El metro de Estocolmo Stockholm Tunnelbana (en sueco) como
transporte público es un medio eficiente y rápido, no obstante subirse en el
metro de Estocolmo, se ha convertido en un gran espectáculo ya que es una inmensa
galería de arte, viajar a través del metro de Estocolmo es darse cuenta de un
valor añadido que la ciudad y sus arquitectos han sabido dotar. Es como sí se
entrase en un museo de arte contemporáneo, cada estación es única en su
concepción.
Muchas estaciones a parte de poder contemplarlas como auténticas obras
de arte se pueden admirar exposiciones de pintura, escultura con las técnicas
más avanzadas y modernas. Gran parte de las nuevas estaciones construidas en
años recientes son una verdadera maravilla. Ninguna otra ciudad del mundo tiene
un metro como el de Estocolmo.
La idea se debe a Peter Celsing, (29/03/1920-16/03/1974) fue el
principal diseñador —al menos en su concepción— del metro suburbano de
Estocolmo, dejando la construcción de las primeras estaciones empleando
técnicas avanzadas en grandes superficies de hormigón. Celsing trabajó a menudo
en un tosco estilo con grandes superficies expuestas de hormigón gris, en
ocasiones lo combinó con grandes cristales que exponen la estructura del edificio
desde el exterior con detalles interiores en madera. Peter Celsing estudió en
la escuela de arquitectura del Royal Institute of Technology, en Estocolmo y en
la Real Academia Sueca de las Artes. Fue profesor de arquitectura en el Royal
Institute of Technology.
En 1950 se inauguró la primera línea del metro suburbano y pocos años
más tarde se instalaron las primeras exposiciones de obras de arte. Vera
Nilsson y Siri Derkert fueron los artistas impulsores de la idea de que las
estaciones pudieran albergar arte para la ciudadanía. En el año 1955 el
Ayuntamiento de Estocolmo dio el visto bueno para instalar arte en el metro y
en el año 1957 la estación Central albergó las primeras obras de arte. La
extensión de la línea es de unos 110 kilómetros y de las 100 estaciones de la
línea suburbana en unas 90 albergan sendas exposiciones de obras de arte. Para
los que visiten la ciudad de Estocolmo existe un folleto explicativo "Art in the Stockholm Metro"
(en inglés)
En los años ‘80 se construyeron cinco estaciones excavadas en la roca
llamadas estaciones-cueva. Cuatro de ellas se conocen como estaciones trompeta.
Reciben este nombre porque tienen una única entrada y se van estrechando a
medida que se avanza hacia el interior. En esta época los artistas trabajaban
mano a mano con ingenieros y arquitectos y operarios para integrar el arte.
En los años ‘90 se abren dos estaciones, Bagarmossen y Skarpnänck.
Arte y arquitectura se diseñan desde el principio como un todo. También prestan
atención a mejorar los accesos y hacer más cómodas las estaciones viejas e
incrementar el arte de otras. Estaciones que adquieren arte en estos años son Gamla
Stan, Gubbängen, Hörtorge, Svedmyra, Värby gärd y Värgerd.
En la estación de T-Centralen, se pueden admirar en sus paredes
relieves y azulejos que datan de los años 50, mientras que en Arsenalsgatan; a
la salida de la estación de Kungsträdgården (línea azul), podrás
contemplar unas excavaciones arqueológicas con antiguas columnas y otros
detalles interesantes. Asimismo, La estación de Solna Centrum (línea
azul), destaca por su techo cavernoso de color rojo chillón que parece “pesar”
sobre el andén. Como contraste, las paredes de la estación representan un
bosque de abetos de un kilómetro de largo.
El arte en el metro es dinámico. Como no se construyen nuevas estaciones
pero se quiere dar la oportunidad a nuevos artistas de exponer en el metro, hay
seis estaciones donde el arte se va reemplazando varias veces a lo largo del
año. Algunas de las estaciones habilitadas para trabajos temporales son Zinkensdamm,
Skanstull, Odenplan, Slussen, Fridhemsplan y Gärdet.
Ruta de la trilogía de Millenium por Estocolmo
De las catorce islas que forman la capital sueca es en Södermalm, la
más bohemia de todas, donde discurre gran parte de la «ruta de Millennium». La
trilogía obra de Stierg Larsson, con los títulos adaptados al castellano: “Los
hombres que no amaban a las mujeres”, “La chica que soñaba con una cerilla y un
bidón de gasolina” y “La reina en el palacio de las corrientes de aire” y en
las adaptaciones posteriores de sus películas, cuyos personajes de la novela
son Mikael Blomkvist, un periodista y co-propietario de la revista Millenium,
una pequeña revista de izquierdas bastante popular en Estocolmo y Lisbeth
Salander, una joven hacker, extremadamente inteligente y con una memoria
fotográfica.
