viernes, 31 de enero de 2014

AYN RAND: Existencia, conciencia e identidad.


AYN RAND: Existencia, conciencia e identidad.
«Los derechos individuales no están sujetos al voto público; una mayoría no tiene derecho a votar la derogación de los derechos de una minoría. La función política de los derechos es precisamente la de proteger a la minoría de la opresión de la mayoría»

Orígenes:
Ayn Rand, seudónimo de Alisa Zinóvievna Rosenbaum (San Petersburgo, Imperio ruso, 2/02/1905 – Nueva York, Estados Unidos, 6/03/1982), filósofa y escritora estadounidense de origen ruso, ampliamente conocida por haber escrito los bestsellers «El manantial» y «La rebelión de Atlas», y por haber desarrollado un sistema filosófico al que denominó «objetivismo.» En todas sus obras construyó una filosofía sistemática de la razón y la libertad. Como filosofía de la razón, el objetivismo exalta el poder de la mente del hombre, sosteniendo la razón y la ciencia contra toda forma de irracionalidad. Ayn Rand la definió como una filosofía «para vivir en la tierra»

Ayn Rand en el año 1925 obtuvo un visado para abandonar Rusia para poder visitar a unos parientes establecidos en los Estados Unidos y, al año siguiente, a los 21 años llegó a los EE. UU. Estuvo un tiempo en casa de sus familiares en Chicago. Pocos meses después se trasladó a Hollywood donde aceptó cualquier tipo de trabajo para pagar sus gastos básicos. Casualmente conoció allí a director de cine Cecil B. De Mille, quien se interesó por esa joven rusa y Rand fascinada por el mundo del cine intentó integrase en la industria cinematográfica. En 1931 adquirió la ciudanía norteamericana. Siempre afirmó que su nueva ciudadanía era un paso a la libertad, nací en Europa pero soy estadounidense por elección y convicción. Ayn Rand murió en 1982. Está enterrada junto a su marido Frank O’Connor en el cementerio de Valhalla (Estado de Nueva York).

LA REBELIÓN DE ATLAS (Atlas Shrugged) Ayn Rand 1957
En esta novela, Ayn Rand expone la filosofía del Objetivismo en una historia que integra: ética, metafísica, epistemología, política, economía, estética y amor. «La Rebelión de Atlas» (Atlas Shrugged) propone y ofrece de forma coherente la clave del universo y del alma humana. La novela es la historia de un hombre que dice que parará el motor del mundo; y lo hace. El deterioro del mundo se acelera mientras la historia progresa; la sociedad se desintegra, la falta de comida origina revueltas sociales, cientos de fábricas cierran sus puertas. ¿Cuál es el motor del mundo, y qué es necesario para ponerlo en marcha de nuevo? Todas estas preguntas se resumen en una única, que se repite a lo largo de la novela, con la misión del lector de averiguarlo por si mismo: ¿Quién es John Galt?



En su novela Ayn Rand equipara al empresario al titán mítico Atlas que carga a sus espaldas los destinos del mundo y divide a la sociedad de los Estados Unidos en dos clases: la de los «saqueadores», aquellos hombres que piensan que toda actividad económica debe estar regulada y sometida a una fuerte imposición fiscal y, la de los «no saqueadores», aquellos que son emprendedores, empresarios e intelectuales que piensan todo lo contrario. Se defiende a ultranza la autonomía e independencia del hombre, la responsabilidad personal, el trabajo duro y, en contra, de la gente inepta, del desprecio por la burocracia y de las leyes protectoras que matan la productividad.

Este es uno de los pasajes de la novela y que ha quedado casi como una cita bíblica por aquellos que ven, en el capitalismo, muchos de los males de la actual sociedad:

«(...) Cuando advierta que para producir necesita obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes trafican no bienes, sino favores; cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por el trabajo, y que las leyes no lo protegen contra ellos sino, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra usted; cuando repare que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un autosacrificio, entonces podrá, afirmar sin temor a equivocarse, que su sociedad está condenada»

El libro es uno de los libros más influyentes entre los líderes o de aquellos que pretenden serlo. Imagino que es el libro de cabecera de muchos de los políticos actuales, bien sea para entresacar y adaptar ideas o para combatirlas. La Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos hizo una encuesta, en los años ‘80 sobre el libro que mayor influencia había tenido en la vida de muchos lectores. El primer lugar fue adjudicado a la Biblia y el segundo, a La rebelión de Atlas. Esta novela tiene la extraña concordancia de hacer coincidir a quienes adoran y quienes detestan a Ayn Rand, por considerar que es una obra audaz y poderosa, a la vez que, temeraria y perniciosa.


