“Al
final todo se reduce a sentirse querido”
Hagas lo que hagas durante el día o el tiempo que
sea, todo se reduce que al llegar a tu cama y antes de dormirte hagas ese
pequeño balance y, por alguna razón, te sientas querido. Es indudable que
existen muchas formas de sentirse amado, de sentirse arropado, de sentirse
comprendido, querido o ayudado, pero esta sensación de placer, de
haber conseguido algo tan importante y, a la vez, tan intangible, posiblemente
no se hubiera podido producir si antes, en un tiempo pasado o haga tan sólo
unos pocos minutos, no hubiéramos hecho uno o varios actos recíprocos. Actos de
entrega deseada, buscando con generosidad la complacencia de alguien que a
nuestro juicio se lo merece o lo necesita.
Quizá un acto que fue generoso, sin que esperásemos
ninguna recompensa, que nació como algo de nuestro interior, un acto volitivo,
ya fuera una ayuda, una suave caricia, un beso o un apretón de manos que
significara mucho más que un simple saludo. Y que nos viene devuelto en forma
totalmente distinta a como nosotros nos dimos, tal vez devuelto con una
sonrisa, un gesto amable o una tierna acción enmascarada con la inocencia de un
acto vital que, aunque primario, entiende nuestra actitud. Unas
palabras de ayuda o de consuelo que vienen, posiblemente, de un tiempo tan
lejano que es imposible saber el porqué de esa respuesta afectiva.
La
actitud complaciente y delicada de cada uno, acompañada de la palabra afable
son el abono fértil para verse sorprendido y recompensado con la
que darnos cuenta de ver como germina el aprecio a nuestro alrededor...
Más de una vez, queriendo demostrar nuestro cariño, buscamos un regalo material, algo que pueda gustar, algo que sea exclusivo para él o ella, algo que demuestre que hemos pensado en la persona estimada. Deberíamos buscar en nosotros mismos ese regalo; creo que todos tenemos —adornándolo un poco— el regalo ideal, el qué con toda seguridad, será agradecido por exclusivo, adecuado y personal: Nuestro afecto, no hace falta que sea un objeto determinado, sólo es necesario regalar nuestras palabras y transmitirlas con afecto y ternura. Y, sí hacemos el regalo en persona, acompañar nuestras palabras con una mirada, un beso, un abrazo o un apretón de manos.
Más de una vez, queriendo demostrar nuestro cariño, buscamos un regalo material, algo que pueda gustar, algo que sea exclusivo para él o ella, algo que demuestre que hemos pensado en la persona estimada. Deberíamos buscar en nosotros mismos ese regalo; creo que todos tenemos —adornándolo un poco— el regalo ideal, el qué con toda seguridad, será agradecido por exclusivo, adecuado y personal: Nuestro afecto, no hace falta que sea un objeto determinado, sólo es necesario regalar nuestras palabras y transmitirlas con afecto y ternura. Y, sí hacemos el regalo en persona, acompañar nuestras palabras con una mirada, un beso, un abrazo o un apretón de manos.
GOOGLE
Ha ordenado y clasificado todas las entradas de mi blog.y, lo ha hecho, dándome un código:
site:luisbusom.blogspot.com
Para verlas sólo hay que clickar el link de más abajo,
una vez abierta la página a la izquierda tiene varias opciones, entre ellas,
las imágenes que he utilizado en cada escrito.