Miércoles,
2 Diciembre 2015
Empieza a hacer frío,
Smot, las hojas de los árboles se han puesto la bufanda de colores, aquella que
tanto valorábamos de tonos amarillos. Goethe dejó escrito, respecto a
las personas que ven en los árboles el sentido trascendente de la vida que, en
cada hoja del ginkgo biloba se puede escribir un poema de amor, sus hojas,
dos mitades fundidas en una sola, son la esencia del amor. El ginkgo biloba, el
árbol milenario, es el árbol de la esperanza de los japoneses. Dicen que
el ginkgo biloba extrañan a las personas que les han demostrado su
afecto, de aquellas personas que los aman, que se encariñan con quién tuvo
el gesto de adoptarlos. Tengo en mis manos el certificado de nuestro Ginkgo
biloba, es un breve escrito de hace tres años que nos otorgó la adopción. Puedo
asegurarte que el árbol que amamos, ahora luce espléndido con sus hojas de
infinitos amarillos.
Durante el breve
paseo por el parque y ayudado por la brisa me hizo saber que te extraña. Me
senté en ese banco solitario que está a su lado; estuve hablando con él, no te
extrañes Smot pero me pareció escuchar sus palabras vacilantes y entrecortadas;
el movimiento de sus hojas y el persistente viento sibilante me hicieron
entender que no te encuentras bien, estás débil y frágil, pero confía en mí
todo pasará Smot, tienes que recuperarte, tienes que fortalecerte, es cuestión
de un tiempo corto para que podamos estar juntos.
Miércoles,
9 Diciembre 2015
Estoy muy preocupado Josefina, no he tenido noticias tuyas, sólo dos pequeñas señales para que notara tu
presencia. Es un sentimiento ambivalente y contradictorio. Me ha llenado de
alegría saber de ti, pero mi intranquilidad aumenta. Yo que no soy creyente
hubiera querido preguntarle por ti a Dios, pero no sé sí quisiera escuchar su
respuesta. Tengo miedo a su respuesta! Pero en mi rezo profano y ambiguo, le
pido una cosa sobre todas las demás, le pido que te cuide, que no te suelte la
mano. Que no apague la luz de la estrella secreta que mirábamos a veces,
también la luna nos pertenecía. Eran esas lunas de plenilunio que en distintos
husos horarios era nuestro punto de encuentro.
Aquí estoy, Josefina! No te dejaré
sola! Sí ya sé que ahora nada es lo mismo, comparado con tiempos de íntimo
desespero, de dicha infinita, ahora lo que importa sólo eres tú. Quiero
que sepas que, pase lo que pase, andarás siempre en los caminos de mis
pensamientos, mi mano está sujetando la tuya. Y aunque la vida nos cambie,
aunque el destino arme su voluntad de forma amarga, todas las noches te hablaré
para que te duermas con mi voz... quiero oírte respirar, notar tu aliento en la
lejanía, oler tu perfume, necesito saber que tu respiración es constante y que
tus ojos brillan como siempre!
Miércoles,
16 Diciembre 2015
Tristemente en ese
día de diciembre, a las 9:15 horas, el frío y la noche llegó de improviso, al Ginkgo biloba se
despobló de sus hojas, la tierra las hizo suyas cubriéndose del frío. Su tronco
y sus ramas quedaron con el alma desnuda. Mis lágrimas anunciaron el adiós definitivo.
El cielo bajó a la tierra y la noche envolvió tu alma. Desde tu ausencia, Josefina,
todo es ruina; hasta los dioses han desaparecido de nuestra intimidad; Deus
Mars y Deus Iuppiter nunca más nos regalaran vida, se fueron contigo y, en ese
mismo instante, se hizo presente el poema compartido que, en nuestra madurez
entendimos perfectamente, el poema de Salvatore Quasimodo: “Cada uno está solo
sobre el corazón de la tierra traspasado por un rayo de sol: y de pronto
anochece.
©
Lluís Busom i Femenia
Josefina, presencia y ausencia
Se cumplen cuatro años de tu recordada ausencia,
recuerdo infinito de tu presencia siempre retenida.
Universo de tu voz que todavía describe tu presencia,
cálido remanso de cariño que nos llenó de más vida.
Tus palabras de amor permanecen con toda su esencia
dulce voz, fragancia vital de mujer, deseada y querida.
LBF
Ginkgo biloba
¿Por qué es nuestro el Ginkgo biloba?
Porque desde Argentina elegiste uno
que crecía en Barcelona.
Lo encontré en un jardín cercano
y, al adoptarlo, fue como ver crecer a un hijo.
Compartimos ilusionados sus cambios:
su verdor incipiente en primavera,
del verano, su frondosidad.
En otoño es cuando más luce
con sus hojas de múltiples amarillos.
Y, en tu invierno, se desplomaron
sus hojas abrazando tu vida para siempre.
LBF
—A ti, amada Josefina
Ya te dije, amada, que llevas en sí un
hijo mío
y por él tienes siempre el océano en el
alma.
Vida engendrada en la inmensidad de tu
piel,
dulce océano compartido que nos dio vida.
Contigo quiero partir, quiero vivirte en
mi sueño.
—Amado mío, ya es tarde: quedémonos así!
Nadie podrá quitarnos ni el cielo, ni el
océano,
ni los sueños, ni el hijo que tanto
deseamos.
Todos fueron y son esencia de nuestra
vida.
LBF
Miraré al cielo para verte entre las nubes
y esparciré al viento un puñado de recuerdos felices.
Escucharé en silencio, tu silencio omnipresente
y me recostaré con la cara pegada en mi almohada,
oliendo tu piel arada con la pasión de amante
para percibir —todavía— tu esencia vital junto a mí
y tu inmortal espíritu de vida eterna.
LBF