Un proyecto increíble que se ha convertido en la admiración de todos
los visitantes de la ciudad y, en particular, aquellos que a través de la obra
de Stieg Larson, la trilogía de Millenium, el gran éxito editorial y
cinematográfico, ya tienen conocimiento de su maravilla. Somos muchos los que
nos hemos quedado prendidos con las singulares vidas de Mikael Blomkvist y
Lisbeth Salander. Mikael, un periodista dispuesto a poner a la luz
desentrañando cualquier asunto de corrupción que anida en la ejemplar y
modélica sociedad sueca. Lisbeth, una hacker con una vida asocial pero con una
inteligencia fuera de lo común y una personalidad fuerte que busca hacer
justicia a su manera de entender.
El argumento de la obra está, de alguna forma, relacionado con la discriminación
sexual que habita, en una parte de la sociedad sueca, y posiblemente adquiere
fuerza según explica su compañera Eva Gabrielson, por ser Larson durante su
adolescencia, testigo presencial de una violación. Este hecho lo marco
profundamente y le llevo a autoafirmarse como feminista. En sus novelas el
feminismo le confiere un extraño poder.
A la muerte de Stierg Larsson de un ataque al corazón en 2004, con tan
sólo con 50 años, se corrió el rumor de que había muerto en circunstancias
sospechosas debido a que estaba investigando y escribiendo sobre movimientos
racistas de extrema derecha en Suecia. Aunque la noticia no tenía ningún
fundamento sirvió para los medios de comunicación suecos para airear esa
noticia como algo que tenía visos de verosimilitud, después se demostró que
nada de lo publicado era cierto.
GOOGLE
Ha
ordenado y clasificado todas las entradas de mi blog.
y,
lo ha hecho, dándome un código:
site:luisbusom.blogspot.com
Para
verlas sólo hay que clicar el link de más abajo,
una
vez abierta la página a la izquierda tiene varias opciones, entre ellas,
las
imágenes que he utilizado en cada escrito.
Muy interesante tu publicación, remarcable el empleo del arte sobre las paredes del metro de Estocolmo; afortunadamente hay antecedentes de este tipo en el mundo, como el metro de Moscú y de Kiev, ambos tienen verdaderas obras de arte en sus estaciones; en Paris, ciudad amante del arte, no sólo lo muestra en sus museos, también su metro exhibe art-nouveao en algunas de sus bocas de acceso, y en varias de todas sus estaciones se pueden apreciar trabajos de escultura, pintura o mosaicos. En Buenos Aires, Argentina, un entramado de arte recorre las entrañas del metro porteño, las primeras manifestaciones artísticas datan de 1930 y, en general son obras realizadas en mayólicas españolas, con los años se fueron agregando murales encargados a figuras de renombre en el mundo de la plástica, desafortunadamente algunas de estas obras están detereoradas por causa de filtraciones y escaso mantenimiento.
ResponderEliminarSeguramente en el mundo debe haber otros ejemplos destacados del buen uso de los túneles que albergan los metros.
Rodearse de arte ayuda a descomprimir el peso existencial, sólo se trata de saber mirar.
Gracias Lluís por tus destacados aportes.
Escribir en un blog tiene la particularidad de que, aquellas personas que escriben con cierta frecuencia, encuentro coincidencias personales que me llenan. Todo y no conociendo a la persona que hace los comentarios, encuentro tantas afinidades que de pronto surge la necesidad de estar cercano, de poder hablar personalmente de tantas cosas que a los dos nos interesan. Gracias por tus opiniones Cymor, en este comentario que haces, entre otros, sobre el metro de Moscú y el de Kiev estoy otra vez de acuerdo contigo, el de Moscú es considerado “el palacio subterráneo”, las obras expuestas y su construcción majestuosa es, sin ninguna duda, muy superior al metro de Estocolmo.
EliminarSiempre tu aportación es de gran valor y, lo es, porque aportas conocimiento y enriqueces con una visión, muchas veces —más amplia que la mía— con detalles que complementan mi escrito. Puedo dislumbrar que eres una persona que viaja mucho y que tus comentarios —de gran sensibilidad— los siento próximos y me son de gran ayuda. Para terminar un saludo con todo mi afecto y agradecimiento.
Me gusta..
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