AYN RAND: «El ego del hombre es el manantial del progreso humano»
Para Ayn Rand creadora de la tendencia filosófica del «Objetivismo», el fracaso de la economía política contemporánea se debe a que ésta ha carecido, desde los inicios de su apogeo en el siglo pasado, de una fundamentación filosófica adecuada y explícita, procediendo en cambio, tácitamente, sobre la base de supuestos morales y del conocimiento científico colectivistas. Para que esta disciplina pueda salir del atolladero en que se encuentra debe rechazar esos supuestos y replantearse completamente, admitiendo que el hombre —no la sociedad o la comunidad— es su unidad básica; que la naturaleza de éste y sus requerimientos son los que deben proporcionarle su base de sustentación.


El actual desarrollo frenético de la tecnología contiene reminiscencias de la época anterior al derrumbe económico de 1929: montada sobre el impulso del pasado, sobre los restos inconfesos de una epistemología (ciencia del conocimiento) aristotélica, constituye una expansión turbulenta y febril que se niega a reconocer que sus fundamentos teóricos están sobregirados desde hace mucho tiempo; que en el campo de la teoría científica, debido a su incapacidad para integrar e interpretar sus propios datos, los científicos están promoviendo el resurgimiento de un misticismo primitivo. Sin embargo, en el campo de las humanidades el derrumbe ya se produjo y ha sobrevenido la depresión, con lo cual el colapso de la ciencia es casi total. En economía política advertimos que se pretende analizar y diseñar sistemas sociales sin tomar al hombre en consideración.

Este pensamiento expresado por Ayn Rand hace 47 años parecen dichas por alguien disconforme con el mundo capitalista actual y reconsidera volver a lo que ella cree que es la esencia: el hombre como ser individual.

Capítulo primero del libro "What is Capitalism?"
(¿Qué es el capitalismo?), de Ayn Rand, publicado en 1967 por The New American Library.

AYN RAND  & Frank Lloyd Wright
Es comúnmente sabido que Frank Lloyd Wright, gran amigo de la escritora y filósofa Ayn Rand sirvió como inspiración para el personaje de la película (The Fountainhead) El Manantial Howard Roark, dirigida por King Vidor, basado en la novela de la escritora. En otro escrito de mi blog con los títulos de "La memoria dispersa" y en Fallingwater

en el que, entre otros temas hablo en mi blog de la relación de Frank Lloyd Wright y Ayn Rand. El diario Los Ángeles Times, hace ya un tiempo, tomaron nota de la correspondencia muy poco conocida entre los dos personajes que precedió a la publicación del libro El Manantial.



Wright, al parecer, no estaba inicialmente dispuesto a reunirse con Ayn Rand, posiblemente existieron diferencias ideológicas que podían justificarlo. Pero la correspondencia que se cruzaron se convirtió en un sólido intercambio de ideas. Wright hizo un estudio de la casa que le encargó la escritora y le presentó el diseño de la que el arquitecto veía como su futura casa, tan sólo elaborado con lápices de colores sobre papel. El boceto de la casa aparentemente dejó una gran impresión en la escritora dirigiéndole en una carta este párrafo elogioso de su diseño:

La casa que diseñó para mí es magnífica. Cuando vi el diseño di un grito ahogado de admiración. Es mi casa soñada, es como una escultura en el espacio que me encantaría poseer y que nadie más que usted ha sido capaz de lograr plasmarla. Cuando hablé con usted yo no coordinaba bien las palabras ni sabía muy bien explicar el tipo de casa que quería. En aquel momento tuve la impresión de que usted no estaba de acuerdo con las palabras cuando le expresaba cómo quería mi casa. Sin embargo, ha diseñado exactamente la casa que esperaba tener.

Es una lástima que la casa nunca fue construida. Ayn Rand mientras se preparaba para asistir al rodaje de King Vidor de El Manantial, Rand coqueteó con mudarse a Los Ángeles, pero finalmente decidió que el mejor sitio para ella estaba en Manhattan.


«Objetivismo»
La defensa a ultranza de la esencia del ser humano: la racionalidad.
La razón del hombre es la única fuente que le permite juzgar valores y guiarlo hacia la acción. Un estándar de ética correcto es: la supervivencia del hombre como hombre, es decir, lo requerido por su naturaleza para sobrevivir como un ser racional. El objetivismo, rechaza toda creencia en lo sobrenatural. La esencia básica del hombre es su racionalidad. El hombre es un fin en sí mismo, y no un medio para los fines de los demás; debe vivir por su propio propósito, sin sacrificarse para otros o para un bien común que él mismo no haya determinado. Debe trabajar por su propio interés racional y lograr su propia felicidad como el propósito moral más alto de su vida. Así, el objetivismo, rechaza cualquier forma de altruismo.



