argentino me decía hace
poco que ya no se identificaba con Rayuela. Yo le respondía: ‘Porque en el 63
tenías 20 años, eras pobre y revolucionario; ahora eres famoso, burgués y te hacen
exposiciones retrospectivas’. ¿Que el mundo ya no es así? Tampoco es como la
Troya de Virgilio. Si hubiera que dar un libro a los marcianos para explicarles
cómo era el mundo en esos años les daría Rayuela”. “En literatura no hay
progreso, pero fue un hito. Claro que se puede escribir como antes de Rayuela,
pero serán eso, novelas de antes de Rayuela”.
En Barcelona vive actualmente el que
pasa por ser su descubridor, el editor argentino Francisco Porrúa, ya jubilado,
quien dijo: (...) En verdad, yo no descubrí a Cortázar, como tanto se dice.
Cuando llegué a la editorial Sudamericana, de Buenos Aires —propiedad del
catalán exiliado Antoni López Llausàs—, ya habían publicado los cuentos de 'Bestiario'. Lo que sucede es que
estaba la edición entera sin vender, bueno, había vendido 65 ejemplares, el
resto estaba en los almacenes. Me advirtió el administrador de la empresa: (…)
“Este libro no se vende nada”. Comercialmente todo invitaba a no seguirle
publicando pero yo les respondí que era un problema temporal y que había que
mantener la apuesta por él. Y, efectivamente, ‘Las armas secretas’ ya fue bien recibido".
Tan amigo fue Cortázar de Porrúa que
le contaba los intentos de Carlos Barral para llevárselo a su editorial. En
febrero de 1967, le cuenta: (...) "la frescura de Carlos no tiene abuela.
Mirá el telegrama que me encontré al llegar de Cuba: 'Presentarías novela
inédita aún pendiente revisión premio biblioteca breve STOP pues tienes
editoriales a tratar STOP contesta en condicional telegrama STOP confidencial
carlos barral. / Este tipo es tonto o pirata a secas (...) Estoy un poco harto
de este asunto con los catalanes".
Cortázar también participó en la
gestación de una carta de protesta de intelectuales contra la postura del
régimen de Fidel Castro ante el escritor disidente Heberto Padilla, obligado en
1971 a leer en público una humillante carta de autocrítica. Una carta que se
negoció e impulsó desde Barcelona y París. Juan Goytisolo cree que: (...)
"el caso Padilla [2] marca el
inicio del alejamiento de Cortázar" de algunos de sus amigos barceloneses
—que se convertirán en feroces anticastristas— pero también añade que: (...)
"fue más negativa la actitud de su compañera de entonces, Ugné Karvelis [3], una mujer terrible, la mayor
intrigante que he conocido. Le contagió la hostilidad que nos tenía a
muchos".
La editora Esther Tusquets afirma
que: (...)"vino mucho a Barcelona y cenó en mi casa un par de veces. Para
Lumen, me hizo un libro con fotos suyas del observatorio de Kuala Lumpur".
Y Peri Rossi evoca sus visitas a librerías de viejo en Ciutat Vella, mientras
admite que lo suyo no eran los restaurantes, pues García Márquez le invitó al
Restaurante Reno y, para estupor del colombiano, Cortázar pidió... un bistec
con patatas.
Fuentes:
Hemeroteca La Vanguardia
El País
The Paris Review
[1] University
of Texas, Austin:
Los manuscritos de Rayuela se pudieron adquirir gracias a Laura
Gutiérrez-Witt, directora de la Benson Latin American Collectión de la
University of Texas, Austin y de Donald Gibbs, bibliógrafo latinoamericano;
gracias también a la colaboración de Saúl Yurkievich, poeta y ensayista
argentino, catedrático en la Universidad de París y albacea del autor.
[2] Caso Heberto
Padilla
El encarcelamiento de Heberto Padilla por el gobierno cubano provocó
una reacción en todo el mundo, con las consiguientes protestas de conocidísimos
intelectuales entre los que figuraban Julio Cortázar, Simone de Beauvoir,
Marguerite Duras, Carlos Fuentes, Juan Goytisolo, Alberto Moravia, Octavio Paz,
Juan Rulfo, Jean-Paul Sartre, Susan Sontag, Mario Vargas Llosa y muchos otros.
Después de 38 días de reclusión en Villa Marista, Padilla leyó en la Unión de
Escritores su famosa Autocrítica, en la que reniega de sus obras e ideas
expresadas anteriormente. El incidente con Padilla "representó un antes y
un después en la tirante relación entre la intelectualidad mundial y la
Revolución Cubana", que marcó "el fin del idilio" entre ambos.
[3] Ugné
Karvelis
(Noreikiškės, Lituania, 13 de junio de 1935 – París, 4 de marzo de
2002) fue una escritora, crítica literaria, traductora y diplomática lituana.
Su trabajo como editora de la editorial francesa Gallimard fue fundamental para
la difusión en Francia de la literatura latinoamericana
y de Europa Oriental. Fue compañera sentimental de Julio Cortázar,
representante literaria y divulgadora de su obra en Europa. La relación que mantuvo con
Julio Cortázar, (1967 a 1978) fue decisiva en la politización del pensamiento,
de los escritos y de las actividades públicas del escritor.
GOOGLE
Ha ordenado y clasificado todas las
entradas de mi blog bajo el siguiente link:
El buscador YANDEX tiene una selección de mis escritos,
así como también escritos que están vinculados en otras web
OTROS ESCRITOS
(Chaco argentino)
El gato escondido que llevo dentro.
Lluis, aprovecho este relato con que tu merecidamente haces un homenaje a Julio Cortazar, para felicitarte por tu blog.
ResponderEliminarSoy una adicta a internet y todo su mundo, y una vieja amante de los ordenadores, me mantengo al día leyendo todos tus escritos aunque no suelo ser persona que deja comentarios. Hoy por hoy que imagino habrás sobrepasado con creces las 50.000 visitas, permíteme felicitarte y animarte a que no dejes de escribir, cada vez me gusta mas como vas mezclando tus palabras convirtiéndolas casi que en poesía ! Conservo en lugar especial aquel relato que escribiste ya hace algunos años en homenaje a tu padre!.
Cúidate mucho,
María
Maria, me siento halagado por tu comentario y por tu felicitación, los que escribimos, mejor dicho los que juntamos letras más que saber escribir, nos alienta de verdad cuando recibimos el elogio de alguien como tú que valora mis escritos, tener a personas que nos lean nos da la dimensión real de que nuestras palabras llegan y saben acomodarse ante los ojos de nuestros lectores.
EliminarGracias por tu visita y por tus palabras.
Qué bonito Luis "juntas letras" como tu dices. Me topé con tu blog precisamente buscando libros de Cortázar... Este aparatito es como una caja de sorpresas donde
ResponderEliminarcon un poquito de esfuerzo se encuentra buena lectura y entretención.
No dejes de escribir... estoy gratamente sorprendida de lo bien que lo haces.
Un abrazo
Macarena