Este escrito, esta Oda al Ginkgo
biloba y a los amantes Goethe & Marianne, fue una idea compartida con Josefina Basualdo, el amor de mi vida, que quisimos dedicar al poeta, botánico y filósofo
Johann Wolfgang von Goethe y a su amante Marianne von Willemer centrándonos en
el espíritu de su bello poema Ginkgo biloba, escrito en 1815.
Ahora, también, me sirve como
homenaje póstumo a ella, a Josefina Basualdo, a su espíritu innovador,
buscadora incansable de la belleza en todas las cosas de la vida, a veces
incluso, encontrando la armonía y la perfección en las cosas más
insignificantes, como fue esa hoja del árbol ginkgo biloba que ella amaba.
Descansa en paz amiga Josefina. Un beso.
Oda al Ginkgo biloba | A los
amantes Goethe y Marianne
Hace unos 280
millones de años, antes del periodo Triásico aparecieron los árboles
Ginkgoaceae que alcanzaron su apogeo en el período Jurásico. Una familia de
árboles extinguida con un único representante sobreviviente en la actualidad,
el género Ginkgo con la especie Ginkgo biloba. Árbol dioico, el cual tiene sólo
flores unisexuales; existiendo árbol femenino y masculino.
Millones de años
después, ahora, podemos disfrutar de la frondosidad de nuestro árbol, el Ginkgo biloba que, al igual que el árbol plantado en el jardín botánico de Leiden, nuestro Ginkgo se trata de un árbol varón con un injerto de Ginkgo hembra y, al caminar, lo
hacemos en un corto paseo matinal por el parque; paseo que se engalana con un
perfume penetrante, fragancia a tierra mojada que tras la lluvia estival todo
luce más fresco, más nítido, más brillante, como lucen las hojas verdes de
nuestro árbol, ese árbol es el rey del lugar, el Ginkgo biloba.
Nos agrada sentarnos
en el banco bajo su incipiente sombra mañanera que, majestuosamente nos ofrece
serenidad, frescura y protección. Banco acogedor que a similitud del “Diván de
Oriente y de Occidente” —poema escrito por Goethe— ocurre, al igual que en su
poema, en esta Oda al Ginkgo biloba hay pedazos escritos por una mujer que, en
principio, no se dieron a la luz. Es un tiempo de descanso que nos invita a
reflexionar acerca de la preciosa vida de este singular árbol símbolo de la
esperanza y de lo imposible.
Sus hojas son una
unidad, divididas en dos, son el uno y el doble, son como alas de pájaro, alas
de mariposa, manos entrelazadas de enamorados y conforman la perfecta simetría, asociándose, por tanto, a una relación de igual a igual. El poema de Goethe, al igual que nuestras palabras, simbolizan la unidad en la dualidad, el Este y el Oeste. Que, como dos amantes, se combinan, se entrelazan y conviven y, sin embargo, cada uno conserva su identidad. Y aquí radica la esencia de su
profundo significado: Árbol milenario tan antiguo como el mismo amor. Cobijo de
amantes: —Goethe y Marianne—, dueño de pasiones secretas, de los más opuestos
rincones del mundo. Árbol sobreviviente a la masacre de Hiroshima, árbol que
renace en dos mundos como el Ave Fénix.
© Lluís Busom i Femenia
—Gingo
biloba—
Las hojas de este árbol, que del Oriente
a mi jardín ha venido, lo adorna ahora,
tienen un arcano sentido que al sabio
de reflexión le brindan materia obvia.
¿Será este árbol extraño algún ser vivo
que un día en dos mitades se dividiera?
¿O dos seres que tanto se comprendieron
que decidieron fundirse en uno solo?
La clave de este enigma tan inquietante
le encontré el verdadero sentido:
¿No adivinas tú misma por mis canciones,
que soy uno y doble como este árbol?
Manuscrito original del poema “Ginkgo biloba”.
Publicado en la obra de Goethe 'West-östlichen Divan'
Mi sincero pésame por la pérdida de tu amiga, Lluís.
ResponderEliminarMuchísimas gracias por tan hermosa publicación.
Comparto. Saludos.
Buenas tardes Aurea-Vicenta González Martínez, en primer lugar darte las gracias por tu pésame por la pérdida de mi gran amiga Josefina. Antes de responderte he querido 'Googlearte' para saber quién eras. Vista tu trayectoria profesional de escritora te agradezco —muchísimo más— tus amables palabras por dar a nuestro escrito la calificación de hermosa. Te lo agradezco enormemente, también, por compartir en Google+ este pequeño homenaje que quisimos dar al Ginkgo biloba, a través del poema de Goethe a su amante Marianne von Willemer. Un saludo afectuoso
EliminarHa sido un placer leer y compartir.
EliminarUn cordialísimo saludo.