Ayn Rand en su obra «El Manantial»  en la defensa que hace el protagonista Howard Roak ante el tribunal que le juzga por haber destruido unas viviendas que, como única condición contractual, era que fueran edificadas exactamente tal como él las diseñó y, al no haberlas construidas tal como él las planeó, considera que por ese incumplimiento tiene el derecho a que nadie modifiqué su obra. En la novela el arquitecto protagonista se defiende ante el tribunal que lo juzga con estas palabras que, en cierta medida es un alegato —sin entrar en la esencia filosófica— de la defensa del objetivismo:

«Hace miles de años atrás, un gran hombre descubrió cómo hacer fuego. Probablemente fue quemado en la misma estaca que había enseñado a encender a sus hermanos. Seguramente se le considero un maldito que había pactado con el demonio. Pero, desde entonces, los hombres tuvieron fuego para calentarse, para cocinar, para iluminar sus cuevas. Les dejó un legado inconcebible para ellos y alejó la oscuridad de la Tierra. Siglos más tarde un gran hombre inventó la rueda. Probablemente fue atormentado en el mismo aparato que había enseñado a construir a sus hermanos. Seguramente se le consideró un trasgresor que se había aventurado por territorios prohibidos. Pero desde entonces los hombres pudieron viajar más allá de cualquier horizonte. Les dejó un legado inconcebible para ellos y abrió los caminos del mundo.

Ese gran hombre, el rebelde e iniciador está en el primer capítulo de cada leyenda que la humanidad ha registrado desde sus comienzos. Prometeo fue encadenado a una roca y allí devorado por los buitres, porqué robó el fuego a los dioses. Adán fue condenado al sufrimiento porque comió del fruto del árbol del conocimiento. Cualquiera sea la leyenda, en alguna parte en las sombras de su memoria, la humanidad sabe que su gloria comenzó con un gran hombre y que ese héroe pagó por su valentía.
  
(…) Ningún creador estuvo impulsado por el deseo de servir a sus hermanos, porque sus hermanos rechazaron siempre el regalo que les ofrecía, ya que ese regalo destruía la rutina perezosa de sus vidas. Su único móvil fue su verdad. Su propia verdad y su propio trabajo para concretarla a su manera: una sinfonía, un libro, una máquina, una filosofía, un aeroplano o un edificio; eso era su meta y su vida. No aquellos que escuchaban, leían, trabajaban, creían, volaban o habitaban lo que él realizaba. La creación, no sus usuarios. La creación, no los beneficios que otros recibían de ella. La creación que daba forma a su verdad. Él sostuvo su verdad por encima de todo y contra todos. Tal es la naturaleza de la creación.

El hombre no puede sobrevivir, salvo mediante su propia mente. Llega desarmado a la Tierra. Su cerebro es su única arma. La mente es un atributo individual. No existe tal cosa como un cerebro colectivo. No hay tal cosa como un pensamiento colectivo. Un acuerdo realizado por un grupo de hombres es sólo una negociación de principios o un promedio de muchos pensamientos individuales. Es una consecuencia secundaria.

(…) Pero a lo largo del proceso, aquello que recibimos de los demás es el producto final de su pensamiento. La fuerza que lo impulsa es la facultad creativa que toma ese producto como un material, lo usa y origina el siguiente paso. Esta facultad creativa no puede ser dada ni recibida, compartida, ni concedida en préstamo. Nadie puede darle a otro la capacidad de pensar. Sin embargo, esa capacidad es nuestro único medio de supervivencia. Nada nos es dado en la Tierra. Todo lo que necesitamos debe ser producido. Y aquí el ser humano afronta su alternativa básica, la de que puede sobrevivir en sólo una de dos formas: por el trabajo autónomo de su propia mente, o como un parásito alimentado por las mentes de los demás. El creador es original. El parásito es dependiente. El creador enfrenta la naturaleza a solas. El parásito enfrenta la naturaleza a través de un intermediario.

El interés del creador es conquistar la naturaleza. El interés del parásito es conquistar a los hombres. El creador vive para su trabajo. No necesita de otros hombres. Su fin esencial está en sí mismo. El parásito vive de otros. Necesita de los demás. Los demás se convierten en su motivo principal. La necesidad básica del creador es la independencia. La mente que razona no puede trabajar bajo ninguna forma de coerción. No puede ser sometida, sacrificada o subordinada a ninguna consideración, cualquiera sea esta. Exige una independencia total en su función y en su móvil. Para un creador todas las relaciones con los hombres son secundarias.

(…) La necesidad básica del parásito es asegurar sus vínculos con los hombres para que lo alimenten. Coloca las relaciones en primer lugar. Declara que el hombre existe para servir a los demás. Predica el altruismo. El parásito se vale del altruismo como arma de explotación e invierte los principios morales del género humano. Les enseña a los hombres preceptos para destruir al creativo. Les enseña que la dependencia es una virtud.  

(…) Se nos ha enseñado que es una virtud estar de acuerdo con los otros. Mas el creador es alguien que disiente. Se nos ha enseñado que es una virtud nadar con la corriente. Pero el creador nada contra la corriente. Se nos ha enseñado que estar juntos constituye una virtud. Pero el creador está solo. Se nos ha enseñado que el ego es sinónimo de mal y el altruismo el ideal de la virtud. Pero mientras el creador es egoísta e inteligente, el altruista es un imbécil que no piensa, no siente, no juzga, no actúa. Esas son funciones del ego.

En esto la reversión de los valores básicos es más mortífera. Toda virtud ha sido pervertida y al hombre no se le ha dejado libertad alguna. Como polos del bien y del mal, se le ofrecieron dos concepciones: altruismo y egoísmo. El altruismo se define como el sacrificio del yo por los otros. El egoísmo, como el sacrificio de los otros por el yo….. Esto ató al hombre irrevocablemente a otros hombres y no le dejó más que una elección de dolor: su propio dolor en aras del bien de los demás, o el dolor de los demás en aras de su propio bien. Cuando se agregó la monstruosa idea de que el hombre debe encontrar felicidad en el sacrificio, la trampa quedó sellada. El hombre se vio forzado a aceptar el masoquismo como su ideal, con el sadismo como alternativa. Este es el fraude más terrible que se ha perpetrado en contra de la humanidad.

(…) Este es el sacrificio por el cual la dependencia y el sufrimiento se perpetuaron como los fundamentos de la vida. No se trata de elegir entre el auto sacrificio y dominación, sino entre independencia y dependencia. El código del creador o el código del parásito. Esta es la cuestión básica, cuestión que descansa sobre la opción de la vida o la muerte. El código del creador está construido sobre las necesidades de la mente que razona y que permite al hombre sobrevivir. El código del parásito está construido sobre las necesidades de una mente incapaz de sobrevivir. Todo lo que procede del ego independiente es bueno. Todo lo que procede del parásito dependiente es malo.

El verdadero egoísta no es quien sacrifica a los demás. Es el que no tiene necesidad de usar a los demás de ninguna forma. No obra por medio de ellos. No está interesado en ellos en ningún aspecto fundamental. Ni en su objeto, ni es su móvil, ni en su pensamiento, ni en su deseo, ni en la fuente de su energía. El verdadero egoísta no vive para ninguna otra persona y no le pide a nadie que viva para él. Esta es la única forma de fraternidad y de respeto mutuo posible entre los seres humanos.

(…) Ningún trabajo se hace colectivamente por la decisión de una mayoría. Todo trabajo creativo se realiza bajo la guía de un único pensamiento individual. Un arquitecto necesita muchos hombres para levantar un edificio, pero no les pide que sometan a votación su diseño. Trabajan juntos por libre acuerdo y cada uno es libre en su función respectiva. Un arquitecto emplea acero, cristal y cemento que otros han producido. Pero esos materiales siguen siendo sólo acero, cristal y cemento hasta que él los utiliza. Lo que él hace con ellos es su producto y su propiedad como individuo. Esta es la única forma de cooperación entre los hombres.

El primer derecho en la Tierra es el derecho al ego. El primer deber del hombre es para consigo mismo. Su ley moral consiste en nunca hacer de los demás su objetivo principal. Su obligación moral es hacer lo que él desee, siempre que su deseo no dependa primordialmente de los demás. Esto incluye las acciones del creador, el pensador y el verdadero trabajador. Pero no incluye las del gánster, el altruista y el dictador. Una persona piensa y trabaja sola. Pero no puede robar, explotar ni gobernar sola. El robo, la explotación y el gobierno presuponen la existencia de víctimas. Implican dependencia. Corresponden a la jurisdicción del parásito.

(…) Desde el principio de la historia, los dos antagonistas han estado frente a frente: el creador y el parásito. Cuando el antiguo creador inventó la rueda, el antiguo parásito respondió inventando el altruismo. El creador, negado, combatido, perseguido, explotado, continuó, siguió adelante y guió a toda la humanidad con su energía. El parásito no contribuyó en nada, más allá de los obstáculos. La contienda tiene otro nombre: lo individual contra lo colectivo.

Y, para terminar, he querido venir aquí para manifestar que no reconozco a nadie derecho alguno sobre un minuto de mi vida. Ni sobre una parte de mi energía. Ni sobre ninguna obra mía. Ni mi interesa quién haga la petición, o cuál sea el número, o cuán gran grande sea la necesidad que ellos tengan. He querido venir aquí para decir que soy un hombre ue no existe para los otros. He querido venir aquí para manifestar que la integridad del trabajo creador de un hombre tiene mayor importancia que cualquier esfuerzo caritativo. Aquellos de ustedes que no reconozcan esto forman parte de los hombres que están destruyendo el mundo»






Obras de Ayn Rand 


Novelas

«Los que vivimos» (We the Living, 1936)
En 1936 publica «We the living» (Los que vivimos) que, según Ayn Rand, fue lo más parecido a una autobiografía que hubiese nunca escrito. En Los que vivimos se narra la vida dramática de una mujer de espíritu independiente bajo el régimen totalitario soviético. 

«¡Vivir!» «Himno» (Anthem, 1938)
(¡Vivir! traducida en las primeras ediciones en español) es una novela corta que presenta en términos altamente simbólicos la lucha de un individualista contra una sociedad del futuro en la cual el colectivismo ha triunfado.

«El manantial» (The Fountainhead, 1943)
En 1943 vino el primer éxito importante de Ayn Rand como novelista, con la publicación de El manantial (The fountainhead). El libro, que había tardado siete años en escribir, fue rechazado por doce editores, hasta que, en la editorial Bobbs-Merrill, un editor joven le espetó a su jefe: «Si este no es un libro adecuado para usted, entonces yo tampoco debo trabajar para usted»

«La rebelión de Atlas» (Atlas Shrugged, 1957)
Es por muchos considerada la obra de ficción más completa y poderosa de Rand sobre la filosofía objetivista. En los años ochenta, la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos hizo una encuesta, preguntando cuál era el libro que mayor influencia había tenido en la vida de los encuestados. El primero en el ránking fue La Biblia, el segundo, La rebelión de Atlas.

«Peón rojo»
En 1932 consigue vender su primer guion cinematográfico, «Red pawn» (Peón rojo), a los estudios Universal.

Teatro

«La noche del 16 de enero»
En 1934 Ayn escribe la obra de teatro «The night of january 16th» (La noche del 16 de enero), conocida también como «Penthouse legend», que incorpora la novedad absoluta en el mundo del teatro de incorporar al público que desee participar en un «jurado» al final de la obra que debe decidir sobre la inocencia o culpabilidad de la protagonista.

Ensayos

«El nuevo intelectual»
(For the New Intellectual: the Philosophy of Ayn Rand, 1961)

«La virtud del egoísmo»
(The Virtue of Selfishness: a New Concept of Egoism, 1964)

«Capitalismo. El ideal desconocido»
(Capitalism: the Unknown Ideal, 1966)

«El manifiesto romántico»
(The Romantic Manifesto a Philosophy of Literature, 1969)

«La nueva izquierda»
(The New Left: The Anti-Industrial Revolution, 1971)

«Introducción a la epistemología objetivista»
(Introduction to Objectivist Epistemology, 1979)

«Filosofía: ¿quién la necesita?»
(Philosophy: Who Needs It, 1982)

GOOGLE
site:luisbusom.blogspot.com
Todos los escritos de DIALÉCTICA, de Lluís Busom Femenia




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OTROS ESCRITOS









































2 comentarios:

  1. Me gustaría dejarte un comentario más crítico sobre Ayn Rand, pero acabo de descubrirla gracias a tu artículo. A veces me sorprendo de mi propia ignorancia..Buscaré alguna de sus obras.
    Tu artículo, excelente como siempre.
    Seguimos en lectura.
    Un saludo

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    1. Muy agradecido Marybel Galaaz por tus amables palabras. Sin duda a todos nos ocurre que, mientras prestamos atención a unos personajes, olvidamos a otros. Un saludo afectuoso.

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